El 11 de enero de 1833 el periodista Mariano José de Larra publicó su mítico artículo “Vuelva usted mañana”, con el que retrató la burocracia endémica de este país. Hoy, 187 años después, seguimos anclados a esa mala costumbre de alargar los plazos y no hacer las cosas bien a la primera. Perdemos el tiempo y se lo hacemos perder a los demás. Con la salvedad de que en estos momentos de coronavirus, perder el tiempo podría considerarse, en mi opinión, atacar la salud pública.
Coalición por Melilla ha denunciado que tenemos un millar de test para detectar el Covid-19 desde hace una semana en nuestra ciudad, a la espera de que el Ministerio de Sanidad, del que dependemos directamente, nos dé el Ok para empezar a hacerlos.
Parece una broma macabra, pero no lo es. ¿Por qué en otras comunidades autónomas que tienen transferidas las competencias sanitarias sí se están haciendo los tests y en Melilla no? ¿Nos discrimina el Ministerio del socialista Salvador Illa o es que somos tan inexpertos que no conseguimos hacer lo que otros ya han hecho sin mayores complicaciones? ¿Estamos esperando el visto bueno de Madrid por guardarnos las espaldas o por falta de proactividad?
Es difícil de entender, como difícil es adivinar por qué si el ministro avisa de que enviará 1.200 test luego llegan 1.080: un centenar menos. O en el Ministerio hay a quien se le va la mano con el redondeo de cifras al alza o los tests se cayeron del avión por el camino o se los comió un ratón en el barco. Algo pasó con esos 120 tests que no llegaron a Melilla. Pero, mira por dónde, esto no pasa sólo en nuestra ciudad. Más de una autonomía se ha quejado de que las cifras que anuncia el ministerio no se corresponden con la cantidad de material que luego llega a las comunidades. Uhmmm me da a mí que la máquina de propaganda del Gobierno central se ha pasado exagerando o en el ministerio hay alguien a quien se le dan muy mal los números.
Lo raro es que desde el Ingesa o desde la Consejería de Sanidad nadie haya salido todavía a denunciar la situación. Sí lo han hecho las comunidades gobernadas por el PP o en nuestro caso, lo hace CpM, que forma parte del tripartito y que hoy da la impresión de ser disidente de su propio Gobierno.
Supongo que a Mustafa Aberchán le han llegado los rumores no contrastados y poco fiables, de que a Melilla lo que le hace falta es una coalición a la alemana entre PP y PSOE que, según las malas lenguas, deja a Imbroda fuera del reparto y coloca a Gloria Rojas como presidenta de la Ciudad. Las cabezas pensantes están echando fuego ahora mismo con tal de finiquitar el tripartito y apartar a Cs y CpM.
Algo se olerá Aberchán cuando se ha convertido en la oposición al Gobierno que él controla y al que no pertenece. Ni contigo, ni sin ti.
Por otro lado están los que ven la coalición entre CpM, Delgado Aboy y PP y dejan a los socialistas y a De Castro aparcados hasta nuevo aviso.
Si en algo coinciden las cábalas es en que el PP es el denominador común de todas las jugadas. Visto que en el tripartito los navajazos no tienen piedad, mejor cambiar de socios, se dirán los de uno y otro bando.
En estos momentos, en mi modesta opinión, cualquier jugada de uno u otro lado pone en riesgo la estabilidad de un Gobierno que ya tiene los presupuestos aprobados, pero mucho me temo que el aguante es limitado, al menos entre las filas de CpM, el partido más votado de los tres que componen el Ejecutivo. Ya dan signos de hartazgo y esto sólo puede ir a peor.
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