La Ley de Bienestar Animal obliga a los ayuntamientos a contar con un programa de gestión de colonias felinas que incluye la captura, esterilización y retorno, el conocido como método CER, de los gatos comunitarios, que es como se denomina ahora a los gatos callejeros. Sin embargo, Melilla se vio obligada a detener este programa hace unos días hasta esclarecer las causas de la muerte de dos animales sometidos al proceso de esterilización.
En vista del retraso que esta investigación podría conllevar, Ciudad Autónoma ha retomado las intervenciones, tal y como nos comentó Jose Valdivieso, presidente de la asociación Huellas de la Solidaridad: “el programa se puso en marcha por parte de la Asamblea de una forma muy ambiciosa, aumentando notablemente el presupuesto por parte de la actual consejera de Salud Pública, Randa Mohamed. Se optó por un modelo abierto a toda la ciudadanía a diferencia de en la anterior legislatura, en la cual el modelo estaba sólo circunscrito a una asociación con lo cual se nos vetaba a las demás a participar. En esta legislatura, se abre al conjunto de asociaciones y al Colegio de Veterinarios al cual se inscribieron tres clínicas veterinarias”.
El problema se gestó aquí, ya que “desde Huellas de la Solidaridad dijimos que no íbamos a participar con una de las clínicas, en concreto, porque ya se habían registrado incidentes con ella. Sin embargo, la Administración Pública desconocía este problema y le adjudicó ese servicio. En el momento, en el cual la Administración tuvo conocimiento hace unas semanas de la muerte de esos dos gatos decidió poner en suspenso a esa clínica, lo que a nosotros nos parece la opción más sensata”.
Una vez que se pone en cuarentena a esta clínica, la Ciudad abogó por seguir adelante con las esterilizaciones: “esta mañana he dejado dos gatas castrando en dos clínicas veterinarias”.
Hablando con Jose Valdivieso queremos saber si la esterilización es un proceso peligroso para el animal: “desde que se puso en marcha el proyecto CER he podido castrar más de 200 gatos y sólo he tenido un incidente en la clínica suspendida. Por fortuna la llevamos a otra clínica y tuvo un final feliz. Hablando de estadística, pura y dura, es un procedimiento muy seguro”.
Saber el número exacto de gatos callejeros es muy complicado, aunque Valdivieso apunta a que “podemos estar hablando tranquilamente de 8.000 gatos. Es muy difícil contabilizarlos, pero hablamos de miles”.
Muchos vecinos se preguntan cuando ven a un gato abandonado si deben alimentarlo o no, Valdivieso apunta: “si una criatura se está muriendo de hambre, mi obligación como ser humano es alimentarla. Yo he optado por ese proceder, pero es muy importante hacerlo de forma responsable. No se puede coger pescado con espinas y que después queden las espinas en el suelo. Es muy importante poner un bol con comida húmeda que no se pierda. Alimentar, sí, pero de forma responsable”.
Sobre la concienciación de los ciudadanos con relación al bienestar animal, Valdivieso señala que: “hay blanco y negro. Hay personas que tienen una gran concienciación y apoyan la causa, pero también hay una gran insensibilidad. El caso más claro es zonas en las que hay colonias de gatos y los coches pasan a 80 kilómetros por hora cuando deberían circular a 30 sin importarles atropellar a los felinos”.
La ciudad de Melilla registra un gran número de gatos comunitarios respecto a otras ciudades con mayor población, lo cual nos lleva a preguntarnos el motivo de esta masificación: “Melilla es muy propensa a ayudar en la alimentación de los gatos, pero después las personas no hacen un esfuerzo mayor como coger los gatos y llevarlos a castrar, aunque sea gratuito. El compromiso que exige el programa CER es mucho”.
La asociación Huellas de la Solidaridad, con el respaldo de la Ciudad Autónoma, dispone de dos refugios para gatos donde se les alimenta y pasan controles veterinarios: “todo esto ya lo hacíamos, pero lo pagábamos de nuestro bolsillo. Por fin hemos tenido el respaldo de la consejera de Salud Pública. Conozco de primera mano que la Consejería está trabajando y colaborando para habilitar nuevos refugios para el conjunto de asociaciones. Lo que ocurre es que estas cosas no se construyen en un día”.
En vista de la gran población de gatos en Melilla, algunas entidades, también con la ayuda de Ciudad Autónoma, intentan enviar gatos a la península para que los adopten.
Desde Huellas de la Solidaridad se implican día a día, en el bienestar de los animales. Todas las semanas visitan los refugios, dan de comer a los gatos, limpian las casetas y los llevan al veterinario. Un trabajo al que no todo el mundo se compromete: “hay mucha gente que dice que es animalista, pero animalistas de boquilla. Hay muchas personas que prefieren estar en la playa y, a la hora de la verdad, dicen llamarse animalistas, pero poquito la verdad”.
Una buena idea sería que la Ciudad Autónoma crease una unidad específica, pero, por el momento, se presenta como un objetivo lejano: “la ciudad está intentando mejorar, pero no puede pasar como en la anterior legislatura que malgastó miles de euros, pagándole a una empresa controlada por el PSOE, dilapidando dinero público. La actual Consejera persigue que el dinero se utilice bien”.
Por el momento, queda mucho camino por recorrer para controlar los gatos comunitarios que acoge nuestra ciudad. Sólo el tiempo dirá si las medidas en activo repercuten en el bienestar animal y en el de los ciudadanos.
Tendrán que disponer de un lector de chips y ver la lectura que hace del que lleva incorporado, esos que de boquilla dicen una cosa y en la realidad son otras. Pero requerirá, mucho personal e instalaciones apropiadas, pues las colas serían interminables y los presupuestos para llevarlo a cabo insoportables para cualquier gobierno.