El consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, explica a El Faro que el nuevo reglamento de Servicios Sociales está permitiendo dar ayudas más específicas a las familias que realmente lo necesitan. Apunta que es una de las claves de que baje el número de usuarios del comedor social. Además, afirma que la administración electrónica está ralentizando todos los procesos en su área, debido a miles de usuarios y documentación que se manejan, y eso les obliga a tomar medidas de redistribución del personal y del propio trabajo.
–El reglamento de servicios sociales se aprobó en 2017, pero trabajó en él desde su llegada a la consejería. ¿Hacía falta uno nuevo? ¿Por qué era necesario?
–Había que hacer un nuevo reglamento de servicios sociales por diferentes motivos. El primero es que el anterior era del año 2002 y no se correspondía con la situación actual de Melilla. Ha crecido la población en unas 11.000 personas en los últimos años. Eran personas que venían a recibir la ayuda de las familias que tenían aquí o incluso a salir adelante en Melilla. De hecho, fue un fenómeno distinto a lo que ocurría en las diferentes comunidades durante la crisis. En aquel momento la gente se iba de las comunidades autónomas de residencia a otras. Nosotros hemos sido una de las ciudades donde hemos recibido a mucha gente y, por ese motivo, hubo que cambiar el reglamento.
De hecho, ese documento no se hizo desde un punto de vista político, puesto que se llegó a un consenso con los trabajadores sociales, que cada uno tiene su ideología, y todos hicieron aportaciones desde su experiencia en los servicios sociales. Muchas de las ideas son de ellos. Gracias a ese reglamento, actualmente se dan ayudas específicas, porque antes eran más ambiguas. Se llamaban de emergencias, pero no se especificaba bien y, en cambio, ahora son aportaciones más detalladas para que a cada una de las personas que precisan de ellas vaya una en concreto. Eso nos ha permitido, sobre todo, optimizar los recursos económicos para que llegue a todas las personas que las necesitaba.
También creemos que sirve, y este año nos lo demuestra la experiencia, para que las aportaciones vayan donde más falta hace. Había familias que eran verdaderas artistas a la hora de buscar la fórmula para vivir durante años, hasta tres y cuatro generaciones nos hemos encontrado, de las ayudas sociales.
El nuevo reglamento ha permitido que esa pequeña parte que se aprovechaba del sistema sin tener esas necesidades verdaderas ya no se beneficie y eso facilite que llegue a otras personas. Se ha optimizado de tal manera que ahora llega a familias que lo necesitan.
Pero siempre el reglamento se queda corto. Hay que seguir buscando la fórmula para poder ayudar y creo que esa parte de las necesidades que se precisan cubrir se complementa con el tercer sector (ONG).
–Se acusa a este reglamento de ser muy restrictivo.
–Bueno, lo raro sería que parte de la oposición dijera otra cosa, sobre todo, aquellos partidos que son muy restrictivos, extremistas y étnicos, que estarían encantados de que los reglamentos abarcaran a cualquier persona que llegue a la ciudad. Nosotros somos todos solidarios. Pero cuando trabajamos con el dinero público, hay que hacer un buen uso de ello. En cambio, Ciudadanos (C’s) aportó ideas y votó a favor del reglamento cuando se abordó el tema. Todos somos muy sensibles con el sufrimiento de las personas.
Pero si tenemos una cuantía para repartir, para solucionar los problemas de la gente, hay que hacerlo bien y no sólo haciendo propuestas, como CpM, que dijo de pagar a las familias en riesgos de exclusión social unos 1.200 euros mensuales. Eso es una aberración al sentido común y, sobre todo, a las personas que se levantan a primera hora de la mañana por 800 o 900 euros al mes.
–Ha bajado el número de personas que demandan comida del comedor social, mientras que en la anterior legislatura subió exponencialmente esa cifra. ¿Qué ha pasado?
–Una de las cosa que ha pasado es que no hay tanta pobreza extrema como se decía. Si se daban entre 1.000 y 1.200 raciones y ahora son menos de 400, significa que estamos haciendo las cosas bien, que estamos llegando a muchas familias y cubriendo sus necesidades.
