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Jóvenes de Melilla, despertad

LA juventud de Melilla necesita ser escuchada y más ahora que muchos y muchas nos enfrentamos a una tercera crisis seguida en apenas 15 años: la del 2008, la del coronavirus y ahora una guerra en Ucrania cuyo impacto ya se está dejando notar en nuestra pequeña ciudad europea situada en África.

Vengo hoy a esta columna para explicaros la iniciativa de la Unión Europea ‘Diálogo con la Juventud', cuya finalidad es promover la participación de la juventud “en el desarrollo político, social, económico y cultural en todos los niveles territoriales, desde el local al europeo; y fomentar el debate entre jóvenes y responsables de la toma de decisiones para el diseño, implementación, seguimiento y evaluación de las políticas públicas que repercutan en la juventud”.

Para llevar a cabo esta tarea, el Consejo de la Juventud de España (CJE), que aglutina diversas organizaciones y asociaciones juveniles del país, en colaboración con el Instituto de la Juventud, ha creado lo que se llaman ‘Embajadas’. En este momento, el IX del Diálogo acaba de comenzar y este año se centra en la Inclusión y la Sostenibilidad.

Sin meterme en demasiados detalles para no hacer esta columna demasiado tediosa, quiero recalcar que la Embajada de Melilla existe, acaba de ser creada y aún hay tiempo para que personas jóvenes de la ciudad se sumen y hagan escuchar su voz.

Este fin de semana, como una de las coordinadoras de la Embajada, fui invitada a un encuentro que organizó el CJE en Madrid con las distintas embajadas del país para explicar cuál sería nuestra principal tarea: realizar consultas para trasladar a instancias mayores las preocupaciones de nuestra juventud.

El lunes acudimos al Senado para una consulta con la Comisión de la Juventud de dicha Cámara y allí trasladamos una serie de inquietudes que anteriormente habíamos trabajado en equipo.

Yo fui con una idea clara, si la juventud, en términos generales, se enfrenta a numerosos desafíos, en el caso melillense estos están aumentados y además hay que sumarle otros derivados de las especifidades de la ciudad. Y quería decirlo alto y claro.

Es por ello que, en una réplica a los senadores sobre una pregunta relacionada con el transporte, quise matizar que sí se había hablado de transporte urbano e incluso rural, pero no de que las y los jóvenes que vivimos en la España extrapeninsular nos enfrentamos a tener que conjugar horarios, precios e incluso afrontar cancelaciones cada vez que queremos salir de nuestro territorio. Recalqué que de milagro pude llegar al encuentro porque mi vuelo fue cancelado y tuve suerte de que me reubicaron en el siguiente. La otra opción era hacer escala en Málaga y en vez de llegar a Madrid a las 14:00 horas, lo haría a las 19:00 horas. Una compañera de vuelo tuvo menos suerte y no pudo realizar el examen de un máster que está cursando a distancia. Se volvió a su casa tras dos horas esperando una solución el aeropuerto.

Añadí que, cuando se decide salir de Melilla, hay autovías de la periferia del país en un estado penoso, pues no olvidemos que estamos en el sur, y a ello hay que añadirle que las conexiones con Almería, además de haber empeorado, llegan de noche después de que una senadora indicara que la movilidad es una competencia municipal.

Antes de irme, quise preguntar a la juventud de mi entorno a qué problemas se enfrentan. Falta de oferta cultural, de ocio, un transporte deficiente tanto para moverse por Melilla como para salir de ella, falta de zonas verdes, el precio de la vivienda, el empleo, la formación, etc. Durante mi estancia en Madrid, insistí en varias ocasiones en las altas tasas de fracaso escolar y de paro que hay en la ciudad a pesar de ser la que más población joven tiene.

“Un joven melillense se enfrenta a más puertas cerradas que abiertas”, me dijo un amigo. El fracaso escolar, la falta de variedad cursos de formación o el número limitado de titulaciones universitarias que hay son algunas de las preocupaciones que recogí. También la falta de una programación de actividades y la escasez de su publicitación.

En el Senado quise recalcar que la juventud melillense es española y tiene D.N.I. como el resto, sin embargo, no disfruta de las mismas oportunidades. Esta frase me la trasladó un joven durante un reportaje al decirme que tuvo que buscarse trabajo llevando bultos por Barrio Chino ante la falta de oportunidades en su ciudad.

Varios senadores, como los de Ceuta, Almería y Canarias, aseguraron entender esta preocupación y la presidenta del Comité se interesó por la situación en la ciudad.

En otras autonomías, los jóvenes se van de intercambios juveniles, campamentos a otras partes del país, hay cursos y talleres de todo tipo, desde radio hasta de warhammer, hay oferta de ocio destinada a esta franja de la población y para todo tipo de gustos, cines con 10 tipos de películas distintas y horarios desde las cuatro de la tarde, filmotecas, centros culturales en cada barrio, rocódromo, puntos de información juvenil, etc.

En Melilla, si no te apetece escuchar reggaeton o irte de ‘botijo’, las opciones son limitadas, me han dicho mil veces. ¿Qué oportunidades de desarrollo y crecimiento personal nos ofrece nuestra ciudad? ¿Nuestro límite es el cielo o es la propia Melilla? ¿Somos el futuro y somos los que menos voz tenemos? ¿Sabemos la Melilla en la que queremos vivir? La tercera edad tiene talleres de piano, pintura, idiomas, ofimática... ¿Y nosotros? A Omar Montes.

Por ello creo que el Diálogo es una oportunidad para que la juventud de esta ciudad empiece a alzar la voz poniendo sobre la mesa sus preocupaciones e inquietudes.

Recibí por parte de mi amigas y amigos numerosas propuestas y esto demuestra que no estamos faltos de ideas, solo nos falta esa chispa que nos haga decir ‘hasta aquí’ y empecemos a movernos.

En los meses venideros organizaremos consultas a la juventud de la ciudad y esperamos llegar a la máxima participación posible. También es importante sumarse a la Embajada de la ciudad escribiendo un correo a

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, pueden participar jóvenes desde 13 hasta 30 años de edad.

Como he mencionado anteriormente, este año el Diálogo se centra en la Inclusión y la Sostenibilidad. Y creo que en Melilla tenemos mucho que decir al respecto. También es el Año Europeo de la Juventud.

Creo que ya no se trata de si se podrán sacar medidas adelante o no, sino de que empecemos a movernos. Tenemos que trabajar para que nuestra voz se oiga, sea cual sea nuestro barrio o apellido. Somos jóvenes y tenemos toda una vida por delante, nuestra vida como adultos se verá marcada por lo que hagamos hoy.

Desde aquí quiero agradecer a Margarita Guerrero, vicepresidenta del CJE, haber conseguido que el Diálogo llegue a Melilla y a todas y todos los responsables del CJE y del National Working Group y compañeros que durante este fin de semana me han acompañado y de los que he aprendido enormemente. Tenemos el potencial para mejorar nuestras vidas, solo tenemos que dar el primer paso para iniciar un nuevo ciclo en la ciudad.

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