La entidad recibió la visita, en su sede, de Antonio Miranda.
El pasado sábado, la Casa de Melilla en Almería realizó una nueva edición de ‘Conozcamos nuestros pueblos’, que en esta ocasión visitaba la localidad almeriense de Tíjola.
A la cita acudieron alrededor de 50 socios, encabezados por el vicepresidente de la Casa, Francisco Aguirre, ya que la presidente, Lola Ruiz, se quedó en la sede de la entidad atendiendo al consejero de Educación de la Ciudad Autónoma, Antonio Miranda, quien se desplazó a Almería.
La cincuentena de socios, después de desayunar en la localidad de Tahal, en la Sierra de los Filabres, y atravesar zonas de impenetrable niebla en la carretera, entró al Valle del Almanzora por la población de Olula del Río, con destino a Tíjola.
En la entrada de la población esperaba a los melillenses su alcalde, José Francisco Carreño. Guiados por éste atravesaron el coqueto Parque Municipal y llegaron a la Ermita de la Virgen del Socorro, patrona de la Tíjola, que el alcalde abrió para la expedición.
Allí dio la bienvenida oficial a la Casa de Melilla a su población e hizo entrega de un lote de libros sobre ésta que formarán parte de la biblioteca de la Casa.
Aguirre, por su parte, le dio la réplica, entregando una ejemplar del libro ‘Melilla viva’, a la vez que escusaba la ausencia de la presidenta de la entidad.
Después, y acompañado del encargado de cultura del Ayuntamiento, el grupo giró una visita al “mercadillo” que se celebraba en la población y, después de recorrer algunas calles a pie, llegar a la Iglesia Parroquial, abierta, también con motivo de esta visita.
Posteriormente y después de una nueva marcha por las calles de Tíjola, el grupo se desplazó a la almazara Tijoliva, donde su gerente les explicó el proceso para la elaboración del aceite, desde que la aceituna llega hasta que sale el líquido elemento. Ya para terminar esta visita, la almazara y el Ayuntamiento habían preparado una degustación de aceite, acompañado por embutidos caseros y vinos elaborados en la localidad.
Acabada la degustación y después de algunas compras, los melillenses fueron a visitar el paraje, convertido en parque y albergue por el municipio, Al-Moroc. Allí y en el restaurante del mismo nombre, les esperaba la comida, en la que además de la ensalada, embutidos y algún pescado, dieron buena cuenta de una suculenta olla de trigo.
Al finalizar la comida y ya bajo un gran diluvio, se recorrieron siete kilómetros subiendo la Sierra de las Estancias, para acceder a la pedanía de Cela, donde, desde el autobús, pues el fuerte aguacero no invitaba ya a andar, vieron la gran balsa natural que allí se encuentra.
Desde Cela, la embajada melillense de Almería inició el camino de regreso a casa, donde se llegó sobre las 20:00 horas.
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