Además, hay una ayuda económica que se planteó en el reglamento que, de manera restrictiva, se da a las familias. Son los trabajadores sociales, desde un punto de vista técnico, los que consideran si es mejor dar esa aportación económica para la comida en lugar de ir al comedor. Esa ayuda influye en dicha disminución. Asimismo, estamos consiguiendo atender a las necesidades de las familias. La gestión política a nivel local y nacional estamos logrando que se hagan mejoras y que haya una disminución de las necesidades de las personas. Eso se verá en la memoria de las ayudas sociales que se tendrá para febrero de 2019.
–¿Qué ayuda funciona mejor?
–Tenemos muchas y todas creemos que son muy buenas. Lo que pasa es que cuando se aprobó el reglamento muchas causaron confusión en la gente, puesto que hablamos de becas y ayudas a los libros. Esas aportaciones ya existen en otras consejerías, pero nosotros queríamos que se reflejaran en nuestro reglamento también para dar ayudas puntuales a casos específicos porque no les llega la beca de libros oficial. La gente pensó que esa ayuda era para todo el mundo y hubo que aclarar que no. Que eran de otras consejerías y que la nuestra era sólo puntual para casos muy muy específicos.
La ayuda más característica de la consejería es el IMI (ingreso melillenses de inserción). Es la ayuda que más desahoga a la familia al ser una ayuda económica que les permite hacer frente a los gastos del día a día. Pero son muchas las que tenemos, como al alquiler de vivienda, a las vacunas, para viajes cuando alguien tiene que salir de la ciudad y tiene problemas económicos...
También hay un convenio con la funeraria Calderón para que personas que no tienen recursos pueda contar con el servicio funerario. En total son más de 30 ayudas.
También hay servicios para las personas mayores o con discapacidad. Incluso se ayuda a familias que traen a un niño al mundo y carecen de recursos económicos para la compra de toallitas, pañales o comida específica.
Estamos abarcando la mayoría de las necesidades que cualquier familia o persona puede tener. Es cierto que no somos perfectos. Siempre queda alguien fuera de las ayudas por incumplimientos u otras cuestiones.
De hecho, nos hemos encontrado con personas que intentan presionar, a través de los medios de comunicación, a los servicios sociales para conseguir sus objetivos que normalmente tienen que ver con recibir una vivienda o con que vayan a vivir a un hotel.
También nos hemos encontrado, a veces, a personas que quieren una cuantía mayor del IMI y no se les da porque usan otras ayudas de otras instituciones y no se destinan a un aspecto específico de la familia y por lo tanto, computan como ingresos generales y eso implica una reducción en el IMI.
Hay picaresca para aprovecharse de la presión mediática para conseguir sus objetivos. No obstante, esa presión no nos importa, porque tenemos la conciencia muy tranquila y se conoce perfectamente a esas familias.
No obstante, el 99% de las familias está agradecida con la atención que hacen los servicios sociales. Aunque siempre nos quedamos con la crítica constructiva de que debemos mejorar aún más.
–¿Serían necesarios más centros sociales?
–No. El tema de llegar a más familias no es una cuestión de abrir más centros, sino de tener el personal suficiente para atender a la demanda. La cuestión es optimizar al personal.
Ahora, una de las cosas que vamos a hacer y que venimos diciendo desde hace tiempo es usar el personal para reforzar los servicios al distribuirlos de otra forma. Así llegaremos a más gente y con más eficiencia. Una cosa que creíamos que iba a ser más rápida, al final ha ralentizado los procedimientos, como es la administración electrónica. En una consejería donde no haya mucho trámite documental es muy buena, pero cuando la administración electrónica hay que implantarla en Bienestar Social, donde tenemos tantos usuarios y donde cada uno de ellos tiene que presentar tanta documentación, ralentiza mucho todo el trabajo. Escanear y registrar todo en una aplicación lleva su tiempo.
Antes de su puesta en marcha todo era más rápido. Eso nos lleva a tener que readaptar todo el sistema de trabajo y los métodos de trabajo para ver cuáles son los más adecuados para atender a las familias. En eso es en lo que estamos trabajando y es lo que haremos próximamente. Ver cómo se optimiza todo esto recolocando al personal y los servicios, incluso.
–Es vital el trabajo con las ONG.
–Siempre he dicho que las administraciones son super imperfectas y, como tal, no llegan a todo el mundo. Eso es una realidad en todos los sitios. La administración perfecta no existe y, por eso, nace el tercer sector. Es el complemento ideal para poder llegar a cubrir necesidades que la administración no alcanza. Nosotros trabajamos con muchas entidades y muy dispares.
