El pueblo gitano sigue siendo muy fiel a sus costumbres y liturgias ancestrales y el “pedimiento” es una de ellas. Se trata nada menos que de un compromiso de matrimonio en el que participan las familias de los jóvenes novios, en esta ocasión Agustín Heredia Heredia y Merchi Torres Cortés, que también están acompañados en la fiesta por familiares y amigos.
Organizar una pedida de mano no es cosa de un día. Josefa Cortés Heredia, madre de la novia, asegura que tenerlo todo a punto lleva su tiempo. “No menos de 8 meses”, apunta. Cualquier detalle se tiene que tener previsto para que el acto oficial de compromiso sea todo un éxito, como ha sido este caso.
Y tampoco es barata una fiesta de estas características. Sin haber cerrado todavía las cuentas, Josefa Cortes cree que la pedida habrá supuesto no menos de 19.000 euros.
Como suele ocurrir en estos acontecimientos, sean o no gitanos, la novia es la gran protagonista de la fiesta. Tiene hasta tres vestidos distintos que lucir, todos ellos diseñados específicamente para la ocasión. Son pura fantasía, de telas muy especiales, llenos de pedrería y plumas.
Los tres vestidos de Merchi Torres, a cual más especial, fueron hechos a medida para ella en la tienda Telas Israel de Lujo, propiedad de Felipe Heredia Moreno. Para llevar adelante el encargo, contó con la ayuda de Remedio Santiago Heredia. La boutique se encuentra en las Islas Canarias, concretamente en Tenerife.
El día de la pedida, los padres de los novios alquilaron sendas suites en el Hotel Melilla Puerto. Como es tradición, sobre la cama principal se colocaron todos los complementos que luciría la novia: las coronas, peinas, flores, zapatos, etc. Incluso la botella de un conocido champán francés.
En maniquíes por la habitación, los vestidos que luciría de cara la fiesta. Destacan dos: uno verde claro con bordados en oro de larga cola y uno de estilo más moderno y menos pesado, con uno corto debajo y una especie de malla de red por encima hasta el suelo. Ambos resultan espectaculares.
Allí, en la suite, están las familias más cercanas. La novia, en camisón, canta y baila con sus primas y amigas más allegadas; todas ellas le ayudan a vestirse para la ceremonia que viene a continuación.
El acto de la pedida comienza cuando la familia del novio llega hasta donde está la novia con los suyos. Allí, los padres de ambos conversan y la pregunta es si hay acuerdo con el compromiso. La última palabra, como es lógico, la tiene Merchi, que es la que debe decir si acepta o no la petición de matrimonio. “Lo principal es lo que diga la novia”, comenta Josefa. “El padre, Diego Torres Torres, llama a la hija mientras suena la música y le pregunta. La última palabra la tiene ella”.
Una vez que el compromiso queda establecido, empieza la gran fiesta. Preguntada acerca de cuándo suele fijarse la fecha de la boda, Josefa dice que en un año y medio, aproximadamente.
La fiesta, a la que asistieron unas 300 personas, se celebró en la Carpa Eurofantasía. La comida estuvo a cargo de dos grandes cocineras: Mariló Cortes y Ana Santiago. Y un detalle importante es que la tía de la novia Sarama Cortés Heredia, fue la “ayuda idónea” en un día tan especial. “Estuvo pendiente a cada momento de la sobrina para que estuviera perfecta, no se le escapó ni un detalle”.
Ya todo fue comida, bebida, cante y baile. Para esas ya altas horas de la noche, Merchi optó por el vestido más liviano y fácil de manejar. Fue su gran día y así lo vivió junto a su ya prometido Agustín.
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