Por su cuenta y riesgo, un empresario de Melilla intentó este lunes pasar mercancía a Marruecos por la frontera de Beni Enzar. En el país vecino hay cierto malestar porque creen que es una operación orquestada por la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, ya que la Policía Nacional no le puso ningún reparo a que pasara por el control español una furgoneta con una carga compuesta de tres lavadoras, una nevera y un pasamanos de escalera.
El reparo, claro está, lo pusieron los agentes marroquíes de Beni Enzar, que devolvieron la furgoneta a España pese a que tenía toda la documentación en orden para exportar legalmente su mercancía. La explicación ha sido simple: la aduana de Beni Enzar está cerrada.
Eso es algo que presuponíamos, pero que ya tenemos meridianamente claro. En esta ciudad se dijo que la aduana abriría en enero. Lo dijo el ministro de Exteriores en septiembre de 2022 desde Nueva York; lo repitió en enero y lo recalcó la propia delegada del Gobierno en una entrevista concedida a El Faro una semana antes de la celebración de la Reunión de Alto Nivel con Marruecos. Moh no precisó el día, pero sí avanzó que sería en enero y así se publicó en nuestro diario.
Sin embargo la aduana no reabrió en enero. Hicimos un paripé que hemos dado en llamar prueba piloto y que, como nos adelantaron desde Nador, era una especie de "teatro" para sacar las fotos previas a la RAN y, de esta forma, vender a la opinión pública que las relaciones bilaterales marchan viento en popa y a toda vela.
Sabrina Moh se ha llevado los palos de la patronal CEME que tiene motivos de sobra para mostrar su malestar porque la Confederación que aglutina al grueso del empresariado de Melilla creyó ciegamente en la información que se les dio, probablemente de buena fe, unos días antes de la supuesta reapertura, que no puede llamarse así porque la aduana no reabrió: simplemente superó una prueba innecesaria.
Sé que en el fondo todos sabemos que Moh no es quien decide si la aduana reabre o no y que su pecado es haber puesto cara y voz a la información que le transmitieron desde Madrid probablemente porque estaba apalabrada la reapertura de la aduana y se cayó en el último minuto por decisión unilateral de Marruecos.
Sabemos que si en algún momento reabre la aduana de Melilla será porque así lo quiere el país vecino que, en definitiva, fue quien la cerró en 2018, ejerciendo su política de hechos consumados. Y aquí habría que tener claro, como suele repetir constantemente un conocido empresario de la ciudad, que no podemos seguir hablando de la aduana comercial de Beni Enzar sino de la aduana entre España y Marruecos; una aduana europea que nos ha permitido desde 1959 exportar nuestros productos a un socio que está obligado a darle un trato preferente a las mercancías provenientes de la UE. Si no lo hace, hay que pedir a Europa que interceda a nuestro favor.
Creo que a estas alturas tenemos más o menos claro que a Marruecos no le interesa el intercambio comercial con Melilla, tanto como a nosotros nos interesa sacar nuestra mercancía por la frontera. Lo explicaba de manera muy pedagógica el profesor de Economía Aplicada de la UGR Miguel Ángel Pérez Castro cuando hablaba del cambio de modelo económico que necesita la ciudad para sobrevivir al hecho de que su principal cliente (Marruecos) no quiere seguir siendo su cliente principal.
La delegada nos dijo que en la Reunión de Alto Nivel de Rabat se hablaría de Melilla y seguramente se hizo, pero puede que éste sea uno de los cuatro o cinco acuerdos que no se firmaron en Rabat ya que se habían anunciado 24 y finalmente se rubricaron 19.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, adelantó antes de la reunión con su homólogo marroquí que abordaría con Abdelouafi Laftit la posibilidad de avanzar en la normalización de la circulación de personas por las fronteras de las ciudades autónomas.
Sin embargo, está claro que no llegaron a un consenso porque este tema no se volvió a mencionar. O sea, Marlaska lo hizo público para presionar y a Marruecos le resbaló olímpicamente el globo sonda.
En definitiva, celebramos una Reunión de Alto Nivel que, como las anteriores, no trae nada bueno para Melilla salvo la promesa de la reapertura de la aduana cuando las ranas críen pelos.
Mires por donde mires la Declaración conjunta de la RAN no hay atisbos de avances a nuestro favor. Todo lo contrario. El acuerdo de facilitar que universidades españolas públicas y privadas abran sedes en Marruecos, afecta una de las opciones de resurrección que tiene nuestra ciudad, que es la de convertirse en un polo universitario que atraiga alumnos del país vecino.
Recién celebrada la RAN, el pasado fin de semana volvimos a ver colas monumentales en la frontera de Beni Enzar y según las quejas y vídeos recibidos en El Faro, el embotellamiento estaba en el lado español de la frontera. Si no se trata de un hecho puntual, podemos concluir que el Gobierno de España le da una patada a Marruecos en el culo de Melilla. Y eso, a tres meses de las elecciones, es un disparate.
Hay que buscar la manera de caminar hacia unas relaciones bilaterales que nos conduzcan a un escenario de prosperidad compartida a ambos lados de la frontera. Los acuerdos son cosa de dos y los dos tendremos que caminar hacia el centro. Si nos duele Melilla, no queda otra. Que nadie espere milagros de los políticos que tenemos. Lo ha dicho de manera impecable el catedrático Rafael Doménech, responsable de Asuntos Económicos de BBVA Research: "La calidad institucional determina el crecimiento a largo plazo".
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