El ministro del Interior marroquí, Mohamed Hasad, admitió ayer que la colaboración con España en materia de inmigración ha sufrido “disfunciones” esta semana.
No dio explicaciones ni tampoco dio detalles sobre el tipo de irregularidades ni sobre los motivos por los que la Gendarmería y la Marina Real marroquíes echaron por tierra en los dos últimos días la buena sintonía que venía materializándose desde el inicio del verano.
De hecho, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Melilla reconoció ayer que la entrada en la ciudad de los 50 inmigrantes que el martes permanecieron varias horas encaramados a la valla se debió a que los gendarmes de Marruecos no quisieron ‘hacerse cargo’ de los subsaharianos. A la Benemérita no le quedó más remedio que dejar que se quedaran en España y entraran en el CETI.
Sin embargo, el Ministerio del Interior, por la cuenta que le trae, ni confirma ni desmiente esta supuesta dejadez marroquí. Como viene haciendo en el último año, ayer, tras reunir a su gabinete de crisis, el ministro Jorge Fernández Díaz, alabó por enésima vez, la colaboración del país vecino.
Quitó así hierro a la polémica desatada por las ONGs que fueron testigos en el Estrecho de cómo Marruecos habilitó un par de días de ‘puertas abiertas’ para las pateras.
Los más de 70 inmigrantes que ayer permanecieron hasta 16 horas encaramados a la valla de Melilla no corrieron la misma suerte del martes y finalmente uno a uno fueron bajando de la alambrada y conducidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a la zona entre vallas, como captaron las cámaras de la agencia Efe.
Es evidente que Marruecos demostró el martes que tiene cogida la sartén por el mango. Aún así, hay que ser prudentes porque no sabemos si las ‘disfunciones’ del país vecino tienen algo que ver con la concentración de todas las fuerzas en la lucha y la prevención de ataques terroristas o si, en cambio, llevan implícita una llamada de atención. O bien porque un juzgado de Melilla investiga a los ‘mejanis’ que golpearon inmigrantes en la valla el pasado 18 de junio o si, por el contrario, el país vecino quiere sacar partido al veto de Rusia a los productos agrícolas europeos.
La política exterior marroquí es demasiado complicada como para entenderla a vuela pluma. De momento, a España no le queda otra que alabar la colaboración de Rabat. O sí, sí le queda otra: Pedir ayuda a Europa antes de que sea demasiado tarde.
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