Juan de Dios del Pino (Lucena, Córdoba) lleva más de tres décadas en la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), de la que actualmente es el delegado en Málaga para Andalucía, Ceuta y Melilla. Esta semana ha estado en la ciudad autónoma con motivo de una auditoría en el aeropuerto y El Faro aprovecha la ocasión para mantener un encuentro con él y preguntarle por algunos asuntos de interés para la ciudadanía.
-Esta primavera ha sido la cuarta primavera más cálida en Melilla desde 1961. Vistos los récords de temperaturas que con tanta frecuencia se están produciendo en todo el mundo, ¿podemos hablar de cambio climático? ¿Existe verdaderamente?
-Eso es una evidencia. Lo dicen los números. El clima que tenemos ahora no es el clima que teníamos no ya en la época preindustrial, sino incluso cuando éramos niños. El clima que tenemos ahora, si miras los registros, que son datos objetivos… El clima se define siempre como lo que pasa en 30 años. Eso es así en todo el mundo. Es una recomendación de la Organización Meteorológica Mundial. Eso es el clima: coges 30 años y, a partir de ahí, calculas las medias, las desviaciones típicas y todos los parámetros estadísticos que lo definen: temperatura, precipitación, todo lo que tú quieras. ¿Por qué se cogen 30 años? Porque es el período en el cual se supone que pasa de todo y que tienes períodos secos y húmedos. Si coges un período más chiquitito y es de sequía, luego te va a salir un clima que no es representativo. Entonces tienes que coger un período amplio, y son 30 años lo que se ha determinado en todo el mundo para definir lo que es el clima.
Si tú coges ahora mismo el clima de estos últimos 30 años… Se llama período de referencia. El último que tenemos es 1991-2020. Pero, si cogemos un período de referencia anterior, 1961-1990, y lo comparamos con el último, no son los mismos números. Son climas diferentes.
-¿Ahora hace más calor?
-Sí. No sé si habrá algún sitio raro donde puede que no, pero en todos los lugares está sucediendo, porque está subiendo la temperatura de La Tierra. Es un hecho evidente, empírico y científico que el clima que tenemos ahora no es el que teníamos. Eso es incuestionable. Es como si mides a una persona y lo comparas con lo que medía de niño, cuando medía menos. Está claro, es algo empírico. Ahora, el porqué es otra cosa. Ahí puede haber dudas, que tampoco las hay. Ha subido la temperatura en La Tierra porque hemos alterado la atmósfera.
El efecto invernadero ha existido siempre y es bueno. Gracias a él, La Tierra es un poquito más habitable. Si no existiera, La Tierra sería más fría. Entonces el efecto invernadero es necesario y ha existido, por lo menos, desde que existe la vida humana. Lo que pasa es que nosotros lo hemos incrementado. En la atmósfera, lo producen unos gases que son el CO2, el metano y otra serie de gases, y eso es lo que provoca el efecto invernadero, que es beneficioso. Lo que ocurre es que nosotros hemos aumentado la concentración de esos gases, con lo cual hemos aumentado el efecto invernadero de La Tierra y, por ende, la temperatura de la tierra y del océano. Con ese aumento de los gases de efecto invernadero, se explica el incremento de temperatura que estamos teniendo.
-¿Qué efectos puede tener este incremento de temperatura en la vida y en el planeta?
-Tiene muchos. Al principio, parecía simplemente que uno se iba a encontrar con días más cálidos y más horas de calor, pero hemos visto que no sólo es eso, sino que pueden aparecer cosas que antes no se veían. Por ejemplo, esas borrascas tipo Bernard que hemos tenido este invierno, que era muy diferente. Una borrasca más chiquita y con mucha energía, más redondeada y con características de ciclón tropical. Estamos viendo cosas que antes no se veían.
No es cuestión de que vayamos a tener menos borrascas y más períodos cálidos. Es que las borrascas que vienen también van a ser diferentes. Tienen otras características como ha pasado con esa: una borrasca que se notó en la península. Sobre todo en la provincia de Huelva, se notaron unos vientos sostenidos muy grandes. Esa palmera que se hizo famosa y que se cayó. Y muchos árboles cayeron. Los árboles están acostumbrados aquí a las rachas, sobre todo las palmeras. Una palmera puede aguantar una racha, que es un aumento momentáneo del viento. Oscila, pero vuelve luego a su sitio de equilibrio. Sin embargo, cuando el viento es sostenido durante una hora y muy fuerte e intenso, soplando y soplando sobre una serie de árboles, esos árboles terminan en el suelo. Por eso cayeron tantos árboles. No soy experto en árboles, pero hay duda de que ahí hay una parte meteorológica que no se solía ver, que son vientos sostenidos, más característicos de ciclones tropicales o de huracanes. Pero, en fin, no era un huracán. O sea, que no es sólo qué efecto va a tener el incremento de temperatura por el efecto invernadero, sino que se van a ver más cosas.
