Ahora las inmediaciones del Jardín Valenciano es el lugar preferido por los inmigrantes para su tiempo de ocio. Siete meses después del desalojo y eliminación del poblado de chabolas en la loma del Cerro de Palma Santa, parecía que esta problemática había finalizado. De hecho, la Delegación del Gobierno recordó ayer, en declaraciones a El Faro, la prohibición expresa de levantar chabola alguna, pues desde los hechos acaecidos en el Cerro, su responsable, Abdelmalik El Barkani dio orden expresa a la Guardia Civil para que intensificara la vigilancia en las inmediaciones del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y el perímetro fronterizo para evitar nuevos asentamientos.
El objetivo es evitar a toda costa que este tipo de construcciones vuelva a proliferar. Según pudo saber El Faro, ahora los inmigrantes prefieren la ribera del río y la zona del Jardín Valenciano para su tiempo de ocio. De hecho, este diario, pudo comprobar que en el descampado ubicado en las inmediaciones del supermercado Lidl se acumulaban algunas basuras y entre la maleza se podía observar una pequeña construcción, similar a una chabola.
Tranquilidad en Palma Santa
Sin embargo, el Cerro de Palma Santa presentaba el mismo aspecto que en los últimos siete meses, desde el desalojo. La tranquilidad del barrio era la nota dominante en la soleada mañana de ayer. Poco queda ya del poblado de chabolas que tantos problemas de convivencia provocó entre inmigrantes y los vecinos de las viviendas más cercanas a la loma. La vegetación ha recuperado su terreno, pero aún permanecen algunos restos de basuras en las zonas de acceso más difícil.
No había inmigrantes merodeando por la zona de Palma Santa, como sí se podía observar hace poco más de siete meses. Las idas y venidas de los inmigrantes desde el CETI al Cerro, únicamente separados por la carretera de circunvalación, eran constantes durante todo el día. Pero los conflictos se daban con frecuencia por las noches.
Las rencillas entre inmigrantes de distintas nacionalidades y creencias religiosas provocaban la mayoría de los altercados que, en ocasiones, acababan con daños materiales y personales. El suceso más grave se registró en marzo de 2010 con la muerte de tres inmigrantes en un incendio.
Desde que comenzara 2012, en cinco meses se registraron seis incendios, un fallecido por arma blanca, seis inmigrantes asistidos por inhalación de humos, un inmigrante se quemó el 60% de su cuerpo en uno de los incendios el pasado mayo y se detuvo a tres posibles autores de los fuegos. Hasta el desalojo realizado a finales del mes de mayo, los sucesos en el Cerro se intensificaron de manera notable.
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