Categorías: Editorial

La concertina de la indeferencia

El Ceti es un mundo a parte. Detrás de sus puertas hay cientos de historias personales, vivencias y situaciones que poco a poco empiezan a salir a la luz. Hasta la llegada del nuevo director, los hechos del día a día en este centro eran un misterio oculto por la neblina del rumor. Sólo se conocían algunos acontecimientos por testimonios de terceras personas que no siempre estaban bien informadas de los hechos. Hoy, poco a poco, empieza a entrar algo de luz en este centro que acoge a casi a un millar de personas. Gracias a ello El Faro pudo informar hace meses del supuesto ‘tráfico’ de niños por parte de algunos inmigrantes. Esta semana, la noticia ha sido plenamente confirmada por la Guardia Civil con la exposición de los detalles de la ‘Operación Herodoto’, que ha puesto fin a esta práctica. De este modo, nuevamente queda demostrado que la mejor manera de buscar la solución a un problema empieza por exponerlo con claridad.
Sin embargo, por desgracia la entrada de niños con padres falsos no es la única preocupación de los responsables del CETI. Hoy otra vez El Faro adelanta que en unos días está prevista la visita de representantes del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). En esta ocasión el problema, tan inquietante como el de los menores, es que un alto porcentaje de mujeres inmigrantes son víctimas de la trata de personas. El hecho de llegar a nuestro país y la posibilidad de desplazarse por los Estados de la Unión Europea no garantiza a estas inmigrantes que hayan llegado ya al ‘paraíso’. Muchas de ellas continúan estando en un ‘infierno’ quizás mayor que el que dejan atrás. Las deudas que contraen con las mafias pueden alcanzar los 40.000 euros. La suma, difícil de asumir para muchos españoles, es prácticamente imposible de satisfacer para estas mujeres, que de manera irremediable se ven obligadas a ejercer la prostitución.
Si hay motivos en Melilla para correr a esconderse detrás de un árbol y llorar, éste, sin duda, es uno de ellos. Sin embargo, es muy probable que el debate político continúe centrado en el drama de la concertina. Cuando el nombre de nuestra ciudad resuene la próxima semana en la Comisión Europea y en el Congreso de los Diputados, será para seguir con la peligrosa demagogia de las cuchillas, un arma de doble filo. Tragedias como la de la trata de personas que sufren muchas inmigrantes pasarán desapercibidas. Los eurodiputados y los parlamentarios españoles continuarán debatiendo sobre la concertina en la valla de Melilla. No les preocupa que, por ejemplo, quizás a pocos metros del Congreso, algunas de estas inmigrantes estén siendo explotadas sexualmente en ese momento.
No debatirán sobre el ‘infierno’ al que son condenadas estas mujeres que pretenden llegar a un ‘paraíso’ protegido por una infranqueable concertina de indiferencia, tan hiriente como unas afiladas cuchillas.

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