De sobresalto en sobresalto. Así es últimamente el día a día de Abdelmalik El Barkani. Es difícil recordar desde cuándo la Delegación del Gobierno no está en el ‘punto de mira’ de los partidos de la oposición por una y otra causa. Los asuntos polémicos se han ido acumulando en la mesa del delegado del Gobierno desde este verano.
La sucesión de ‘mensis horribilis’ comenzó con la ‘indisposición’ de Ángel Fernández Espona este verano cuando circulaba en su vehículo un viernes por la noche cerca de Puerto Noray. El PP en bloque salió en defensa del asesor jurídico de la Delegación del Gobierno, lo que inhabilitó a El Barkani para adoptar cualquier medida ‘correctiva’ si ésa hubiera sido su intención.
Llegó poco después la polémica de la concertina, que ha adquirido unas dimensiones tales que el nombre de Melilla ha viajado por toda la geografía nacional, ha protagonizado encendidos debates en distintos parlamentos autonómicos, se ha discutido en el Congreso y ha llegado hasta las instituciones europeas gracias a la diligente labor del PSOE, IU y UPyD.
Poco después, tras una nueva aparición estelar en la escena política del conocido asesor jurídico al sufrir un accidente de tráfico cuando conducía bajo los efectos del alcohol, llegó la polémica de la sanidad privada. El Boletín Oficial del Estado quiso emparejar a El Barkani con el controvertido Manuel Lamela, ex consejero de Sanidad de Madrid y adjudicatario de un contrato para mejorar la gestión en el Hospital Comarcal.
Ahora vuelve el asunto de la mudanza, un tema que estuvo sin pena ni gloria en las redes sociales hace meses y que ahora relanza El País gracias a la labor de su arqueólogo de hemerotecas, su corresponsal en Melilla y Ceuta. El tema se tratará en el Congreso de los Diputados, así al menos quiere que sea el diputado socialista Martínez Olmos. Y tal vez también llegue a los tribunales, a donde El Barkani amenaza con llevar a todo aquel que considere que le injuria. A esta lista de supuestos ‘injuriantes’ se sumaron ayer los responsables de los partidos de la oposición con representación en la Asamblea. Todos ellos firmaron una carta de PPL y la enviaron a Madrid. Como manda la tradición en estas fechas y con la misma ilusión que los niños escriben a Papá Noel o a los Reyes Magos, le pusieron el sello y se la enviaron al ministro Montoro y a la vicepresidenta Saenz de Santamaría exigiendo la destitución el El Barkani.
Éstos son los temas menores que ‘atormentan’ al delegado del Gobierno. Pero no son los únicos. Hay ‘enanos’ que sí han crecido y se han hecho gigantes. El problema de la inmigración (al margen de la demagogia de la concertina) es uno de ellos. La presión migratoria sobre Melilla, lejos de cesar, parece que cada día que pasa se incrementa más. Tampoco se observa una solución en el corto plazo al tránsito de personas y mercancías por los pasos fronterizos. Ésos dos asuntos son los verdaderamente importantes, los que preocupan a los ciudadanos y los que servirán para calificar la gestión de El Barkani cuando finalice su etapa en la Delegación del Gobierno.
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