NO es nuevo, pero creo que merece un comentario aunque sea a toro pasado. La Secretaría de Estado de Seguridad ha encargado a la Sociedad Mercantil Estatal Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España un estudio técnico y la redacción de una propuesta para reforzar y modernizar las vallas de Melilla y Ceuta.
El anuncio salió publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el pasado 3 de enero, pero con la resaca de las fiestas se me pasó por alto la contratación de un trabajo que lleva aparejados sueldos generosísimos de hasta 75,46 euros la hora para los coordinadores de grupo.
No digo que estos salarios sean injustos ni mucho menos. No podemos pretender que el Estado también precarice el empleo y las retribuciones. Pero no deja de llamar la atención que en un país donde ser mileurista es para darse con un canto en los dientes, tengamos personas ganando 5.282,20 euros por ocho días y medio de trabajo para el Estado buscando la mejor solución a las vallas de Melilla y Ceuta.
Según explica el BOE, los trabajos están justificados por la antigüedad del vallado, así como su deterioro debido a los asaltos de grupos de migrantes que pretenden entrar de manera ilegal en nuestro país. Esta situación, insiste el Ministerio del Interior, obliga a acometer una reforma “al menos en los tramos sensibles” para reforzar la seguridad y la eficacia de la doble alambrada.
Para ello el Gobierno cree necesario dotar el perímetro fronterizo de las dos ciudades autónomas de medios técnicos y tecnológicos y eliminar “determinados elementos que conllevan riesgo para la integridad física de las personas”.
Resumiendo, vienen a evaluar cómo quitar las concertinas y con qué sustituirlas. Los técnicos que trabajen en esta evaluación cobrarán entre 51,23 y 59,62 euros la hora. En total, los trabajos costarán a las arcas públicas la friolera de 48.747,70 euros.
Es curioso que nos gastemos casi 50.000 euros en quitar las concertinas y apoyemos que la Unión Europea dé a Marruecos 130 millones de euros para, entre otras cosas, poner concertinas del otro lado de la frontera española.
Nuestra hipocresía no tiene límites. Estamos tirando el dinero en retirar cuchillas que se están colocando o se han colocado en territorio marroquí.
Si hubiéramos destinado a los fondos de cooperación al desarrollo todo el dinero invertido en la valla de Melilla desde que empezó a construirse en 1996 y se habilitaron las torres de control, cámaras infrarrojas y sensores de movimiento en 1998, seguro no nos haría falta seguir gastando dinero en blindar nuestra frontera.
Marruecos sigue haciendo el trabajo sucio de Europa a cambio de lo que la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) llama “renta geográfica”.
El Reino alauí saca partido a los migrantes no sólo empleándolos en trabajos precarios en la construcción, comercio, artesanía y limpieza sino además como moneda de cambio para presionar a Europa. Si no hay pasta, nos llenan las costas de pateras.
Con la escasez de recursos que hay en esta ciudad, que haya revisores de la valla cobrando 79 euros la hora me parece una broma de mal gusto.
Hasta que la emigración no se aborde a fondo, seguiremos dilapidando el dinero. Cuando hay, no importa, pero si escasea, ¿qué hacemos? Esto no puede ser eterno.
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