“La Dirección Provincial no es una patata caliente, sino un saco lleno”

Calzado asegura que su puesto no es de “relax” y que “si uno entra y asume una responsabilidad como ésta desde el convencimiento de que no lo van a criticar, apañado va”.

Estudió hasta los cinco años en “una escuelita” con la señorita Conchi. Luego entró en La Salle. Allí conoció al hermano Crecencio, que le impartió clases de Física y Química. Tanto le influyó que acabó estudiando esta última en Granada. Desde hace un año es director provincial del Ministerio de Educación en Melilla y asegura que este puesto se lo han ofrecido en el mejor momento de su vida profesional y personal. José Manuel Calzado asegura que prefiere dialogar con argumentos y no con insultos, que echa de menos las aulas del Miguel Fernández y que los melillenses tienen cada día más educación y cultura.
–¿Es más fácil dirigir a un grupo de alumnos de la ESO que ser director provincial?
–Cada cosa tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Un grupo de alumnos tiene la ventaja de que entiende, aunque se hable demasiado mal de la juventud, comentarios con los que no estoy de acuerdo, el respeto y que lo importante que es aprovechar el tiempo. Aquí a veces es bastante más complicado. (Risas). Pero tanto en una como en otra situación me he metido voluntariamente. La verdad es que no me puedo quejar del comportamiento personal que siento de la gente cuando se relaciona conmigo, tanto de mis alumnos, a los cuales echo bastante de menos por esos ratitos en el aula, como los trabajadores de la Dirección Provincial.
–¿Se imaginó sentado alguna vez en esa silla?
–Al principio no, pero conforme va avanzando el tiempo y uno se va involucrando políticamente en temas educativos... Siempre piensas que alguna responsabilidad te puede llegar. Pero hace cinco o seis años, ni éste ni ningún otro cargo. Las cosas me han llegado poco a poco, casi sin prisas y creo que en el mejor momento personal. Desde la jefatura de estudios a director de un centro y ahora este puesto. Aunque algunos dicen que demasiado mayor (risas). Pero la experiencia también hace mucho.
–¿Por qué meterse en este berenjenal pudiendo estar tranquilo con su plaza fija luchando con sus alumnos?
–Luchando no, trabajando con mis alumnos (risas).
–Bueno, ¿pero por qué no seguir en el aula en vez de aceptar estas responsabilidades?
–Sinceramente, no es un sitio cómodo y ya antes de entrar lo hablaba mis antecesores en este cargo, pues con algunos guardo una amistad intensa. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de que es una Dirección Provincial en la que uno tiene 1.300 profesores de nivel A y B, con un conocimiento profundo de lo que es la normativa, y 19.000 alumnos bajo tu responsabilidad. Es verdad que no es un sitio de relax y tranquilidad, sino de todo lo contrario.
–¿Es una patata caliente?
–Sí, sobre todo en esta situación en la que vivimos ahora en España y con las necesidades que tenemos en Melilla. Pero también es un reto. Me lo he tomado como tal. Pero sin duda, hay que agradecer al profesorado su actitud, pues ha entendido la situación de crisis. Nunca podré estar tan agradecido a los docentes en los treinta y tantos años que llevo en la Educación. He tenido compañeros que han estado bajo mi responsabilidad, pero el esfuerzo que están haciendo este año es muy importante. A pesar de las medidas del Gobierno central, no sólo están cumpliendo con sus responsabilidades, sino aceptando nuevos retos, refuerzos educativos, desdobles de aulas, formación y todo esto es importante que los melillenses lo sepan.
–¿Es más sacrificado este puesto de trabajo precisamente por estar en Melilla?
–Bueno, por estar en Melilla, no, sino por las circunstancias en las que está la Educación en la ciudad. Si estuviéramos en una provincia en la que las ratios son de 19 alumnos y las competencias te permiten hacer un uso más directo de los recursos económicos y humanos, pues posiblemente sería más fácil.  
–¿Se llevan bien las críticas?
–Llevo mucho tiempo recibiendo críticas. Uno se acostumbra y aprende a aceptarlas, aunque desde la  oposición es mucho más fácil y siempre lo he reconocido. Si uno entra y asume una responsabilidad como ésta desde el convencimiento de que no lo van a criticar, apañado va. En realidad, la Dirección Provincial no es una patata caliente, sino un saco lleno. Creo que estamos expuestos a la crítica y las acepto. Pero sigo sin comprender la crítica del insulto. Creo que se puede hacer debate, pero desde los argumentos para que el que está en el Gobierno no se duerma. Lamentablemente en Melilla es demasiado frecuente, por no decir lo cotidiano, la denuncia y la crítica desde el insulto.
–¿Este puesto le ha dado otra perspectiva de la Educación?
