La Cañada volvió a registrar una nueva jornada de altercados como los que se vienen produciendo de manera esporádica en los últimos años. Hay toda clase de motivos para explicar estos sucesos, desde los planes de empleo, a las intervenciones policiales, los resultados de las elecciones... Utilizar causas de lo más variado para justificar un mismo hecho resta peso a cualquier argumentación.
En cambio, sí hay otros elementos que se repiten. En todos los casos los ‘ejecutores’ de los altercados son jóvenes. Ayer algunos mandos policiales señalaban incluso la posibilidad de que entre los protagonistas de los disturbios hubiera menores de edad. También el perfil de los promotores de las protestas es el mismo. Son individuos que actúan como líderes en el barrio y que son capaces de movilizar a una masa fácilmente influenciable. Se aprovechan de la necesidad de sus convecinos, de sus dificultades económicas, de su muchas veces escasa preparación... Y siempre se mueven por intereses particulares. De hecho, fuentes de la Jefatura aseguraron a El Faro que por la mañana había tenido lugar una reunión de algunos de estos ‘líderes’ con responsables de la Ciudad Autónoma. El resultado de la cita, sin duda, no fue el deseado por los supuestos representantes de los vecinos. A pesar de ello, varios líderes de La Cañada habían intentado frenar la protesta que se venía organizando desde, al menos, un día antes. Los preparativos consistían en hacer acopio de neumáticos, recipientes de cristal y piedras. Con estos elementos era fácil prever que podían suceder unos hechos como los que finalmente tuvieron lugar ayer.
No fue posible convencer a los jóvenes para que dieran marcha atrás. ‘Ganaron’ los violentos y sus ‘argumentos’.
Sorprende igualmente la presencia de vecinos que aparentemente ayer no participaban en los altercados, pero que increpaban a los agentes de la Policía Nacional, que estaban siendo apedreados en ese momento y que habían acudido al barrio a velar por su seguridad, a salvaguardar sus propiedades y a hacer respetar la ley.
Los gritos contra los policías por parte de estos vecinos fueron constantes. Ayer había muchos de estos individuos gritando a los agentes y apoyando a los ‘manifestantes’. Sin embargo, eran muchos más los vecinos que optaron por cerrar las puertas y ventanas de sus viviendas y esperar a que pasara la tormenta. Curiosamente, también miraban al cielo algunos mandos policiales. Éstos confiaban en que las nubes terminaran por arrojar algo de agua para desanimar a los alborotadores. No fue así y los altercados se prolongaron hasta casi la medianoche.
Con lluvia o con sol, los sucesos que se vienen sucediendo en los últimos años claman al cielo. Las principales víctimas vuelven a ser los vecinos. Muchos de ellos contemplaban ayer impotentes cómo sus vehículos sufrían desperfectos, cómo eran dañadas sus propiedades o cómo quedaba alterada la vida en su barrio.