Medio ambiente

La culebrilla mora: de serpiente a lombriz

A pesar de su pequeño tamaño, no superior a 20 centímetros, también la culebrilla mora (Trogonophis wiegmanni) sufre los efectos de la superstición que considera venenosos todos los animales que carecen de patas. Muy al contrario, es quizás la más inofensiva de nuestras culebras; tan inofensiva como una lombriz, animal con el que además comparte hábitat y algunas cosas más.

Los hábitos subterráneos de la culebrilla mora han moldeado su cuerpo a lo largo de millones de años, y ha terminado pareciéndose más a una lombriz grande que a un reptil. Es lo que se denomina “convergencia evolutiva”, un proceso natural por el que algunas especies que comparten nicho ecológico, a pesar de ser en principio muy diferentes, evolucionan a veces de forma paralela hasta parecer miembros del mismo Orden e incluso de la misma Familia taxonómica.

El caso de la Trogonophis es un ejemplo radical de este proceso: muchas de sus características, como el cuerpo anillado y la visión reducida, son soluciones evolutivas que le facilitan el sobrevivir bajo tierra y excavar galerías con facilidad en el terreno; las mismas soluciones evolutivas que han transformado morfológicamente a la lombriz, por lo que la semejanza entre especies tan separadas en el árbol genealógico es al final cuestión de lógica. Los anillos verticales permiten a estas dos especies plegar su cuerpo como si fuera un acordeón y avanzar bajo tierra a través de las galerías que construyen. En cuanto a la visión reducida, es normal en un hábitat en el que la oscuridad es total la mayor parte del tiempo, y por tanto es mucho más importante el desarrollo de otros sentidos como el tacto.

Reptil al fin y al cabo

Los hábitos alimenticios de la Trogonophis ya son más acordes con su condición de reptil, pues a diferencia de la lombriz, que se alimenta de materia orgánica, la culebrilla mora caza insectos que localiza en las galerías que excava, lo que la convierte en un gran aliado del campesino tradicional, al devorar los coleópteros que, en su fase de oruga, viven bajo tierra devorando las raíces de las plantas. Estas orugas pueden ser un problema para cultivos de plantas napiformes como la zanahoria o el rábano, por lo que una vez más es necesario un buen equilibrio ecológico para depredadores subterráneos como la culebrilla mora tengan su espacio en las huertas y mantengan a raya a los insectos, de forma que no lleguen a constituir nunca una plaga.

La culebrilla mora es una más de las muchas especies de culebrillas ciegas que existen en el mundo. Todas comparten esas características antes citadas, como el cuerpo anillado, que les asemeja a lombrices grandes. Pertenecen a un grupo de familias que se agrupan en el Orden Amphisbaenia. Nuestra culebrilla mora se destaca entre todas estas especies por su curiosa librea a cuadros amarillos y oscuros.

Melillense y africana

La culebrilla mora es endémica del norte de África, y sus únicas poblaciones españolas se encuentran en Ceuta, Melilla y las islas Chafarinas. Es, por tanto, una de las especies que hacen que el patrimonio natural de Melilla sea tan particular y aporte tantas singularidades al catálogo de especies de España a pesar de la escasa extensión de nuestro territorio.

El hecho de que la culebrilla mora sea mucho más abundante actualmente en las Chafarinas demuestra que la influencia humana va en detrimento de esta especie. Efectivamente, los mayores problemas a los que se enfrentan las culebrillas ciegas es la degradación de su hábitat. En los entornos rurales de Melilla antaño eran muy comunes, y para los antiguos agricultores esta especie era bien conocida, pues era muy habitual desenterrarlas sin querer mientras realizaban labores en el campo.

Sin embargo, el abandono de las labores agrícolas en los terrenos rurales de Melilla tuvo como consecuencia la compactación del terreno, una de las causas de que la culebrilla ciega fuera cada vez más escasa, pues en una tierra dura no puede construir sus galerías. La conversión de estas antiguas huertas en escombreras o garajes de maquinaria pesada ha terminado reduciendo el hábitat de la culebrilla ciega en Melilla hasta hacerla una especie rara y muy difícil de encontrar, salvo en algunas zonas del cauce del río de Oro, cuyas arenas fluviales reúnen las condiciones idóneas para ella.

La culebrilla mora es, por tanto, una de las especies que se verán beneficiadas de forma más directa del proceso de renaturalización del río de Oro que se está lleva a cabo, y es previsible que aumente significativamente su mermada población actual y su área de distribución en nuestra ciudad, revirtiéndose de esta manera la tendencia que estaba comprometiendo el futuro de esta especie en nuestra ciudad.

 

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