La campaña electoral ha entrado en una deriva indeseada en Melilla. Pese a que los ciudadanos han dicho en todas las encuestas que la crispación política y los políticos que la promueven constituyen uno de los problemas que más les preocupan, los partidos se desatan en campaña electoral. Especialmente en nuestra ciudad, donde la sombra de la compra de votos por correo vuelve, una vez más, a centrar el debate.
Ayer Los Verdes de Toni Roderic anunciaron que renuncian a presentarse a las elecciones, que retiran su candidatura y que dimite la lista electoral tras comprobar que el número uno a la Presidencia de la Ciudad no era la persona idónea. También han avanzando que debido a los asaltos a repartidores de Correos van a impugnar las elecciones porque consideran que el proceso está viciado.
Lo mismo piensan en el PP, tras ser acusados por CpM de estar detrás del escándalo del voto por correo. Y en eso ha quedado la segunda jornada electoral: en un cruce de acusaciones entre los partidos que más electores movilizan en la cita con las urnas. Es un nuevo episodio del "y tú más" al que no terminamos de acostumbrarnos porque en realidad no resuelve el gravísimo problema que tenemos en Melilla.
Que Los Verdes tiren la toalla echa más leña al fuego. Para ellos, que no se presentaron a los comicios de 2019, salirse del juego no representa mayor problema, pese a que aseguran que manejan encuestas que les dan tres representantes en la Asamblea, nada más y nada menos que unos 6.000 votos. Podemos, con más tradición en Melilla, ha sido más modesto y aspira a reunir al menos 2.000 para entrar con el Parlamento. Los que están fuera saben que el 5% mínimo no está al alcance de todos.
Este gesto de Los Verdes, que probablemente les dará el mayor titular que han tenido en una legislatura en la que no se ha advertido su presencia en la ciudad, no hace más que enfangar aún más el proceso electoral y, de paso, desmovilizar a los ya de por sí desmovilizados votantes melillenses.
La gente tiene problemas para dar y compartir y no necesita que los políticos añadan uno más a sus vidas. Militarizar el reparto del voto por correo; controlar con drones y guardias civiles la entrega de votos por correo en barrios de la periferia es disuasorio no solo para los que pretenden delinquir sino también para los votantes. Sabemos que no hay alternativa dada la situación en la que nos encontramos, pero es triste que la fiesta de la democracia se convierta en Melilla en un triste velatorio.
Los melillenses no nos merecemos esto. Quienes acceden a vender su voto están condenando a sus hijos a seguir vendiéndolos en el futuro porque la trampa los dejará atrapados en el subdesarrollo. No vamos a salir del fango si no acabamos con esto. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no están para vigilar carteros, pero tienen que hacerlo porque los antidemócratas no nos dejan otra opción. Esto no puede seguir siendo el lejano Oeste. Somos España y somos Europa y tenemos que comportarnos como españoles y como europeos. El Estado tiene que tomar cartas cuanto antes. Esto es una vergüenza.
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