l La mayoría de las familias no tiene un presupuesto cerrado sobre lo que van a gastar en el Real l Los empresarios aseguran que casi todos los días las mesas se han llenado tanto a mediodía como de noche.
Más de 13.000 melillenses están en paro y otros tantos tienen contratos temporales. El que más y el que menos tiene algún familiar que lo está pasando mal y todo esto, a priori, parece incompatible con salir a la Feria a disfrutar y a gastar. Sin embargo, siempre hay quien a pesar de todo decide salir a divertirse. Los ‘caseteros’ de la Feria aseguraban ayer en declaraciones a este periódico que las ventas no sólo no se han reducido respecto al año pasado, sino que incluso han crecido en muchos casos. Ellos han puesto de su parte no aumentando los precios de las cartas y los melillenses han respondido llenado casi a diario las mesas que ofrecían en sus casetas.
Federico Fernández, de la caseta Casa Fede, aseguró que han llenado las mesas todos los días. “Si el fin de semana es aún más fuerte, no vamos a dar a basto”, apuntó. El empresario indicó que no han notado que haya menos gente que otros años, sino más bien lo contrario. Tanto a mediodía como por la noche han sido decenas de personas las que han elegido su caseta para comer. El secreto de este buen funcionamiento, ajustar los precios al máximo.
El casetero, que es el sexto año que está en el Real, explicó que todos los platos tienen el mismo coste, 8 euros, y la bebida 2.25 euros con tapa, lo que hace que la gente pueda permitirse comer en la Feria sin tener que rascarse mucho el bolsillo. Durante esta semana Fernández cierra el bar que regenta en el barrio del Industrial. “Esto es más rentable, por eso cerramos”, apostilló.
La única cara negativa de esos días: Las largas jornadas de trabajo a las que se enfrentan tanto él como sus trabajadores. Un total de 14 personas sirve mesas aquí a diario. Él también se encarga de la caseta de Soul Beach y la sensación es la misma, la gente está respondiendo.
Un poco más adelante, nos encontramos con la Peña Bética. Rubén Herrarz es uno de los trabajadores de la caseta. Su impresión muy similar a la de Fernández. Aseguró que prácticamente todos los días han llenado las mesas. En su caso, precisó que el mediodía ha sido algo mejor que la noche, pero que tanto en un momento como en otro han tenido un número importante de clientes. Respecto a lo que gasta la gente, esto es algo que varía. En lo que todos coinciden es en que la mayoría de las familias no tiene un presupuesto asignado, sino que va tomando lo que les apetece.
En Los Polillas, Miguel Ángel López afirmó que la Feria es demasiado larga, pero no porque la gente haya dejado de acudir a la caseta, sino porque el trabajo está siendo más agotador de lo que esperaban. El casetero apuntó que la facturación está siendo mejor que el año pasado y que prácticamente todos los días han tenido las mesas llenas. Eso sí, los precios de la carta son los mismos que hace tres años.
Para Javier Martínez de la Peña Barcelonista, la Feria 2013 está funcionando mejor de lo que esperaban. Ha sido raro el día que han tenido mesas vacías y son muchos los que están acudiendo casi a diario a la caseta para cenar o almorzar. El gasto para una familia que decida comer en esta caseta es de unos 40 euros, una cantidad asequible casi a cualquier bolsillo.
A falta de dos días para que concluyan las fiestas patronales de este año, la sensación entre los caseteros es unánime y clara: Ha merecido la pena poner sus instalaciones en el Real.
A pesar de las dificultades y de que los melillenses no están atravesando por su mejor año, la sensación es que han sido muchos los que han decidido disfrutar de la Feria. Habrá que esperar a la próxima semana para saber cuál es el balance definitivo sobre las visitas al Real y el dinero que ha dejado en nuestra ciudad la celebración de estas fiestas. En cualquier caso, para estos caseteros ha sido una buena forma de comenzar septiembre. Para los que hayan pasado por sus casetas a diario, ahora vendrá la verdadera resaca de la Feria, la de los bolsillos más vacíos de lo habitual para estas alturas del mes.