Los sindicatos se juegan entre los funcionarios el quién es quién en el mundo de la representación de los trabajadores. La organización sindical con mayor peso entre los empleados de lo público es la que acabará teniendo más argumentos de peso en las negociaciones entre agentes sociales. La fuerza que pueden cosechar en el ámbito de las empresas privadas es mucho menor, como es menor el sentimiento de protección que perciben los trabajadores de una pyme. Son fuerzas inconexas, difícil de movilizar de un modo coordinado y conjunto. Quizás de ahí venga gran parte del descontento de los trabajadores que tratan de capear el temporal sin la protección del paraguas de la Administración. La problemática de los empleados de las pymes muchas veces quedan fuera de los planteamientos de la alta política económica. Y ocurre tanto en los momentos de bonanza como cuando llegan las vacas flacas. Cuando la crisis era un concepto que se creía que había pasado a la historia, cuando el horizonte aparecía despejado de las nubes de recesión, aquello de las 35 horas semanales, por ejemplo, parecía algo sólo alcanzable para algunos empleados de lo público. Como así fue. Al resto de trabajadores, sobre todo los contratados en pequeñas empresas, aquello les sonaba a utopía. No les alcanzó el maná entonces y ahora, por el contrario, son los más castigados. Ni antes ni después los sindicatos les supieron dar cobijo. Y resulta que es allí, en las pymes, donde se concentra el mayor número de trabajadores en este país. Por eso son tan importantes para los sindicatos elecciones como las que se celebran este miércoles entre los funcionarios de la administración local de Melilla.