Ayer CpM dio una vuelta de tuerca en su campaña de acusaciones contra el PP por lo que considera un “pucherazo electoral” que merece la repetición de las elecciones del 22-M en Melilla. Según dijo, se detectó en el día de la jornada de reflexión, previa a la de votaciones, que se estuvo expidiendo gasolina en una estación de servicio a cambio de unos cien vales firmados por el Partido Popular.
CpM alegó que tiene pruebas de ello y que teme que la práctica se sucediera también en otras gasolineras por lo que ha presentado denuncia al respecto ante la Fiscalía Anticorrupción.
El PP aún no se ha pronunciado sobre esta nueva acusación, que se suma a la teoría cepemista del encargo de sobres de tonalidad más clara por parte de los populares para controlar quiénes les votaban, así como a las 18 denuncias de particulares contra el PP por supuestos intentos de compra de votos o compra consumada, según 13 de los mismos denunciantes que a su vez se autoinculpan con ello en un presunto delito electoral.
En todos los casos, se trata de denuncias que no suman suficientes casos como para entender que se pudieran haber alterado los resultados pero sí viciado las elecciones. La Justicia deberá pronunciarse pero de principio cuesta creer tantas denuncias presentadas siempre y coincidentemente a partir del 30 de mayo, en una gran mayoría contra un desconocido Sr. Benaissa que, según la teoría cepemista, parecer ser quien ha ganado las elecciones, si obviar estos otros supuestos manejos a través de algo tan singular como el reparto de vales de gasolina.