Bajo el título ‘"La Ciudad de las Cúpulas", el apasionado encuentro de Oriente y Occidente en Melilla de la mano de Carlos Baeza’, el artista local, recientemente condecorado con la Medalla de Oro de la Ciudad, ha sido entrevistado por la Asociación para el Desarrollo Cultural y Económico entre Oriente Medio y Europa (Adcome) y ahí indica que, para comprender el mensaje que él quiere transmitir, habría que conocer la idiosincrasia de la ciudad, a la que tanto su posición geográfica como su historia, así como sus avatares históricos, su rico patrimonio cultural o su legado arquitectónico modernista, confieren un carácter muy particular.
“Su discreto encanto y, por qué no decirlo, la decadencia de esta ciudad africana” es lo que lo convencieron, según detalla en la entrevista Baeza, para hacer en Melilla ‘La ciudad de las cúpulas’, un proyecto personal a nivel plástico cuyo contenido está desarrollado en su libro titulado La Ciudad de las Cúpulas y las Mezquitas. El artista indica que se trata de un homenaje artístico a la ciudad donde nació y que representa, de forma metafórica, su particular visión de la “ciudad soñada”, esa que se construye a base de recuerdos. “Mis óleos y dibujos van recomponiendo una especie de ciudad ideal en clave melancólica. Mi propia Arcadia”, indica Baeza.
Se trata, por lo tanto, en palabras del artista, de un viaje imaginario a esos escenarios comunes que forman parte de la memoria colectiva. “Como tantas veces he dicho, mi Ciudad de las Cúpulas es algo más que un simple lugar geográfico, es un lugar emocional que sólo existe en el pensamiento”, asegura en la entrevista.
En la conversación, en la que Baeza recrea su infancia a las afueras de Melilla la Vieja, cuando “ya era un bullicioso colmenar donde coexistían cristianos, musulmanes y hebreos a partes iguales”, y recuerda que el dormitorio donde nació daba a la mezquita central, que “casi podía tocar con las manos”. El artista recrea también olores típicos de la ciudad autónoma, como el aroma dulzón de los cafetines, la fragancia de las especias y el té con hierbabuena. También sonidos, los de una ciudad bulliciosa cuyo rumor “sólo era interrumpido, cinco veces al día, por la letanía del muecín llamando al rezo”. Recuerdos de la infancia, dice, de los que uno no puede abstraerse y que son la razón de que haya dedicado varias obras a la mezquita y a sus alrededores.
“Una sociedad multicultural y fronteriza”, indica en la entrevista Baeza, para quien su obra “ilustra ese cordón umbilical imposible que lleva alimentando uno y otro lado de la raya de Melilla, una recreación poética que habla del mestizaje y la superposición de culturas en la línea del tiempo”.
En este sentido, cabe destacar su “fascinación por el orientalismo circundante, el anverso de una ciudad que refleja otra realidad que no se puede eludir”, según dice. Una fascinación por el mundo oriental que, más allá de los minaretes de mezquitas y moravos, también se centra en la liturgia de sus costumbres: “La plasticidad de objetos sencillos, pero de una potente carga ritual, como las teteras y los multicolores vasos de té”.
“Quizás sea la tetralogía Las Puertas de la Ciudad de las Cúpulas la que mejor represente la misma unidad de pensamiento al respecto de este mestizaje cultural, ya que ninguno de estos pórticos existe como tal”, por lo que se recrean cuatro supuestas entradas a una ciudad imaginaria. Una “simbiosis estilística” que, en opinión del artista, “viene a demostrar que sobre las huellas del pasado se puede construir una belleza superior, más compleja, más rica”.
Amante de la cultura bereber y de sus paisajes que se extienden más allá de la frontera, sus continuos viajes a Marruecos le han inspirado a través de su especial situación geográfica. Melilla, un “umbral entre dos mundos”, un “paso entre dos civilizaciones”, en su opinión, “no puede entenderse sin su estrecha relación con ese entorno circundante”, por lo que lamenta el “progresivo aislamiento de la ciudad debido a la complicada situación de la frontera”, que lo lleva a pensar en la pérdida de aquel modelo de convivencia entre sus pobladores y su entorno físico.
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