Categorías: Cultura y Tradiciones

“Judy Garland tenía esa luz de la emoción que trasmitía al público, por eso la amaron”

La actriz y cantante de jazz Natalia Dicenta protagoniza ‘Al final del arcoíris’, una comedia dramática musical que se representará hoy y mañana a las 21:00 horas en el Kursaal.

Esta noche el Kursaal acogerá un musical que provocará risa y llanto en el público. ‘Al final del arcoíris’ es la historia de los últimos días de una gran actriz y cantante, en definitiva, de una artista polivalente, Judy Garland, quien se marchó con 47 años dejando un gran número de canciones y películas para el recuerdo. La actriz Natalia Dicenta representa a esta gran mujer sobre el escenario acompañada de un cuarteto de jazz que tocará en directo, una de las características de esta obra musical que invitará a disfrutar a todos aquellos melillenses que deseen pasar dos horas inolvidables en el patio de butacas del Kursaal.  
Natalia Dicente también contará con los actores Nacho López y Mauro Muñiz, que darán forma a un texto escrito por Peter Quilter en el que se narran los últimos meses de vida de Judy Garland.
Aún quedan entradas para las funciones de esta noche y de mañana que se realizarán a las 21:00 horas, por lo que no hay excusa para perderse esta cita cultural.
La actriz Natalia Dicente estuvo hace unos años en el festival de Jazz de la UNED, en concreto en 2007, y lo recuerda como “una experiencia maravillosa”. En declaraciones a El Faro, comentó que sólo estuvo dos días, por lo que esperaba que en esta ocasión le diera tiempo de conocer mejor la ciudad y así, poder dar una vuelta.
No obstante, Dicenta aseguró que recuerda “la hospitalidad, los abrazos cálidos y una gente estupenda” que conoció en Melilla. “Hay algo ahí que me hizo sentir muy bien”, destacó.
–¿Cómo le llegó este proyecto?
–Con una llamada. Te llaman y te ofrecen hacer este trabajo. Me pareció espléndido encarnar al personaje multidisciplinar y talentoso de Judy Garland y poder aunar mis dos talentos, la interpretación hablada y cantada. Me pareció magnífico. Esta llamada ocurrió hace dos años.
–¿Qué le ha reportado este proyecto?
-Muchas muchas alegrías. Conocer a una mujer maravillosa, a una artista, a una increíble mujer que era divertida y que tenía mucho talento; con muchas capacidades como profesional y ciudadana. La oportunidad era poder aunar el jazz y el teatro en un mismo montaje, pues es una comedia dramática con música. Hablar de Judy Garland es hablar de música, tiene que estar forzosamente. Todo han sido alegrías, sobre todo, ver la emoción de la gente. Si Judy Garland tenía algo era esa luz de la emoción que trasmitía al público, por eso la adoraron y la amaron tanto. A parte de otros talentos, esa capacidad de trasmitir emoción era muy grande en ella. He observado en todo este tiempo que llevo haciendo esta función que es lo más grande que ocurre en el teatro, es decir, cómo se trasmiten las emociones del escenario hasta el público, cómo la historia de esta mujer llega tan cerca, y cómo esas magníficas canciones emocionan, porque además, están interpretadas con un cuarteto de jazz en directo. Como la música en directo no hay nada, eso por descontado. Todo esto son regalos.
–¿Ha sido complicado interpretar a esta mujer de la que cuentan que nunca llegó a ser feliz?
–Eso no es verdad y si así lo explican no estoy de acuerdo con esa idea. Es una magnífica mujer llena de sentido del humor, de energía, de vida, con una capacidad de amar inmensa, con una capacidad de transmitir en el escenario que a penas hay otra igual. Hay mucha alegría en su vida, sentido del humor y ganas de jugar. Sí fue feliz muchas veces. Se las arreglaba para ello, por mucho que estuviera presionada por los estudios, por esos hombres que la obligaban a trabajar y la convertían en caja registradora de dólares. Era una mujer con mucha fortaleza, lo que pasa es que se cansó. Comenzó con tres años y fue una niña explotada, algo que ahora vemos tan mal. No paró hasta que emprendió un viaje de forma accidental a los 47 años. Ella acababa de casarse, era feliz, y recientemente compró una casa en Londres con su último marido. Judy Garland se sentía amada y querida por lo que sí que encontró la felicidad y lo que ocurrió fue un accidente. Es una de mis mejores amigas ahora mismo. La relación que hay entre Judy Garland y yo es piel a piel. Nadie puede entrar ahí en medio y me ha dado mucha luz, mucho amor y mucha confianza para mi vida.