–Sí, sin duda. He sido un aspirante a profesor, interino, maestro, jefe de departamento, jefe de estudios, director de un centro y siempre uno descubre cosas nuevas y dificultades que cuando uno está abajo cree que no existen. Sí que me está dando una perspectiva nueva. He sido comprensivo  con los anteriores directores provinciales, pero le puedo asegurar que lo voy a ser todavía más cuando salga del cargo. Uno se da cuenta de que no es tan fácil arreglar, por ejemplo, unas tuberías rotas en un centro escolar o sustituir a un profesor que falta desde hace un mes. Demasiadas veces la burocracia nos come. Eso es algo que conforme vas ocupando puestos más altos es más grande y el peligro de que te coma es mayor lamentablemente.
–¿En un futuro Melilla decidirá sobre educación aquí sin tener que trasladarse a Madrid ?
–Creo que Melilla es oída en Madrid y no lo digo de ahora. Melilla, en los márgenes que puede moverse, es oída en Madrid. En el año de experiencia que llevo puedo destacar la reducción del cupo de profesores que iba a ser una y no ha sido ni mucho menos la que nos correspondía. Y esto es porque en Madrid se ha explicado que necesitábamos más profesores porque íbamos a hacer determinadas actividades. Y lo hemos conseguido. ¿Qué queremos que se nos oiga más? Por su puesto, pero creo que poco a poco lo estamos haciendo.
–¿Pero las competencias de Educación están al alcance de la mano?
–Ahora lo que hay abierto es un debate nacional de la conveniencia de haber repartido las competencias, lo del café para todos, sobre todo, en Educación y Sanidad. Ahora se esta evaluando la conveniencia de mantener este sistema. No tenemos uno, sino 17 por las comunidades y otro de de Melilla, Ceuta y del exterior. A ver en qué termina este debate. Pero lo importante es que la cordura, la seriedad y la serenidad con la que se toman las medidas en Educación.
–¿Cómo era educar en una clase? ¿Era estricto o de los que negociaban?
–Esa pregunta tendrían que responderla mis alumnos. Creo que la relación con ellos fue buena. Siempre han sabido que yo era el profesor y ellos los alumnos. Me ofrecía en todo. Con las nuevas tecnologías teníamos contacto directo por correo electrónico fuera del horario lectivo para pedir la reclamación o revisión de un examen o un trabajo. He procurado entender y conocer lo mejor posible a mis alumnos y para ello es necesario acercase a ellos y lo hice todo lo que creía que debía. Me he sentido respetado por mis alumnos. No valorado en que dé mejor o peor las clases, sino en la relación personal. Me sigo encontrando con ellos y me saludan.
–¿Se enfrentó a muchos problemas en el aula?
–Sí, 34 años dando clases dan para muchas experiencias. He tenido de todo. El primer año de tutor un grupo de alumnos, que ahora son amigos y los veo por la calle, hicieron una salvajada, una burrada y en vez de ir a los padres me buscaron a mí. Estuvimos tres días para solucionarlo y al final hablamos con los padres. Se resolvió el problema. Fue una locura que se hace con 18 años, pero que la resolvimos.
–¿Qué locura fue?
–(Risas). Hacer una burrada con un coche ajeno. Dejémoslo así. Al final, todo se arregló y como debía de hacerse. Se compensó al propietario del coche y se reconoció la culpa. He tenido de eso y también problemas de acoso, de trastornos alimenticios... Pero lo que fue para mí una experiencia  interesante fue cuando por primera vez compartí aula con alumnos con necesidades educativas específicas. De todas ellas siempre es saca el aspecto positivo, lo que me enseñaron como profesor y persona. Creo que eso es lo que uno se lleva por delante porque disgustos ya se hay todos los días como para recordar los antiguos.
–¿Qué opina de los docentes nuevos?
–Que llegan con una fuerza increíble. De mi experiencia en el Miguel Fernández es lo que destaco. Es un centro al que llegaron en poco tiempo muchos profesores jóvenes. La capacidad de trabajo de un profesor joven, la capacidad de atención personalizada a los alumnos y sobre todo, las ganas de aprender, de hacer cosas nuevas y de descubrir lo que se puede hacer, a veces, a mí como director del centro me resultaban  agobiantes. Les decía que pararan porque me desbordaban. Es importante desde la dirección  que seamos capaces de animar a que esa energía se desarrolle, porque demasiadas veces se les para. Animo todo el que tenga una idea nueva que la exponga y luche por sacarla a delante porque eso permitió que el Miguel Fernández fuera el primer centro en tener aulas de convivencia, un plan de igualdad, un concurso de literatura, aulas de atención específica y actividades extraescolares con alumnos con necesidades. El centro puede presumir de eso gracias a un grupo de jóvenes que lo propusieron. Los que somos menos jóvenes no podemos ser un freno, sino una ayuda para que esa energía salga adelante.