“Iniciaremos un proyecto de naturoterapia y haremos un parque infantil especial”
–Se está apostando por ‘explotar’ al máximo la granja escuela, con la introducción de nuevas terapias para diferentes colectivos.
–La atención a las personas con discapacidad es otra cuestión que estamos haciendo bien. La Granja Escuela Juan Carlos I y el centro de servicios sociales Gloria Fuertes cuenta con la equinoterapia y la caninoterapia. Se ha adaptado un salón de actos para que los niños puedan practicar el trabajo con la asociación Nana. Le hemos dado una vida extraordinaria a la granja, tanto por la mañana como por la tarde, porque van muchas familias con personas con discapacidad para disfrutar de esos recursos.
Ahora vamos a implantar la naturoterapia. Conforme entras en la granja a la derecha hay una zona de reflexoterapia con una pequeña piscina y piedras y más allá hay un área con aparatos de gimnasia y también con zonas verdes. Toda esa zona se va a utilizar para trabajar con personas con discapacidad y ancianos. Vamos a trabajar ahora con un plan de empleo, que ya contamos con un fisioterapeuta y se contará con algún psicólogo más también de esos programas. Será un proyecto piloto para ver qué tal funciona y cómo sienta a la gente. Si los usuarios responden bien a la iniciativa, pues se sacará en un contrato mayor con un servicio.
También estamos trabajando para hacer un parque infantil para niños con discapacidad y sólo para ellos. No un parque para todos, porque de esos hay muchos, y queremos que éste sea específico para ellos por los juegos adaptados. Es que la granja se está dedicando a la atención de personas con capacidades diferentes. Se ubicará en la zona verde que hay junto la zona de grafiti. Ahora se está viendo los aparatos más idóneos y estamos siendo asesorados por las familias y las asociaciones. Ya se está buscando el presupuesto para su instalación en los próximos meses.
Por todo, ello creo que hacemos un buen trabajo de atención a todos los colectivos. También los huertos urbanos se usan por colectivos de mayores, personas con discapacidad y residentes del CETI. Las instalaciones de la granja se usan mañana y tarde y está muy dinámico. Eso nos da una gran alegría.
Además, tenemos un aula de informática que se quedará para utilizarse ya. Teníamos previsto este proyecto desde hace tiempo pero no hemos podido iniciarlo antes. Se trata de un convenio con la UGR para que educadores sociales que salen de la universidad puedan hacer prácticas con los niños acogidos y usar los equipos informáticos para ayudarles con la alfabetización a través de programas especiales, pues cuanto antes aprendan castellano, mejor. El aula ya está montada con muy buenos recursos y nos falta sólo dar el paso del convenio. En cuanto el tiempo nos lo permita, se pondrá en marcha.
–¿Cómo va el proyecto asesoramiento a las familias?
–Se va a poner ya en marcha este centro de asesoramiento a las familias. Espero que esta semana ya haya personal en el centro para atender a las familias. Estos días estamos firmando las órdenes de traslado del personal. En el proyecto habrá dos cosas: el centro de asesoramiento y atención a las familias, que está en el Paseo Marítimo, y el punto de encuentro, aunque éste sigue en las instalaciones de Alfonso XIII.
Por las mañanas, en el centro estarán los educadores y psicólogos atendiendo a las familias que ya llevan de los servicios sociales y, además, aquellas que precisen de un asesoramiento. Por la tarde, habrá más personal, habiendo técnicos en el punto de encuentro y en el centro. Habrá mediadores jurídicos, psicólogos y también educadores sociales. Habrá un equipo multidisciplinar que rotará en horario de tarde para asistir a las familias que precisen de ayuda. Las asesorarán, intervendrán o derivarán a la institución que corresponda.
Con la parte de mañana probablemente empezaremos esta semana y entre enero y febrero, también con las atenciones en horario de tarde. Una empresa se encargará del punto de encuentro y de las asistencias por la tarde, de manera que se recuperan funcionarios para las intervenciones de mañana.
También era importante que ese centro estuviera en un espacio accesible y céntrico, así como vistoso, para que cualquier familia, sin reparo ni miedo ni pensar en el qué dirán, pueda pasar por allí para asesorarse en materia de sus hijos u otras cuestiones familiares.
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