–¿Cómo se preparó este papel? ¿Leyó sus biografías y vio todas sus películas?
–Sí, hice todas estas cosas. Leí mucho porque quería encontrarme con la mujer. Entre ellos mucha bibliografía en inglés y videografía pues hay de todo. Es un personaje real y reciente por lo tanto hay mucha documentación y lo que más quería era conocerla a ella, Frances Ethel Gumm que era su verdadero nombre. A la niña, adolescente y mujer que fue, y la encontré y ha sido maravilloso. Ha habido una trasmisión entre ambas y en eso me he convertido sobre el escenario para dar toda su emoción y su luz al público.
–¿Hay parecidos entre la vida de Judy Garland y la suya, pues usted también comenzó de niña en el mundo del espectáculo?
–No, afortunadamente nuestras vidas no tienen nada que ver. Yo crecí rodeada de amor, tuve infancia y adolescencia normal y fue de adulta cuando desarrollé mi carrera. Tuve mucho amor a mi alrededor y crecí como una niña normal. Yo no fui una niña explotada ni nada de eso. Ella fue artísticamente explotada desde los tres años y yo a esa edad estaba en casa con mi familia. .
–¿Ha sido un trabajo muy duro estar actuando y a la vez cantar con la orquesta en directo?
–No es un trabajo duro es un placer estar delante del público. Creo que soy un poco exhibicionista, como todos los que nos subimos en el escenario. Esta no es la parte complicada. La parte compleja de este trabajo es cuando tienes que modificar tu posición vocal y pasar de hablar con una verborrea bárbara que tiene el personaje de Judy a cantar sin transición. Esto es lo complejo y lo que sí precisa tener conocimiento del instrumento vocal. Esta es la parte más conciencia ha exigido de mí a la hora de hacer de Judy. La obra está llena de escenas habladas y de escenas cantadas y son un paso continuo de uno a otro.   
–Por lo que estos cambios de registro suponen un gran esfuerzo.
–Todo son hechos reales. Son las navidades de 1968-1969. Ella fue contratada allí para dar unos conciertos en un lugar famosísimo, ‘Talk of the Town’. Por eso la obra lo que hace es mostrarnosla en sus momentos privados de las habitaciones del Ritz y en los momentos de gran estrella cuando está en el escenario de este lugar de conciertos. Los pasos los cambios son vocalmente complejo, pero todo lo demás para mí no. Llevo muchos amos como actriz sobre el escenario y muchos como vocalista de jazz y para esto es un placer. Estar en el escenario cantando y comunicando con la música es maravilloso. La música es la magia y tenerla en directo es mágico. Aunque todo trabajo es complejo y requiere esfuerzo, dedicación, disciplina y mucho estudio. También son más de dos horas en las que no paro y físicamente es un trabajo que exige mucho, pero psicológicamente la entiendo muy bien y nos llevamos muy bien. No me cuesta estar en ella o que ella esté en mí. Estamos juntas y hacemos el tránsito de la función de principio a fin de la mano y mostramos al público con mucha luz.
–¿Qué canciones y escenas destacaría de esta obra teatral?
–Hay muchas. Siete temas completos más todo lo que se tararea en las supuestas escenas de ensayo en el Ritz. ‘Somewhere over the rainbow’ por su puesto está. ‘The man that got away’, un medley de ‘You made me love you’ y ‘The trolley song’; ‘When you’re smiling’ es otra. Hay una canción que curiosamente también está en mi disco y que está en mi vida que ‘For once in my life’. Un tema que ella incorporó a su repertorio a ultima hora, allá por el 1967. Es una canción muy bella y es curioso que la tuviera dentro de mi repertorio como solista de jazz y en mi disco ‘Colours’ y que todavía no ha podido salir porque Judy no me ha dejado tiempo.
