Sociedad melillense

La difícil tarea de buscar piso en Melilla cuando tienes mascota

Buscar un piso de alquiler suele ser una tarea complicada. En Melilla, una de las quejas constantes es el abusivo precio de los inmuebles además de la poca oferta que hay en comparación a la alta demanda. Todo esto se dificulta más si la persona que busca un piso en la ciudad tiene una mascota. 

De forma general, la tenencia de mascotas es uno de los conflictos más usuales a la hora de buscar piso o casa de alquiler. En toda España, miles de personas se encuentran con puertas cerradas cuando intentan buscar un hogar para ellos y sus mascotas. 

En el portal web de alquiler de Idealista, un 20% de los anuncios que hay publicados prohíben a las mascotas en los inmuebles expresamente, es decir, dejan claro que no quieren inquilinos con animales de compañía. Aún más sobrecogedor es otra cifra que registra el portal: tan solo el 3% los permite. 

Lo mismo ocurre con Fotocasa, otra página web recurrente cuando se está buscando pisos en alquiler. En 2021 solo el 5% de los pisos en alquiler que había en la web acepta mascotas. 

En Melilla, actualmente hay 65 anuncios de viviendas en alquiler en Idealista; de estos, tan solo 3 admiten mascotas de forma expresa. En Fotocasa, en cambio, de los 33 anuncios publicados, ninguno de ellos admite mascotas. Wallapop o Milanuncios son otras de las alternativas online que utilizan algunos propietarios e inmobiliarias para poner anuncios sobre los pisos en alquiler, pero el panorama es igualmente desolador

La cosa tampoco cambia mucho en las inmobiliarias de la ciudad. Explican que la mayoría de propietarios no quieren mascotas en sus pisos por miedo a que causen daños en la vivienda o generen malestar en los vecinos. Ruido, muebles rotos o desperfectos en las paredes, son algunos de los temores de los propietarios, según explican vendedores locales. 

Confirman que, evidentemente, cuando alguien llega buscando un piso de alquiler y dice que tiene una mascota, la oferta se ve muy reducida. “Hay propietarios que son más receptivos y con los que se puede hablar más fácilmente. Algunos, aunque de primeras no quieren una mascota, cuando conocen al inquilino pueden llegar a un acuerdo”, cuentan. 

Sin embargo, este no es un ejemplo mayoritario porque, por desgracia, la demanda en Melilla es más grande que la oferta y hay más gente “sin perros o gatos” buscando alquilar un piso. “Es una situación complicada”, lamentan desde una inmobiliaria local.

Malena es una joven que vive de alquiler junto a su pareja y a su mascota. “Adoptamos a Crema (su gato) cuando ya vivíamos aquí. Llevábamos un tiempo queriendo tener una mascota, pero nunca pudimos”, explica esta ciudadana. 

Confiesa que en su contrato de alquiler no establece específicamente que se prohíba tener mascotas en el inmueble. “No le he consultado al casero por miedo a que dijera que no. Siempre nos ha frenado mucho el adoptar una mascota por el tema de alquiler. No podemos permitirnos tener casa propia y buscar una vivienda cuando tienes un perrito o un gato es un infierno. En nuestro contrato no pone nada de que no podamos tener mascotas, así que lo consulté con mi abogado y me dijo que era totalmente legal porque no estaba especificado”. 

Desde que Crema llegó al piso –hace ya un año– no ha causado ningún desperfecto. Pero si lo hiciera, dice Malena, no dudaría en arreglarlo de su “propio bolsillo”. “El animal es mi responsabilidad y si hace algo, me encargo yo de solucionarlo. No entiendo cómo puede haber caseros a los que les cueste tanto entender esto”. 

Algo similar piensa Raúl, otro joven melillense que vive de alquiler, pero se tuvo que “conformar” con un piso que no le gusta mucho, pero que sí admite mascotas. Cuando se mudó a la ciudad con su perro Kiko por motivos laborales, buscar piso fue “muy difícil”. “Desde el primer momento fue complicado. Entre que había pisos muy caros y que no aceptaban mascotas, la lista se redujo muchísimo”. 

Intentó hablar con los propietarios para llegar a un acuerdo, pero muchos se mostraron reacios. “Les proponía añadir una cláusula específica por si Kiko causaba algún daño. Yo lo pagaría, además de la fianza. Aunque no iba a hacer falta porque es muy tranquilo y nunca ha hecho nada. Aún así, nada”. 

Raúl cuenta que Kiko es un perro muy bueno y que parece “mudo” porque ni ladra. A pesar de eso, buscar piso para ambos no es camino de rosas. Él ha vivido en otras ciudades y aunque siempre es más complicado cuando tienes mascotas, asegura que en Melilla, al ser una ciudad pequeña, se encontró con más trabas. 

“Entiendo que (los propietarios) tengan miedo de que un perro pueda hacer algo en el piso, pero para eso está la fianza. Hay personas que viven de alquiler y luego dejan los pisos destrozados. En cambio, a mí me ha pasado un par de veces que he dejado el piso mejor de lo que estaba y he tenido problemas para que el casero me devuelva la fianza”. 

Carmen es vecina del centro de la ciudad. Ella no tiene mascotas porque, dice, no podría dedicarles el tiempo que merecen, aunque le encantan los animales. Coincide con Raúl y entiende el temor de los propietarios porque el piso pueda sufrir daños. 

“Los animales son más buenos que muchas personas. Los hay que ni limpian ni nada, y luego dejan la casa fatal. Los animales no tienen culpa de nada y si están bien educados, no entiendo porqué son un problema”. 

Esta melillense pone de relieve que en la época que vivimos, en la que se ha avanzado tanto en los derechos de los animales, todavía siga habiendo tantas personas que se vean limitadas a la hora de poder alquilar un piso por el simple hecho de tener una mascota. “Son parte de la familia. Lo dice ya la ley. No se les debería prohibir que vivan en una casa”.

Carmen hace referencia a la reciente ley de Protección Animal, que considera a los animales como parte del núcleo familiar. Sin embargo, los alquileres se rigen por la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) permite que sean los propietarios quienes deciden si aceptan a las mascotas o no en su vivienda.

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