Les recuerda que deben oponerse a ejecutar las órdenes de los mandos que no se ajusten a la ley. La Dirección General de la Policía ha enviado una carta a cada uno de los agentes del Cuerpo en la ciudad con motivo de la celebración de su patrón los Ángeles Custodios el próximo 2 de octubre. La misiva venía acompañada de un código ético de 27 páginas para que sea “estudiado, conocido, interiorizado y difundido”.
Al final del cuadernillo, al que ha tenido acceso El Faro, se destacan los diez mandamientos de la Policía Nacional.
El primero de ellos habla de proteger y respetar el libre ejercicio de los derechos y libertades de todos los ciudadanos y contribuir al bienestar y cohesión social de la nación.
En segundo lugar, colaborar con la administración de justicia en la aplicación de las leyes, la investigación de los delitos y en la protección de las víctimas. También exige dar un trato correcto a los detenidos.
El tercer deber de los policías nacionales se refiere al cumplimiento de las órdenes, pero no todas. El manual habla de obediencia sólo a aquellas órdenes que se ajustan a los criterios de legalidad. Asimismo, anima a “oponerse a ejecutar todas aquellas que vayan contra la Constitución o las leyes vigentes”.
En cuarto lugar, el decálogo de la Policía Nacional exige a los agentes rechazar la corrupción y denunciar cualquier caso del que tengan noticias.
El quinto principio habla de “evitar toda discriminación por razón de raza, etnia, religión, creencias, sexo, edad, ideología o discapacidad”.
Asimismo, el sexto mandamiento recomienda a los policías nacionales dar un “trato esmerado a los ciudadanos”. Además pide a los agentes que ofrezcan información suficiente y auxilien a la ciudadanía cuando sea necesario.
Por su parte, la séptima norma anima a los policías nacionales a prestar un tratamiento especial a las personas más vulnerables.
La octava habla de guardar el secreto profesional de todas las actuaciones, garantizando el derecho a la intimidad y a la propia imagen.
También recomienda a los policías nacionales que eviten situaciones de abuso de poder y que hagan “siempre” un uso proporcionado de la fuerza.
Finalmente, el decálogo pide a los agentes “responsabilizarse individualmente” de todas las actuaciones y que se opongan a aquellas que puedan vulnerar las disposiciones del código ético del Cuerpo y de la legislación vigente.
Además de estos diez principios, el manual enviado a cada uno de los policías nacionales de Melilla incluye detalles llamativos como el que sugiere a los agentes “manifestarse con elegancia”, “cuidar el lenguaje y los gestos verbales y no verbales”.