-La lluvia, cuando cae, lo hace con más fuerza.
-Esa es otra cosa que se ha visto estos diez últimos años con esta sequía. En la península y su entorno, cuando más llueve siempre es en invierno. Los meses de lluvia son los meses invernales. Después de invierno, va el otoño, luego la primavera y luego el verano, que aporta muy poquita agua. Eso es lo normal: invierno, otoño, primavera y verano. En invierno, cuando llueve, son borrascas atlánticas muy buenas que vienen y dejan precipitaciones durante bastante tiempo que empapan y mojan el suelo. En segundo lugar, van el otoño y la primavera, que son otro tipo de lluvias. Son las DANAs y ese tipo de cosas: precipitaciones en forma de chubascos intensos. Y llueve en un sitio sí y en otro, poco.
Eso es como llovía antes, pero ¿qué se está viendo estos últimos diez años? Que la clasificación la encabezan las primaveras. Es más, en primavera está lloviendo más que antes en estos diez últimos años. Luego va el otoño, que mantiene, más o menos, un poquito bajado en precipitaciones, pero mantiene, más o menos, su forma de llover. Y el invierno, que estaba en primer lugar, pasa al tercero. Eso significa que, si el invierno, que trae las borrascas y las lluvias buenas –las que caen no con intensidad, sino con persistencia-, trae menos lluvias, significa que trae menos borrascas y más DANAs proporcionalmente.
-¿Hay alguna manera de ponerle solución?
-Dejar de hacer lo que hemos hecho, porque la mayor parte de ese incremento de los gases de efecto invernadero viene de la combustión de la industria, de los vehículos y de todo eso. Nos hemos dedicado a quemar todo lo que hemos podido, como el petróleo.
-Vista la vida que llevamos, no parece fácil cambiarlo a corto plazo.
-Eso ya no lo sé yo. Yo digo dónde puede estar la solución. Hay coches eléctricos y otros mecanismos de producir energía. Lo que pasa es que todos sabemos que hay interés en que se siga quemando combustible. Eso es así.
-El Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos de los Excesos de Temperaturas sobre la Salud establece en los 33 grados el umbral de calor para Melilla. En otros sitios son 35, ó 38, o lo que sea. ¿Qué es el umbral de calor?
-La Aemet tiene su sistema nacional de avisos. Es el Plan Nacional de Avisos por Fenómenos Meteorológicos Adversos, que llamamos Meteoalerta, que está dentro del sistema Meteoalarm, que es europeo. Tiene la misma filosofía y la misma idea. Nosotros emitimos avisos para todo: para precipitaciones, para viento o el estado de la mar. Entre ellos, también las temperaturas. Entonces la Aemet tiene sus umbrales de temperatura. Tiene tres familias de umbrales para todo el territorio nacional, porque, por ejemplo, no están adaptadas las viviendas en unos lugares que en otros.
Uno coge la mayor parte de la mitad sur peninsular, el interior, donde están Sevilla o Córdoba. Esos umbrales son 38 grados (alerta amarilla), 40 grados (alerta naranja) y 44 grados (alerta roja). Hay un valor un poquito más bajito en el litoral, tanto Atlántico como Mediterráneo, donde entra Melilla. Allí se considera que con valores más bajos ya hay que emitir avisos por la humedad, que es un efecto importante. Estos valores son 36 grados, 39 grados y 42 grados. Y luego tenemos una tercera familia para la otra mitad interior peninsular, con zonas de montaña, donde son más bajos todavía.
Con eso, nosotros emitimos avisos de altas temperaturas, pero de propósito general: van dirigidos a toda la población pensando en incendios, las actividades laborales o en quien visita la ciudad. En todo. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad busca otra cosa. Busca un sistema de aviso para personas generalmente con ciertas características para cuya salud pueden tener un efecto negativo las altas temperaturas. Son principalmente personas de más de 65 años, personas de menos de cuatro años y personas con ciertas patologías. Ellos han estudiado eso. La Aemet lo coge en todos lados de la sociedad y no pensando en la salud, sino en el bienestar. Por ejemplo, si vas a sudar o no, si vas a hacer deporte o no, si debes salir o no a la calle, si te vas a la playa… Sanidad lo que hace es pensar en personas a quienes pueden afectar las altas temperaturas, que pueden dar lugar a un incremento de la mortalidad. Con esa filosofía, Sanidad busca en qué umbrales puede afectarle a una persona de todas características cogiendo todas estas cosas y han hecho sus estudios, que sacan estos valores.