–¿Cree que los interinos no se implican y se van de Melilla en cuanto pueden?
–Creo que no. Es verdad que la Educación para los interinos y para todos es nuestro puesto de trabajo. En esta vida hay que trabajar para vivir y no lo contrario. Hay que buscar un equilibrio, pero por encima de todo está su situación personal. Puede darse el caso de  un docente con 25 años que esté viviendo en Melilla desarrollando una labor educativa impresionante y que su circunstancias haga que a los 30 se quiera ir a otra ciudad. No hay por qué reprocharle nada, sino agradecerle toda la labor positiva que han hecho aquí. Evidentemente hay garbanzos negros. En todos los ámbitos hay gente mala, buena y regular. Nadie puede decir que en mi profesión todos somos malos o regulares, porque habrá de todo. Lo que hay que hacer es aprovechar el caudal de energía y la capacidad que tienen todos estos profesores nuevos que se incorporan a la Educación en Melilla y luego,  dejar que libremente decidan qué desean hacer. No somos nadie para decir que vienen aquí para sumar puntos. Es una decisión personal. También pueden ellos decir que aquí se queda la gente porque cobra más que en la península. Pero no, los docentes se quedan porque están bien. Hay que respectar las decisiones personales.
–En temas educativos, ¿los melillenses son comodones?
–Me estoy llevando una sorpresa. Hemos repasado con la Unidad de Orientación el mes de marzo y hay muchas personas en Melilla que se están acercando y pidiendo información. La situación económica y de desempleo hace que intenten buscar una vía para fortalecerse, pues sino la crisis mental a la que uno puede llegar es muy dura. Se refugian en la educación y eso es bueno. Ahora ya no es que se acerquen personas que no tienen estudios y que quieren hacer algo, sino que tienen un grado medio y al estar en paro piden cómo pueden actualizar su formación. Es más trabajo para la Dirección, pero es un reto nuevo intentar buscar a este colectivo una satisfacción para que, por lo menos, tengan el alivio de que se están formando y el tiempo de desempleo lo utilizan en algo útil.
–¿Se nota que crece el interés?
–Sí, la gente tiene interés como también lo tiene por la cultura. Cada vez que hay una obra de teatro en Melilla no hay forma de encontrar una entrada y ahora con Internet funcionando menos. Cada vez que hay  un evento cultural, la presentación de un libro o una conferencia la afluencia de público es alta. Creo que en este aspecto cuando se le cuenta a las personas de fuera de Melilla se sorprende del movimiento y del interés por la cultura hay en la ciudad. De esto debemos de estar satisfechos. Tanto para las consejería de Educación como Cultura y el Ministerio nuestra responsabilidad es que esto siga.
–La gente foránea critica la falta educación en aspectos culturales y cívicos de los melillenses, desde aplausos que no son oportunos en el teatro hasta tirar papeles en mitad de la calle. ¿Esta de acuerdo?
–Nunca hay que estar conforme con lo que se tiene y en Melilla hay aspectos en los aún nos queda un trecho que andar. Pero, por ejemplo, si hablamos de la anécdota del teatro se debe ser consciente de que no llevamos tanto tiempo con una obra de teatro al mes o cada quince días un concierto o unas jornadas culturales. Tendremos que aprender cómo se hace esto, pero me gustaría ver alguna ciudad de 80.000 habitantes cómo es su actividad cultural y la respuesta del público. Pero hay un tema, como el del papel que se tira en la calle, en el que estoy de acuerdo. Pero se está avanzando en este tema. Un responsable del Ministerio hizo una visita privada hace unos días y comentó, por ejemplo, la limpieza de la ciudad. También es que no le pilló mucho viento (risas). Nos falta por dar pasos en educación vial y en el uso del coche. Tenemos un enorme trecho que avanzar, ahora con el plan del movilidad a ver si avanzamos.

Compartir

Artículos recientes

Prueba Video Embed DailyMotion

La segmentación geográfica no funciona. Compruebe si la geolocalización IP está habilitada en su cuenta…

1 mes hace

Los Caleros de Ayamonte de Pepe Gámez

En la obra pictórica presente en Melilla de escultor y pintor Pepe Gámez (Melilla, 20…

4 meses hace

Indagando sobre el sentido del temor a la muerte

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto que nos interpela, casi en igual medida,…

4 meses hace

Percebes

De Galicia al Mediterráneo Si vemos la imagen de una colonia de percebes (Pollicipes pollicipes)…

4 meses hace

Derecho a discrepar

Dedicaba el diario El País dos páginas de su publicación dominical del pasado domingo, 4…

4 meses hace

Verano del tiempo viejo (VII)

Queridísimos; Si algo caracteriza a la señora Díaz Pérez (doña Yolanda, "Yoli", "Yoli O' Trapiño"),…

4 meses hace