“Desnuda la fruta o Plastic Attack son dos iniciativas ciudadanas que han conseguido una dimensión internacional y que exigen a las grandes superficies que dejen de embalar productos como fruta que ya de por sí tienen una cáscara natural”, explica a este diario Antonio Tapia, miembro de Guelaya-Ecologistas en Acción. “Hay supermercados que envuelven plátanos en una bandeja de poliexpan y una película de plástico cuando es totalmente innecesario”, apunta.
Para Tapia, ésta es una muestra más de la obsesión de plastificarlo todo y el ejemplo más cercano es el uso de las bolsas de plástico para cualquier cosa. “El precio que impone la nueva normativa es muy bajo como para disuadir a las personas de comprar la bolsa. Queremos pensar que forma parte de un proceso paulatino hasta llegar a la prohibición efectiva en 2021”, comenta el ecologista.
Este miembro de Guelaya recuerda que el plástico es uno de los materiales que más deterioran el medio ambiente, ya que tarda cerca de 100 años en descomponerse. Por eso recuerda la importancia de sustituir las bolsas de plástico por otras reutilizables como las de tela o fieltro, además de evitar tirarlas en el entorno como se ve en algunos cauces de la ciudad.
Tapia considera que Melilla debería haber seguido la estela de Marruecos cuando prohibió las bolsas de plástico en julio de 2016. “Si viajas a las ciudades interiores marroquíes no te encuentras con montones coloridos de basura de plástico como sucede con las ciudades próximas a Melilla y Ceuta, donde llegan las bolsas de plástico por el contrabando y acaban afectando al entorno natural”, dice.
Para colmo, este ecologista lamenta que muchos países del Tercer Mundo estén importando productos del Primer Mundo envueltos en plásticos que ellos no generan y que después sean incapaces de tratar adecuadamente estos residuos al tener un sistema de gestión menos desarrollados para poder reciclarlos, reconvertirlos o eliminarlos de una forma eficaz, segura y respetuosa medioambientalmente. “Estamos convirtiendo a estos países en verdaderos vertederos”, apunta.
Por ello, apremia a impulsar medidas que sean efectivas para disminuir drásticamente el nivel de residuos plásticos en Melilla y espera que los contenedores amarillos, cuya instalación está prevista para enero del año que viene, no se atrasen más.
Por otro lado recuerda las consecuencias negativas que producen los plásticos en el ecosistema y es que su degradación en el entorno, especialmente en el marino, genera micro partículas de este material que acaban en el agua y que son engullidas por peces que después se pescan y entran en nuestra cadena alimenticia.
“Al comernos un pescado que contiene microplásticos, estos residuos pasan a nuestro organismo y a la larga pueden generar enfermedades como el cáncer u otras que todavía se están investigando”, detalla Tapia y concluye: “Cada vez hay más casos de alergia o estirilidad y hay estudios en marcha que investigan la relación”.
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