Sanidad antes cogía nuestros valores, que era el percentil 95, esto es, que para cada sitio se calcula el percentil 95. El percentil 95 es, si uno coge toda la serie de temperaturas, el valor que está en el 95 por ciento, de tal manera que, cuando la temperatura alcanza ese valor, que suele aparecer sólo en un 5 por ciento de las ocasiones, ellos consideraban que se produce un aumento de la mortalidad. Han mirado otra manera de calcularlo y ahora lo hacen de otra forma: cogen la temperatura a partir de la cual se dispara el número de muertes. Y son esos valores. Por eso hay un valor para cada capital.
Para donde no tienen ese valor, para sitios donde no tienen un estudio concreto, tienen también un valor provincial. Pero luego, además, han cogido este año una novedad, que son nuestras zonas meteoalertas. Van cogiendo, digamos, nuestra meteorología, pero adaptándola a la salud. En nuestras zonas meteoalertas, Sevilla, por ejemplo, está dividida en tres zonas: sierra norte de Sevilla, sierra sur de Sevilla y la campiña. Esas zonas las ha cogido el Ministerio de Sanidad y han hecho estudios con los datos de la Aemet y han sacado también unos umbrales. Por lo tanto, ahora tienen tres tipos de umbrales. Tienen unos específicos para las zonas donde han hecho el estudio, donde no han hecho estudios cogen el percentil 95 y donde han podido hacer estudios por comarcas, lo hacen así.
Pero, a fin de cuentas, la cuestión es que ellos van dirigiendo sus avisos al impacto que puedan tener las altas temperaturas en la salud de las personas, sobre todo en el incremento de la mortalidad.
-¿Le parece plausible que este umbral sea de 33 grados en Melilla?
-No soy médico, pero ellos han hecho un estudio serio.
-No hay muchos días al año con más de 33 grados en Melilla…
-No morirá nadie aquí por calor… No va a morir todo el mundo en todos los sitios por calor. Se mueren donde hay calor. Además, el método es un poco más complejo: tiene que ser durante tres días seguidos esa temperatura. Si un día se alcanzan 34,5 grados, eso no se va a notar en un incremento de la mortalidad. Si es durante tres días, sí se debería de notar un incremento de la mortalidad por causa del calor. Han cogido la misma metodología que cogieron anteriormente para el covid. ¿Cuánta gente moría de covid? Al principio, se contaban de uno en uno, pero luego cogieron algoritmos. ¿Cuánta gente muere en Melilla en julio? Tantas personas. Si tú ves que han aumentado y ha hecho calor, deduces que ese incremento es por el calor. Así es el estudio, más o menos, pero esas son cosas de Sanidad, no nuestras. Lo que pasa es que tienen relación, porque nosotros le proporcionamos al Ministerio las zonas de Meteosalud, las zonas de Meteoalerta o los datos de meteorología. Cierto asesoramiento hay, pero ellos tienen su metodología (y es importante distinguir eso), que está pensada para personas de ciertas edades o con ciertos riesgos. Hay otra serie de cosas, como dicen ellos, que son sociales y que dependen de la capacidad económica de la persona y de la familia, de si viven en una chabola o en un chalé. Hay otros factores de diferentes tipos que han estudiado.
-Una duda: ¿se puede predecir el viento?
-Claro, claro. El viento es una variable muy importante y hay que predecirla. Además, es de las que menos se falla. Hay vientos locales y vientos generales provocados por borrascas o anticiclones, que tienen una causa grande que da lugar a esa dirección del viento.
-¿Y a largo plazo, como un pronóstico de temperaturas o precipitaciones?
-Eso es diferente. Para las estaciones, se hacen dos tipos de pronósticos y lo demás es complejo. Uno son las temperaturas y otro, las precipitaciones. En la temperatura se acierta bastante (te puede salir 70%, 20% y 10% en cuanto a probabilidades), pero con la lluvia a veces te sale 33% en cada caso. Con el viento, ni se intenta. Hombre, tendría su importancia, porque podrías pronosticar la capacidad que tienes para generar energía eólica y otra serie de asuntos, pero es mucho más complicado. Ningún servicio meteorológico tiene un pronóstico a largo plazo de viento.