LAS encuestas en Melilla tienen el valor que cada uno quiera darles. En el caso de la Encuesta de Población Activa (EPA), la clase política y los agentes económicos de la ciudad no le prestan gran atención.
La mayor curiosidad de este estudio trimestral es comprobar cuántos desempleados ser ‘extravían’, cuántos parados no lo son a pesar de que sus nombres están registrados en las listas de ciudadanos desocupados y de estar buscando con mayor o menor desesperación un trabajo. En esta ocasión han sido más de 3.000 desempleados los que han dejado en evidencia a la EPA en Melilla. Frente a los 13.382 parados del último recuento en nuestra ciudad del Servicio Público de Empleo, el INE sólo ha detectado 10.200 con sus encuestas.
Mientras que en el conjunto del país las cifras del Instituto Nacional de Estadística siempre superan a las de los distintos servicios públicos de empleo y se tienen sus resultados por más verídicos, aquí ocurre todo lo contario. En nuestra ciudad, un 24% de los ciudadanos que aparecen inscritos como demandantes de empleo, en realidad sí tiene trabajo, según la EPA. De ser cierta esta afirmación del INE, las cifras de la economía sumergida en Melilla serían monstruosas. Si algún responsable del Ministerio de Empleo y Seguridad Social diera credibilidad a esos números, el teléfono de la Inspección de Trabajo en Melilla sin duda hubiera empezado ayer a echar humo. Los inspectores habrían tenido que aclarar a qué dedican su jornada laboral.
No ha sido así. Nadie levantó ayer el teléfono en el Ministerio para llamar a Melilla tras observar la EPA ni ningún empleado de la Inspección tuvo que justificar su trabajo.
Si alguien tuvo que dar explicaciones ayer quizá fuera la responsable del Instituto Nacional de Estadística en nuestra ciudad. O tal vez no; quizás sus superiores en el INE tengan más que asumido el valor de los estudios que se realizan en Melilla. Sin embargo, una batería de preguntas continúa en el aire desde hace meses: Si la utilidad de los resultados de la EPA es más que dudosa, ¿por qué se continúa realizando? ¿cuál es el motivo de que no se faciliten los recursos necesarios para conseguir la seriedad que merece cualquier estudio del INE? ¿Nadie exige desde Melilla más medios? ¿A nadie le importa que trimestralmente se cuestione la credibilidad de la EPA?
Tendremos las respuestas dentro de tres meses, cuando veamos cómo refleja el INE la realidad del mercado de trabajo en nuestra ciudad en el primer estudio que se publicará en 2015. Ahí comprobaremos hasta qué punto es interesante para los responsables del Ministerio de Economía conocer cuál es la dimensión real del desempleo en nuestra ciudad.
Difícilmente podremos llegar a poner solución al problema más grave de Melilla si en primer lugar no contamos con una cifra incuestionable de los ciudadanos a los que afecta. De momento, ninguna de las últimas EPA ha sido capaz de facilitarnos ese dato. Sólo han servido para dejar trimestalmente en evidencia al INE en Melilla.LAS encuestas en Melilla tienen el valor que cada uno quiera darles. En el caso de la Encuesta de Población Activa (EPA), la clase política y los agentes económicos de la ciudad no le prestan gran atención. La mayor curiosidad de este estudio trimestral es comprobar cuántos desempleados ser ‘extravían’, cuántos parados no lo son a pesar de que sus nombres están registrados en las listas de ciudadanos desocupados y de estar buscando con mayor o menor desesperación un trabajo. En esta ocasión han sido más de 3.000 desempleados los que han dejado en evidencia a la EPA en Melilla. Frente a los 13.382 parados del último recuento en nuestra ciudad del Servicio Público de Empleo, el INE sólo ha detectado 10.200 con sus encuestas.
Mientras que en el conjunto del país las cifras del Instituto Nacional de Estadística siempre superan a las de los distintos servicios públicos de empleo y se tienen sus resultados por más verídicos, aquí ocurre todo lo contario. En nuestra ciudad, un 24% de los ciudadanos que aparecen inscritos como demandantes de empleo, en realidad sí tiene trabajo, según la EPA. De ser cierta esta afirmación del INE, las cifras de la economía sumergida en Melilla serían monstruosas. Si algún responsable del Ministerio de Empleo y Seguridad Social diera credibilidad a esos números, el teléfono de la Inspección de Trabajo en Melilla sin duda hubiera empezado ayer a echar humo. Los inspectores habrían tenido que aclarar a qué dedican su jornada laboral.
No ha sido así. Nadie levantó ayer el teléfono en el Ministerio para llamar a Melilla tras observar la EPA ni ningún empleado de la Inspección tuvo que justificar su trabajo.
Si alguien tuvo que dar explicaciones ayer quizá fuera la responsable del Instituto Nacional de Estadística en nuestra ciudad. O tal vez no; quizás sus superiores en el INE tengan más que asumido el valor de los estudios que se realizan en Melilla. Sin embargo, una batería de preguntas continúa en el aire desde hace meses: Si la utilidad de los resultados de la EPA es más que dudosa, ¿por qué se continúa realizando? ¿cuál es el motivo de que no se faciliten los recursos necesarios para conseguir la seriedad que merece cualquier estudio del INE? ¿Nadie exige desde Melilla más medios? ¿A nadie le importa que trimestralmente se cuestione la credibilidad de la EPA?
Tendremos las respuestas dentro de tres meses, cuando veamos cómo refleja el INE la realidad del mercado de trabajo en nuestra ciudad en el primer estudio que se publicará en 2015. Ahí comprobaremos hasta qué punto es interesante para los responsables del Ministerio de Economía conocer cuál es la dimensión real del desempleo en nuestra ciudad.
Difícilmente podremos llegar a poner solución al problema más grave de Melilla si en primer lugar no contamos con una cifra incuestionable de los ciudadanos a los que afecta. De momento, ninguna de las últimas EPA ha sido capaz de facilitarnos ese dato. Sólo han servido para dejar trimestalmente en evidencia al INE en Melilla.
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