Desde la Consejería de Medio Ambiente informaron que, junto a la Autoridad Portuaria, dispondrán una embarcación para el control y avistamiento de colonias durante toda la temporada de verano.
En 24 horas la Consejería de Medio Ambiente de la Ciudad Autónoma volvió a abrir al público las playas de Melilla tras verificar que la plaga de medusas, que obligó a colocar la bandera roja, es “inocua”. De todo ello dio cuenta ayer el responsable del área, Ramón Gavilán, quien concretó que, afortunadamente, no se trataba, como en un principio se creyó, de la carabela portuguesa sino de una especie inofensiva: la ‘velella velella’.
No obstante, Gavilán informó de que se dispondrá, en colaboración con la Autoridad Portuaria de Melilla, de una embarcación para el control y avistamiento de colonias de medusas que pudieran alcanzar el litoral melillense durante toda la temporada veraniega. De igual manera, las medusas que yacen en la costa se retirarán en los próximos días rastrillando el litoral, reiterando que esta especie es inofensiva aunque sí molesta a la hora del baño pues suelen viajar por la superficie del mat en colonia.
El consejero también recordó que, en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente, se mantiene una comunicación constante con organismos en la zona del Estrecho para el control y avistamiento de colonias de medusas que pudieran viajar del Atlántico hacia el Mediterráneo, hecho que se da especialmente en los meses de verano cuando suben las temperaturas.
Por último, Gavilán reiteró que el cierre de las playas y la colocación de la bandera roja se hizo “por precaución” al desconocer la naturaleza y especie de la medusa que se habían localizado y, siempre, “ante la duda preferimos cerrar la playa hasta conocer qué clase de medusa es”.
Así pues envió un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos, que ya con la llegada de las buenas temperaturas acuden a la playa melillense, pues la peligrosidad de este tipo de medusa es nula, caso que no ocurre con la carabela portuguesa “claramente identificable por el tamaño”, afirmó. Así, la velella velella no mide más de ocho centímetros de diámetro y la carabela portuguesa tiene un ‘flotador’, visible en la superficie del agua que le permite desplazarse según la corriente del agua, que puede medir hasta 30 centímetros de largo y diez de ancho, con lo que, “la diferencia principal es el tamaño”, apuntó el consejero.
No obstante, a Melilla suelen llegar las llamadas ‘aguasmalas’ y, en todo caso, hay que tomar en cuenta siempre ciertas precauciones para que un día de playa no se vea truncado por una picadura.
La primera medida a tomar es ver la señalización de los puestos de socorro, no sólo para saber el estado de la mar sino también para cerciorarse de la presencia de medusas o no en el agua. Ante una proliferación es mejor no meterse en el agua, ni siquiera en la orilla, ya que pueden existir fragmentos de tentáculos con la misma acción urticante. Además, es recomendable no tocar las medusas muertas o fragmentos de ellas ya que su poder urticante persiste hasta 24 horas en condiciones de sequedad.
En la página web del Ministerio de Medio Ambiente también se detallan algunos consejos a tomar en cuenta en el caso de sufrir una picaduda de medusa. Lo primero no hay que rascarse la zona afectada por la picadura ni con la toalla o la arena y sí lavarla con agua salada y nunca con agua dulce.
Posteriormente, hay que retirar los restos de tentáculo que pudieran quedar adheridos con pinzas, nunca con la mano y aplicar frío durante quince minutos y desinfectar la zona de lapicadura con alcohol yodado dos ó tres veces al día durante tres jornadas. En todo caso es aconsejable acudir al puesto de socorro pues están equipados con el material necesario para atender las picaduras.
En caso de observarse síntomas como náuseas, vómitos, mareos, calambres musculares, cefaleas o malestar generalizado, acude al hospital más próximo, e informa, si es posible, del tipo de medusa que produjo la picadura.
‘Carabela portuguesa’ versus ‘Velella velella’
La conocida como carabela portuguesa está formada por un flotador de gas, de color violáceo y transparente, con una cresta o vela en su parte superior que le facilita el desplazamiento – de 30 centímetros de largo y diez de ancho– y una parte suspendida de multitud de tentáculos que pueden llegar a medir hasta 20 metros. Es una especie que prefiere las aguas cálidas y es típica del Atlántico y ocasionalmente se observa en el Mediterráneo. Su peligrosidad es muy alta a causa del potente veneno concentrado en sus tentáculos.
Por su parte, la ‘velella velella’ no tiene un tamaño superior a los ocho centímetros de diámetro. Se trata de un hidrozoo modificado, no es realmente una medusa, y está formada por un disco azulado redondo u oval que encierra el flotador y contiene el esqueleto córneo equipado con una vela. Cuando está viva, la vela surge de la superficie del agua para captar el viento y ayudar en el desplazamiento. Bajo la superficie únicamente posee un anillo de zooides reproductores y pescadores tentaculiformes para el alimento. Se encuentra generalmente en enjambres durante el invierno y la primavera y su peligrosidad es nula.
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