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La Avenida será peatonal

Algún día la Avenida Juan Carlos I será peatonal y los melillenses nos preguntaremos cómo hemos tardado tanto en dar ese paso. Pero aún deberemos superar algunas dificultades para llegar al momento de la inauguración de una zona libre de vehículos donde hoy se encuentra una de las principales vías para el tráfico en nuestra ciudad.
Entre los primeros asuntos a abordar están las reticencias de los comerciantes a la radical transformación que va a suponer dejar de ver pasar una incansable procesión de coches ante sus negocios. Cuesta imaginar el cambio y surgen las dudas sobre el impacto que éste va tener en la actividad comercial. Sin embargo, para hacer desaparecer estos temores infundados basta analizar el resultado que esta clase de iniciativas han tenido en otros puntos del país. La respuesta, en la mayoría de los casos, es positiva tanto en la cuenta de resultados como para el prestigio de los negocios ubicados en estas vías libres de tráfico. Además, en algunas poblaciones estas iniciativas han acabado derivando en los denominados ‘centros comerciales abiertos’. Estas organizaciones sirven para agrupar a los dueños de los establecimientos bajo unos mismos parámetros que les permiten generar una imagen de marca, ofrecer mayor garantía a los clientes y prestar servicios que ahora les resultan imposibles de manera individualizada. A lo que hay que sumar que al conseguir unirse de esta forma, los dueños de los establecimientos logran el mejor ‘antídoto’ ante los ‘temidos’ centros comerciales que provocan que los negocios tradicionales se tambaleen.
Además, al margen del beneficio que supone para la actividad económica, la peatonalización conlleva un importante aumento del nivel de vida tanto para los residentes en la zona como para el conjunto de los ciudadanos. Unos y otros tienen la posibilidad de disfrutar de una nueva área para el esparcimiento que habitualmente se equipa con un cuidado mobiliario urbano.
Como en otras muchas ocasiones, el temor al cambio surge del miedo a lo desconocido, a pesar de que en este caso el esfuerzo necesario para disipar nuestras dudas sea mínimo. Basta con observar cuál ha sido el proceso en otras ciudades similares a la nuestra.

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