Ella es cristiana y él, musulmán. La familia de Berta y Suly celebra cada año el Aid El Kebir, muestra de la multiculturalidad melillense. El agua hierve en la cocina. La hierbabuena, la tetera y los dulces están preparados. Es el desayuno en casa de Berta y Suly, mientras esperan la llegada del matarife que sacrifique al borrego que espera en el patio ajeno a su destino. La Fiesta del Aid El Kebir rememora un pasaje presente en la tradición hebrea, cristiana y musulmana: el acto de fe en Dios de Abraham. Ella es cristiana y él musulmán, uno de los muchos ejemplos de la interculturalidad melillense que, en el día de ayer, celebraron lo que nos une.
Mientras la madre de Berta, Maribel, se afana en arreglar la casa para recibir a los invitados, Suly sale en busca del matarife. Entretanto llegan dos tías de Berta, Flor y Aicha y ayudan en las tareas.
Pasadas las 11:00 horas, Suly llega con el matarife y su ayudante. Cogen al borrego, le atan las patas para evitar que se escape, colocan la cabeza mirando a La Meca y corte en el cuello. El sacrificio ya está hecho, pero aún falta retirar la piel al cordero y extraer las vísceras.
El ayudante del carnicero sopla por una de las patas para ahuecar la piel, pues así será más fácil despellejar al animal. Y así es. En menos de media hora, el cuerpo del cordero está desprovisto de su piel y entrañas. El carnicero termina su labor, limpia los cuchillos y se marcha.
Ahora es el turno de las mujeres. Son ellas las que se encargan de limpiar los restos de sangre del sacrificio del suelo y de limpiar las entrañas. Flor, Aicha y Berta se encargan de este trabajo al que dedicarán buena parte de la mañana. Maribel llega con una bandeja con el té y los dulces.
En primer lugar, se aparta el hígado, que será uno de los primeros platos del menú del día.
Ahora toca el trabajo más desagradable, por su olor, y el más laborioso: Vaciar y limpiar estómago e intestinos, que serán preparados después en la cocina.
Llega la hora de comer y las mujeres se han encargado de la práctica totalidad del trabajo entre los pucheros. Pero en el hogar, todos colaboran para poner la mesa. Una vez sentados comienza el festín: Ensalada, pinchitos de hígado y carne, callos y un costillar. Le sigue el postre con una variedad de frutas del día para terminar la sobremesa con un buen té con hierbabuena y dulces. Las pastas de almendra las han traído Flor y Aicha y toda la familia les felicita por la buena mano que tienen.
Así comienza la festividad del Sacrificio. Aún queda carne no solamente para los dos días siguientes, sino para una semana. “El borrego era bueno”, comenta Suly. Aún colgará del gancho en el patio toda la tarde para que termine de desangrar. Pero, por la noche, Suly terminará de despedazarlo para meterlo en el frigorífico.
Después de comer, toca recoger y descansar. Los padres de Berta, Maribel y José Luis y sus tías, Flor y Aicha se quedan en casa, mientras Suly sale a media tarde para visitar a su madre y sus hermanos. Pues ante todo el Aid El Kebir es una fiesta para compartir y estrechar lazos con la familia y los amigos.
La segmentación geográfica no funciona. Compruebe si la geolocalización IP está habilitada en su cuenta…
En la obra pictórica presente en Melilla de escultor y pintor Pepe Gámez (Melilla, 20…
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto que nos interpela, casi en igual medida,…
De Galicia al Mediterráneo Si vemos la imagen de una colonia de percebes (Pollicipes pollicipes)…
Dedicaba el diario El País dos páginas de su publicación dominical del pasado domingo, 4…
Queridísimos; Si algo caracteriza a la señora Díaz Pérez (doña Yolanda, "Yoli", "Yoli O' Trapiño"),…