Categorías: Sociedad

La devolución como recompensa

Es uno de los grandes valores del ser humano. Devolver de la mejor forma posible lo que uno recibe en la vida.

Así, un grupo de más de 30 voluntarios y voluntarias han estado durante todo este mes de julio realizando actividades lúdico-deportivas para sacar de la rutina a los niños y niñas que son atendidos durante el año en los centros de las hermanas María Inmaculada del Monte María Cristina, San Agustín, San Francisco y Sagrado Corazón. Son las colonias que cada año organiza Cáritas Interparroquial y que lleva a cabo el centro de las hermanas María Inmaculada. También participaron más de 90 niños y niñas de La Purísima y el Centro Asistencial ‘Gota de Leche’.
Muchos de estos voluntarios vienen desde puntos lejanos del país y ellos mismos sufragan todos sus gastos. “Cuando hay ganas de hacer algo no importa que estés tan lejos. A mí me ha dado igual cruzarme toda la península”, cuenta Beatriz Esteban, quien también asegura que hace cargo de todos los costes. “El transporte lo pagamos nosotros y la estancia en Melilla, aunque el ferry lo pagan desde aquí”, explica.

Merece la pena
Ella es una de las monitoras de la segunda quincena del mes, aunque también participó en un turno el año pasado. Este año ha arrastrado a  su tocaya y amiga Beatriz Arteaga. Ambas vienen de Pamplona. “Somos amigas y el año pasado quise haber venido y no pude. Ella me convenció, porque sólo me contó cosas buenas”, apunta. Para ellas merece totalmente la pena. “Para repetir”, coinciden las dos. “El ver cómo sonríen y cómo se lo pasan al final es lo que hace que tú también te lo pases bien”, confiesa.
Otros casos son los de Noemí y Luis María. Ella viene desde Cantabria, él desde Barcelona. Ambos han sido monitores del grupo de niños y niñas de los centros de menores de Melilla (La Purísima y ‘Gota de Leche’). Las colonias duran quince días, pero algunos repiten. “Me vine para estar la primera quincena de julio, pero hablé con la hermana Mercedes para ver si me podía quedar otra más y aquí estoy”, relata. Esta experiencia ha sido de lo más enriquecedora, tanto para ella como para el resto. “Es una experiencia increíble. Ellos te lo dan todo. Tú le intentas dar todo lo que tienes pero al final recibes el doble. Esto es así. Cuando saben que te tienes que ir no se despegan y te llevas lo más grande que hay aquí”, cuenta.

Devolver lo que recibieron
Entre los monitores se encuentran Mohamed y Sufian Mohamedi. Los dos estuvieron hace años con las hermanas del Monte María Cristina, pero no como voluntarios, sino como niños que acudían a las colonias de Cáritas. Ahora, varios años después, han vuelto al centro, pero para devolver lo que recibieron con otros menores que, como ellos, salen de la rutina del barrio para realizar actividades entretenidas con el resto de sus amigos y amigas. “Es una experiencia muy bonita. Estuve aquí de niño y me gusta devolver lo que yo he recibido”, cuenta Mohamed. Él es monitor del grupo de los niños y niñas de La Purísima y ‘Gota de Leche’.
Sufian Mohamedi no es monitor de las colonias, en su caso, es uno de los voluntarios que realiza actividades deportivas durante todo el año con los menores del centro. Las mismas actividades, además, a las que él acudió de pequeño. “He sido alumno de este lugar toda la vida y en mi infancia pasé por todos los rincones de este colegio. Mi siguiente reto era quitarme la vestimenta de alumno y ponerme la de monitor”, explica.

Conocer realidades
Manuel Jiménez también es melillense y este año ha sido la primera vez que ha sido monitor en una de las colonias de Cáritas para llevar a los niños a la playa, a la piscina o a conocer distintos puntos de la ciudad. Por ser de Melilla podría partir con ventaja y conocer el terreno, pero reconoce que no es así. “Parece que no vivimos una realidad que sí que está aquí. De hecho en esta zona la semana pasada nos quedamos sin agua y en otros puntos de la ciudad no fue así. Es una experiencia que se agradece”, relata. En este mes de julio hubo cuatro colonias en las que participaron más de 30 voluntarios en los ocho grupos de seis a ocho niños en los que se divide cada colonia. Cada grupo contó con la dirección de, al menos, dos monitores. Una experiencia que todos esperan repetir el año que viene.

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