María Valle Maestro “siempre” supo que quería ser jueza... y eso que no tenía ningún familiar en la judicatura. Quizás porque, sostiene, la suya “es una profesión muy vocacional”. Y también porque “de pequeña tenía la Justicia muy dentro”: “Me enervaban las privaciones de derechos, las injusticias, y me interesaba mucho el tema delictivo”, añade. Nacida en Zaragoza, eligió Melilla como destino cuando estaba embarazada de nueve meses. Llegó a la ciudad “con un poco de miedo”. De eso hace ya casi nueve años. Ahora va “feliz” a trabajar “todos los días” como jueza de lo Contencioso-Administrativo.
-¿Cuál considera que es el rol de la mujer en la sociedad actual?
-A título individual, lo importante es que cada una de nosotras tenga la posibilidad de hacer su proyecto de vida, su sueño, su vocación, sin circunstancias externas que se lo impidan. Desde ese punto de vista, por ejemplo, en mi profesión se puede ver cómo en los últimos años hay mucha más presencia femenina. Pero, tanto en mi profesión como en otras, hay veces que lo que dificulta la presencia de las mujeres en puestos más altos son los problemas para conciliar la vida familiar con la profesional porque, está claro, aún seguimos llevando la carga. Por eso, muchas veces somos nosotras mismas las que no estamos dispuestas o no nos proponemos porque no queremos dejar de hacer. Quizás si hubiese determinadas medidas de conciliación, sí estaríamos más dispuestas.
-¿Se siente un referente en su ámbito profesional?
-No, qué va, ahora mismo hay mucha presencia femenina. En mi promoción, por ejemplo, éramos un 70 por ciento de mujeres; y en la anterior, un 80 por ciento. Cuando asisto a cursos o congresos veo que nosotras somos mayoría. La Justicia es femenina… y cada vez más.
-¿Diría que existe la igualdad en la carrera judicial?
-A nivel salarial, sí, evidentemente. En cuanto a las oportunidades, también. Y no es que haya diferencias entre unos y otros pero, por ejemplo, ¿quién se propone para ser decano, que es un cargo electivo? Yo podría haberlo hecho, pero no quiero porque tengo a mis niños y quiero estar con ellos. A veces somos nosotras las que nos frenamos. Al menos en mi caso, prefiero hacer bien lo del tema de la familia, dedicarme y estar presente; lo otro ya vendrá, no tengo esa ambición.
-¿Considera que hay machismo?
-A nivel laboral no lo noto. Pero sí es verdad que, en ocasiones, cuando comienzas a ejercer, y en determinados contextos, nunca con los compañeros, algunos de los que vienen imputados o a juicio no te tratan con el mismo respeto o te llaman “señora”, en vez de “señoría”, o te dicen “guapa”. No, perdona, yo soy lo mismo que mi compañero. Por eso, a veces sí percibo que un hombre les impone más. Ahí sí que he notado diferencia, pero es con gente que viene de fuera. En el día a día de los despachos, no; con nadie he notado que por ser mujer tenga un trato diferente o me hagan menos caso.
-Desde su experiencia, ¿la Justicia va un paso por delante con respecto a otros ámbitos o sectores?
-En general, pienso que lo bueno de todas las profesiones a las que se entra por oposición es que hay igualdad: todo el mundo que es capaz de estudiar, se presenta y entra. Además, en este tipo de oposiciones solemos tener más éxito las mujeres, no sé si porque estamos más dispuestas a estudiar, porque somos mejores memorizando o por qué motivo. Así que no es que nadie tenga que elegir y prefiera coger al hombre porque quizá tenga menos problemas, sino que preparamos un examen y lo hacemos.
–¿Cuánto queda por hacer para llegar a la igualdad real en el mundo de la judicatura?
–Hay mucha diferencia de la situación que hay ahora de la que había hace 30 o 40 años. Y cada vez hay más presencia, por lo que pienso que si ponen más medidas de conciliación, si facilitan las cosas en ese aspecto, habrá más mujeres dispuestas a todo.