A la denuncia que hace unas semanas realizó la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) sobre la existencia de 400 menores extranjeros no acompañados (mena) deambulando por las calles de Melilla, hay que añadir el saldo del 2014.
La entidad afirma que durante el año pasado localizaron e interceptaron en las instalaciones del puerto y en el espigón a cerca de 4.500 menores. No todos son menores, porque también hay adultos que se esconden en las instalaciones portuarias esperando un despiste de los agentes para colarse en los buques que conectan Melilla con la península.
Tras sucesivas intervenciones en esta zona, la Comandancia optó por instalar en la cuesta de la Florentina una garita de vigilancia que la AUGC considera que es “inútil”. No es que tengan dudas de la efectividad de esta medida, tienen una certeza.
Un guardia civil allí apostado se supone que debe impedir que menores y adultos se cuelen en el espaldón del puerto. Podrá hacerlo si los menores vienen de uno en uno o de dos en dos, pero en mayor número sería un poco complicado que un agente de la Benemérita pudiera disuadirles en solitario.
La ubicación de la garita implica que el guardia civil que está en su interior únicamente podría interceptar a los menores y adultos que quisieran acceder al espigón por la puerta destinada al efecto. Si rodean la garita, el agente no podrá ver nada porque no hay ventanas.
La asociación asegura que, además, en los últimos días la garita en cuestión ha sufrido agresiones desde lo alto de la muralla. Esta instalación es el blanco de piedras y otros objetos contundentes.
Así pues, esta garita de vigilancia no viene a solucionar el problema de la existencia de menas (y adultos) en las instalaciones portuarias ni siquiera a paliarlo y además compromete la seguridad de los propios agentes. Igualmente precisa la AUGC que muchos de los menores son interceptados en varias ocasiones porque una vez que son devueltos a La Purísima, vuelven a salir y a dirigirse al mismo lugar: El puerto.
El problema persiste porque el problema no está en el puerto. El problema está en el centro de acogida, de donde los menores salen y entran a placer sin cumplir horarios ni normas.
Continúa siendo incomprensible que en el centro de acogida de La Purísima no se tomen medidas efectivas para evitar que los menores tutelados salgan a la calle a deshoras. No por lo que puedan hacer mientras están en la calle solos, sino precisamente por la preocupación que los responsables del centro, de la Consejería de Bienestar Social y de la ciudadanía deberían tener sobre lo que le pudiera pasar a estos menores.
No todos los tutelados están acogidos en La Purísima y a éstos no se les ve deambular por la calle. En el centro de la Divina Infantita también están acogidos menores extranjeros no acompañados y allí sí respetan las normas, están cuidados, alimentados y vestidos.
Una garita en el puerto no es la solución. La solución está en la puerta de La Purísima.