UN ciudadano español se agacha. Recoge un ladrillo del suelo. Se encuentra en tierra de nadie. Lo lanza al aire y golpea en el pecho a un gendarme marroquí. A su lado o en las proximidades hay un policía nacional o un guardia civil. El agente está en zona neutral a pesar de que es un terreno que debe permanecer despejado. El funcionario ha contemplado la escena sin hacer nada para arrestar al agresor. Y si no ha sido testigo de los hechos, tampoco mueve un dedo para tratar de identificar al delincuente a partir de los datos que le facilitan sus ‘compañeros’ desde el otro lado de la frontera.
La escena es tan irreal como surrealista. Sólo se puede desarrollar en Melilla, en uno de los puestos fronterizos, pero dejando el papel de víctima a los policías españoles y a los marroquíes el de agentes descuidados, torpes, lentos, negligentes, vagos o perezosos. Ocurrió el pasado jueves en el paso fronterizo de Beni Enzar. Un subinspector de la Policía Nacional sufrió primero un ‘ladrillazo’ de un porteador y luego la ‘ejemplar’ colaboración de las autoridades del país vecino para ‘no’ detener al agresor.
Hasta ayer no fue posible dar con el presunto autor del atentado contra el agente español. La propia víctima lo identificó cuando el sospechoso se disponía a entrar en territorio español. Fue arrestado y conducido a dependencias de la Jefatura Superior de Policía para continuar con los trámites antes de ponerlo a disposición judicial. Si se comprueba la implicación del detenido en los hechos, es de esperar que la Justicia española sí actúe de una manera ‘ejemplar’ con el supuesto agresor y que al mismo tiempo su sentencia sirva de ‘ejemplo’ para esos ‘colaboradores’ vecinos.
Explicar a nuestros compatriotas de la península lo que sucede en los pasos fronterizos de Melilla es muchas veces una misión imposible. Es difícil pedir más profesionalidad y paciencia a los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. Y es preocupante el riesgo que nos hemos acostumbrado a asumir los melillenses y marroquíes cada vez que cruzamos de un país a otro.
Afortunadamente, hasta ahora no ha ocurrido ninguna tragedia irreparable en el paso de Beni Enzar. Sin embargo, tampoco hay ninguna garantía de que no se vaya a producir mañana, dentro de unos días, en unas semanas... En cambio, sí podemos estar completamente seguros de que esa ‘ejemplar’ colaboración del país vecino está lejos de materializarse en algo tangible para nuestros policías. Hasta ahora los agentes españoles sólo han recibido pedradas de algunos marroquíes, indiferencia de sus ‘compañeros’ del otro lado de la frontera y desprecio de las autoridades de Marruecos. Quizá algún día cambie el panorama, pero para ello antes esa ‘ejemplar’ colaboración debe dejar de ser un simple anhelo para convertirse en realidad.
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