–¿De forma que este musical ha retrasado la grabación de este disco?
–Cuando supe en 2010 que iba a protagonizar esta obra me di cuenta de que tenía que darme mucha prisa con el disco porque si no no me iba a dar tiempo, pues sabía que este trabajo iba a ser muy absorbente e iba a exigir todo de mí. En abril de 2010 estaba metida en el estudio en Madrid grabando este disco y en octubre de este mismo año ya estábamos en el estudio grabando el disco de la función, que por motivos que desconozco aún no se está vendiendo. En esta banda sonora de ‘Al final del arcoíris’ se añadieron tres temas más para que fuera un disco completo, ‘Dear Judy’, como homenaje a ella y con todas estas canciones de la función. Es un disco precioso y espero que en algún momento se ponga a la venta, porque esta obra tiene mucho rodaje aún.
–¿Aún no sabe cuándo presentará su disco ‘Colours’?
–Es lo que más deseo. Lo que necesito es un poco de tiempo para organizar la presentación, porque este disco es una joya. En abril hará dos años, pero mientras tanto he podido compaginar la obra con conciertos de jazz. Hace poco estaba en Madrid en un festival. Y ya que estamos, estoy deseando volver al Festival de Jazz de Melilla.
–¿Qué puede contarnos de sus compañeros de reparto y de los personajes que interpretan?
–La función comenzó con Miguel Rellán y Javier Mora. Ahora está  Nacho López haciendo de Mickey Deans, un  personaje real que fue el último marido de Judy Garland. Y en Melilla debutará Mauro Muñiz haciendo Anthoni. Este personaje es la antítesis de los hombres que normalmente acompaña a Judy Garland, ya que eran machistas y la querían para explotarla. Anthoni no es exactamente un personaje real pero sí significa a una parte de la sociedad, aquella que la quería para ella, para que ella se sintiera bien.  Los demás eran gente que la quería explotar en su beneficio pero Anthoni representa a esa otra parte de la sociedad que lo que querían era protegerla y sacarla de todo esa jungla que significaba y que significa este oficio en el que trabajamos. Hay una parte detestable, pero hay otra hermosa que es cuando estamos delante del público y de la audiencia y estamos brindando nuestro trabajo y notamos la comunicación y el amor que hay del escenario al patio de butacas. Pero toda esta parafernalia alrededor que es lo que nos genera la presión, el estrés, y que queramos escondernos en el último rincón para que no nos encuentren es otra de las caras de este trabajo. Esto era lo que le pasaba a ella. Estaba sometida a mucha presión y eso nos pasa a todo los que nos dedicamos a esto. Hay una parte de esta profesión, ese circo, que no nos gusta y que no tiene que ver con lo que realmente es nuestro trabajo. Ser correa de trasmisión, de emociones hacia la gente es mi trabajo  cara al público.
–¿Qué destacaría de esta obra para animar a los melillenses a que vayan a verla?
–Que vengan porque se lo van a pasar bomba. Van a ver una función en la que la magia está desde que empieza hasta que acaba la obra, donde hay un cuarteto de jazz en directo y Melilla es una gran amante de jazz como ya conozco por su festival. Un cuarteto de jazz en directo tocando unos temas bellos, una historia llena de humor en la que hay todos los colores igual que en el arcoíris y mucha luz. Cuando se presenta una oportunidad así lo que hay que hacer es cogerla. Se van  a reír a carcajadas, se les va a encoger el corazón con los momentos de emoción, van a gozar con la música, van a aplaudir porque se van a sentir parte del espectáculo cuando Judy Garland sale al escenario. Todo esto está muy vivo. El teatro y la música son vida y el directo es vida y cultura y por eso hay que venir. La televisión está enlatada, pero ir a un teatro y ver un espectáculo en directo es estar en contacto con la vida. No veo motivos mejores.

cedida
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