El portavoz de la Comunidad Ahmadía del Islam en España, con sede en Córdoba, Qamar Fazal, reconoció a El Faro el interés de su organización por fomentar en Melilla la cultura de la paz, el respeto, la tolerancia y la integración que defienden en su discurso. Fazal aseguró que todavía no conoce la situación de la ciudad autónoma, pero se mostró animado al considerarla un enclave importante para impulsar actividades y proyectos de difusión de las ideas de paz y convivencia que se pueden extraer del las páginas del Corán. De esta forma, la Comunidad Ahmadía podría establecer una primera toma de contacto con Melilla que, si da sus frutos, podría culminar con un representante de la organización en la ciudad.
El portavoz de esta comunidad afirmó que tiene cierta constancia de la pluralidad de culturas que conviven desde hace siglos en Melilla y que conforman el carácter acogedor de sus ciudadanos. En esta línea, reiteró el interés de su colectivo en buscar la integración de las culturas, independientemente de la religión que cada una profese. A ello añadió la importancia de adoptar los aspectos positivos de cada una de las comunidades que conviven para enriquecer a toda la población. Por ello y con la intención de organizar actividades culturales y de difusión sobre su credo en Melilla, vio oportuno establecer contacto con la consejera de Cultura y Festejos, Fadela Mohatar.
La invitación
La titular de esta consejería afirmó cordialmente que había recibido la invitación de la Comunidad Ahmadía del Islam para participar en un coloquio sobre la paz a final de mes. Sin embargo, Mohatar lamentó que todavía no había tenido ocasión de estudiar bien la propuesta y que, por lo tanto, no tenía una opinión formada como para aceptar o declinar la oferta. No obstante, la consejera agradeció que pensaran en ella a la hora de proponer iniciativas que fomenten el entendimiento entre culturas y animó a toda clase de entidades a informar y proponer actividades a la Consejería.
Rama del Islam
El presidente de la Comisión Islámica de Melilla (CIM), Dris Mohamed Amar, comentó que no tiene mucho conocimiento de este movimiento reformista del Islam, aunque aseveró que “la comunidad ahmadí goza de un prestigio dudoso” en la rama suní. Esta “mala literatura” vendría dada por el hecho de que los ahmadíes reconocieron a finales del siglo XIX a Mirza Ghulam Ahmad como el Mesías, mientras que los musulmanes no ahmadíes no reconocen a esta figura como tal y todavía estarían esperando la llegada del Mahdi islámico.
A pesar de estas consideraciones que representan “un cisma dentro de la comunidad suní”, Mohamed Amar reconoció que desde la Comisión Islámica no tienen ningún inconveniente en entablar relaciones con ellos. “Todo lo que puedan aportar será bienvenido en un entorno de diálogo y tolerancia”, sentenció el presidente de CIM.
La Comunidad musulmana Ahmadía es una organización religiosa de ámbito internacional con presencia en 206 países. El portavoz de la Comunidad Ahmadía del Islam en España, Qatar Fazal, calculó que actualmente un total de 200 millones de personas forman parte de esta agrupación musulmana. Sus orígenes se remontan al año 1889, cuando Hadara Mirza Getula Ahmad (1835-1908) se proclamó en la localidad de Qaeda (India) como el Reformador y Mesías esperado por los musulmanes. Desde entonces, la Comunidad que formó pretende transmitir el mensaje conciliador del Islam: paz y hermandad universal.
De acuerdo a Fazal, el reconocimiento de la figura de Ahmad como el Mesías ha generado históricamente muchos conflictos con las demás ramas de la religión musulmana, ya que no lo consideran como tal porque todavía están esperando su llegada. El portavoz de esta comunidad aseguró que en muchos países como Pakistán, los musulmanes ahmadíes sufren persecuciones por cuestión religiosa.
En esta línea, Fazal equiparó la situación actual de los ahmadíes a la de los primeros cristianos perseguidos como paganos o herejes tras la consolidación del cristianismo romano. A pesar de ello, la Comunidad Ahmadía del Islam lucha por la tolerancia religiosa y aboga por la convivencia independientemente de las creencias de fe de cada uno. Entre otra de las consideraciones, remarcan la importancia de no imponer nunca la religión al Estado.
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