Frontera e Inmigración

La emigración de los porteadores

  • Unos 45.000 marroquíes del interior de Marruecos han emigrado a Beni Enzar, Nador o Melilla para cargar bultos

Una porteadora de 22 años, madre de un niño de 4, ha muerto tras una avalancha. Pasó en el lado marroquí de la frontera con Ceuta, pero pudo ocurrir en Melilla. Las estampidas de porteadores son continuas en los puestos fronterizos de Beni Enzar y Barrio Chino.

En los últimos años el número de porteadores se ha multiplicado por tres en la ciudad. Así lo aseguró recientemente el jefe Superior de Policía de Melilla, José Ángel González, cuando avanzó que se pospone la implantación de la frontera inteligente, un proyecto de 5 millones de euros para identificar de forma biométrica a las personas que acceden a diario a territorio melillense. De momento no es que sea imposible: es impensable. No hay policías suficientes para controlar la entrada de miles de personas a la vez.

Así, la frontera inteligente que tanto anunció el ex ministro de Interior Jorge Fernández Díaz se queda aparcada hasta que se abra un paso fronterizo dedicado en exclusiva al comercio atípico. Podría ser Barrio Chino o la futura quinta frontera.

El vertiginoso aumento del número de porteadores en Melilla lleva aparejada una inmigración masiva del interior de Marruecos hacia zonas de Beni Enzar y Barrio Chino en la parte marroquí. Muchos de esos barrios, incluso, han nacido con esa emigración. Entre ellos Tirakaa Oeste y Tirakaa Este, Poblau, Tauima, Egounaf o el barrio Militar.

Fuentes marroquíes hablan de que unas 45.000 personas se han mudado a la provincia nadorense  desde los años 80 para vivir del ‘contrabando’ en Melilla. Marruecos no puede prohibirle a los suyos la movilidad por el país porque en este caso, esa movilidad va un poco en la línea no confesada, aunque admitida en privado, de querer ‘repoblar’ Melilla con su gente. Pero la ciudad sí podría frenar esa inmigración marroquí, que también molesta a las autoridades de Nador, modificando, sugieren ellos, la Ley de Extranjería española de manera que sólo puedan entrar en Melilla los nacidos y residentes en esa provincia.

Con este pequeño matiz de permitir sólo el paso a los “nacidos” en Nador, el resto de marroquíes que trabajan a diario en la ciudad, la mayoría, legalmente en la construcción como transfronterizos, pero sobre todo como porteadores, no podría entrar en Melilla.

Hoy por hoy, el paquete de 5 ruedas se paga a 5 euros, el bulto normal a 10 euros y los grandes, a 20. Algunas fuentes aseguran a El Faro que los aduaneros marroquíes cobran 5 euros por cada fardo, la mitad de lo que gana el porteador llevando el bulto a la espalda, pero es muy difícil contrastarlo.

En la mayoría de ocasiones, detrás de cada avalancha en Melilla hay un aduanero marroquí que no permite el paso. De nuestro lado de la frontera empiezan los nervios, los empujones y la estampida cuando por fin abre la frontera.

Los sindicatos policiales de Melilla han dicho y han repetido hasta la saciedad que de nada sirve modernizar los pasos fronterizos de la ciudad si Marruecos no hace lo mismo de su parte. Para la Unión Federal de Policía es imprescindible abrir una comisaría conjunta hispano-marroquí que, están seguros, agilizaría el tránsito fronterizo.

Si se consigue, esto no devolverá la vida a Soad, la joven marroquí que este lunes falleció en Tetuán después de ser pisoteada por una marabunta de porteadores desesperados por cruzar la frontera. Pero al menos podría evitar que se repita su triste historia.

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