Queridos paisanos y paisanas, como sabemos se aproxima la fecha de nuestra Feria principal de nuestra Patrona Virgen de la Victoria. Tengo que reconocer, que en mis años vividos en Melilla, desde 1951 hasta casi finales de 1970, en mi entorno la llamábamos simplemente la Feria, la del centro, la de la Plaza de España y algunas casetas dentro del Parque Hernández. Con anterioridad a esas fechas se celebraban otras en diferentes barriadas, las cuales visitábamos también.
La última de estas celebraciones que viví, lo fue en septiembre de 1970 y casi a finales fue cundo marché a trabajar como funcionario en La Posta, o llamada también en aquellos años, Correos-Telégrafos y Caja Postal de Ahorro, era el banco del Estado, donde era raro el español que no tuviese sus ahorros en una de esas cartillas de color blanco con la que se hacían ingresos y reintegros, cada cartero en los pueblos era un servidor público “banquero/cajero” de cada ciudadano/a.
Lástima que la especulación y políticos nefastos interesados se cagaran se banco/caja tan querido, primero convirtiéndose en Argentaria y posteriormente recalando o siendo “engullida” por el BBVA, una pena. Bueno, como quería hablar de aquellas ferias, seguiremos, además, seguramente para no extenderme mucho, sería en varios capítulos de aquí a esa celebración, muy disminuida en dos años consecutivos por la desgracia de la terrible pandemia. En una ocasión, entre los años 1985 a 1990 recuerdo que en un viaje de vacaciones con nuestros hijos a Melilla, coincidimos algunos días de esa Feria de septiembre, esa se celebraba ya, creo, en la explanada de San Lorenzo. Acudimos a una caseta mi esposa y yo junto a nuestros amigos Mari Carmen Moreno Casares y esposo José Luís Pérez Povedano. Habíamos coincido anterior o posteriormente en un viaje que hicieron ellos por el INSERSO a un hotel de Vinaroz, hasta allí fuimos a verlos desde Castellón y realizamos una visita a la bonita y mudéjar Teruel comiendo en esa ciudad la gastronomía aragonesa.
Aprovecho para mandarles un cariñoso saludo desde Castellón. Como es tradicional en todas mis colaboraciones, una vez más, voy a hablar, comentar o describir aquellas celebraciones desde mi niñez, adolescencia y juventud en nuestra bendita tierra melillense, norteafricana y española, muy española, o mejor decir: MELILLA ES ESPAÑA, como nuestro refrán preferido, MELILLA SOL DE ESPAÑA EN ÁFRICA.
Recuerdo que esperábamos esas fechas, creo que con descanso escolar, tanto en la escuela (Ataque Seco en mi caso), o después de los 10 años en el Instituto, no teníamos clase y así mucho más tiempo para disfrutar la Feria, cada cual según sus posibles económicos, claro está, bastante escaso en mi caso particular.
No obstante simplemente con ver y estar acompañados de amigos era más que suficiente, de muy niño, claro está, el acompañamiento era con mis padres o tíos, éramos una gran familia muy unida. Por la situación de mi barrio, el Monte María Cristina, con anterioridad acudíamos a la Feria de Cabrerizas. En todas, que yo recuerde no podía faltar una caseta principal, puede que municipal, cuando existía Ayuntamiento en Melilla. En cada una de ellas existía una barra con bebidas, bocadillos y algunas tapas.
También disponía de un escenario donde los diferentes cantantes y conjuntos musicales, la mayoría de Melilla, nos deleitaban con su música y nos invitaba a sacar a bailar a alguna buena moza que aceptase esa invitación… ¿Quieres bailar conmigo? Así muy formalitos lo pedíamos y como todo era tratar de pasarlo bien, en la mayoría de ocasiones se aceptaba la invitación. El que no bailaba esperando en aquellas incómodas sillas plegables de listones.
En aquellos tiempos con 14, 15, 16, 17 años, mis amigos y yo ni nos sentábamos, había que pagar. Eso sí, bailar, “lo que nos echaran”. Nos atrevíamos con todo, ritmos modernos de la época o el esperado ritmo lento pegadizo (casi siempre en los momentos finales), cuando más sudados estábamos era cuando había que echarle valor y sacar a bailar o intentarlo, con la chica que cada cual ya habíamos elegido visualmente y miradita va y viene. En ocasiones, como en el instituto alguna “calabaza” recibíamos.
Aquí lo dejo por hoy, amenazando continuar con uno o dos capítulos más recordando y volviendo a vivir rememorando aquellos bonitos años 50 y 60. Mucha salud y diversión en esta próxima Feria del 2022.
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