El voleibol en España carece de peso mediático y eso condiciona mucho a los clubes que como el Voleibol Melilla destacan en un deporte sin presencia en los medios, porque, como todos sabemos, lo que no se publica es como si no existiera.
Pero el voleibol con casi mil millones de practicantes en todo el mundo es la tercera potencia deportiva mundial sólo por detrás del fútbol y de la natación, y por delante del atletismo o el baloncesto.
En nuestro país es el octavo deporte en número de fichas federativas, que no está nada mal, pero en países cercanos y afines a España, como es el caos de Francia, Italia, Argentina o Cuba, el voleibol es junto al fútbol el deporte más practicado, con gran importancia en edades escolares, siendo una referencia educativa y para el desarrollo físico y emocional.
Cuando hace años un grupo de melillenses amantes del voleibol se plantaron en Primera Nacional con un equipazo compuesto por jugadores locales que son ya leyendas del deporte nacional, como Joaquín Lizana, Abdeselam Morabet, Manuel Asensio o Paco Alcober, pocos fueron los que creyeron que ese grupo de amigos iba a llevar al Club Voleibol Melilla a las cotas más altas jamás alcanzadas por ningún club melillense en ningún deporte en toda su historia.
En 2014 el Club Voleibol Melilla, sin hacer mucho ruido, logró el ascenso a la Superliga 2, la segunda división del voleibol español, algo al alcance de muy pocos y menos en nuestra ciudad, donde los clubes en grandes ligas se pueden contar con los dedos de una mano.
Al año siguiente, sin apenas tiempo de asimilar el primer ascenso, el conjunto melillense logra llegar a la final de la Copa del Príncipe y, tras el increíble subcampeonato en copa, logra su segundo ascenso consecutivo, esta vez a la Superliga Masculina, convirtiéndose en el primer conjunto melillense que ascendía y militaba en la máxima competición de un deporte a nivel nacional.
No contentos con eso, al año siguiente, en la primera temporada en la máxima competición, los azulinos logran acabar quintos la primera vuelta y se clasifican por méritos propios para la Copa del Rey, torneo en el que quedarán también quintos, terminando la increíble primera temporada en Superliga en una meritoria sexta posición.
Dos años después, en la temporada 2017/2018, el Melilla se queda a una victoria de entrar por méritos propios en la Copa y concluye séptimo en liga tras otro grandísimo año en Superliga Masculina.
Al año siguiente jugará la Copa como anfitrión y logrará salvar la categoría ante el Fútbol Club Barcelona en una épica última jornada en una de las temporadas más duras y exigentes que se recuerdan.
Tras un annus horribilis, los melillenses empezaban esta temporada, la sexta consecutiva en la máxima competición del voleibol español, de nuevo con uno de los presupuestos más bajos de la categoría pero con la misma ilusión que el primer día.
Tras quince jornadas, los azulinos marchan entre los mejores, son el equipo revelación de la liga, tienen un pie ya en los playoffs por el título y han conseguido, por méritos propios y a falta de dos jornadas para terminar la primera vuelta, la clasificación directa para la Copa del Rey de esta edición.
Sin duda un palmarés envidiable para un conjunto que en ocho años ha conseguido dos ascensos, un subcampeonato de la Copa del Príncipe y tres clasificaciones para la Copa del Rey, además de permanecer seis años en la máxima categoría del tercer deporte más seguido y practicado a nivel mundial.
Y todo ello con humildad, con poco presupuesto y dando protagonismo todos estos años a leyendas del voleibol español. Grandes nombres, muchos de ellos internacionales con España, que han vestido la camiseta del Club Voleibol Melilla y han ayudado a hacer grande este club, como es el caso de Cosme Prenafeta, Noé de Mena, Vicente Monfort, Aitor Canca, Javier Monfort, Stefano Nassini, Víctor Méndez, Carlos Felipe González, Fran Iribarne o Mario Ferrera.
Aunque también han militado en el Melilla grandes nombres del voleibol internacional venidos del extranjero, de Marruecos, Cuba, México, Brasil, Colombia, e incluso Bulgaria, como Blagovest Petrov o Martin Dimitrov, aunque sin duda son los argentinos, empezando por nuestro querido Jorge Basualdo, siguiendo por el incombustible Leonardo Porolli y terminando por la Legión Argentina que este año inunda el cuadro azulino, capitaneados por Mariano Ariel Giustiniano y seguido por los internacionales Maximiliano Scarpín, Federico Martina y Juan Martín Riganti, los que ocupan un papel más relevante.
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