José María Asencio nació hace 35 años en Alicante. Desde muy joven, su padre le inculcó el amor por la música y la lectura. Pasiones que no sólo conserva sino que cultiva. Con tan sólo 24 años aprobó las oposiciones a judicaturas y, en la actualidad, es magistrado y escritor, aunque yo lo definiría como un hombre del Renacimiento porque pocas cosas se le resisten a este joven modesto, pero con un gran bagaje a sus espaldas y lo que le resta por venir. Hace tan sólo unos días, salió a la luz su segunda novela, titulada ‘Entre acordes y cadenas’, en la que narra la historia a través de la música. Tras años de documentación y escritura ve la luz este gran trabajo con ilustraciones, nada más y nada menos, que del gran cantautor Luis Eduardo Aute. Si las tapas son maravillosas, el contenido no se queda atrás.
–Usted, ¿No es un principiante en el mundo de la literatura?
–He escrito libros jurídicos, pero mi primera novela data del 2020. La primera novela que publiqué se titulaba ‘En busca de la realidad’ y estaba ambientada en el Rabal, de Barcelona. Se publicó en España y, más tarde, en Iberoamérica, debido a su repercusión en los medios culturales.
–¿Qué diferencia su primer trabajo literario de ‘Entre acordes y cadenas’?
–Este libro lo publiqué hace escasamente una semana. Es un libro que ha sido catalogado por las distribuidoras y librerías como historia musical o música sólo. En sus páginas hago un breve repaso por este siglo a través de cincuenta canciones. Entonces no es una novela, no es ficción. Se trata de relatos novedosos, pero siempre, evidentemente, basados en datos reales.
–¿Cómo logra adaptar la historia a la música y viceversa?
–A través de este libro intento humanizar un poco la historia no sólo a través de estos relatos personales, sino hacerlo a través de canciones y explicar los motivos por los cuales un cantautor, en un determinado momento, compuso una canción, la cantó y la repercusión que tuvo esa canción en el momento histórico, en el cual se compuso. Hace años, mi padre me compuso un poema donde me decía en una frase que ahora encabeza la contraportada del libro que reza así: “La música esconde los siglos pues con ella se escribe la historia”. Lo que he tratado es de sacar a la luz aquello escondido por la historia a través de la música, a través de las letras de las canciones, de la melodía de las canciones, ahondando en el significado íntimo que podían tener los cantautores.
– ¿Hay alguna etapa de la historia que sea su favorita, o con la que se sienta más identificado?
–En esencia, la novela se centra en el siglo XX y la mayoría de los relatos son de la década de los 50 y los 70. Y no sólo de España. Abordo la extensión del VIH en África, la lucha contra su extensión a través de las canciones de Ismaël Lô, la lucha por los derechos civiles, tanto de los homosexuales en Estados Unidos como de los recitales de los presos en las cárceles de EEUU, que se hacían para tratar de humanizar la vida en prisión, con artistas como Johnny Cash. También abordo, evidentemente, la Transición española y las revueltas estudiantiles de los años 60, fundamentalmente, españolas y francesas a través del Mayo del 68.
–Su libro ha contado con colaboraciones importantes como la de Lluís Llach.
–Yo soy un humilde músico, por así decirlo. He interpretado temas como el disco de Joan Manuel Serrat, dedicado a Miguel Hernández, y también he acompañado en el escenario, en algunos momentos, a cantautores como, por ejemplo, Adolfo Celdrán con el cual mantengo una amistad. Tengo relación de amistad con algunos cantautores, fundamentalmente, de la época de la Transición y, precisamente, por ello, les pedí a algunos que colaborasen en mi libro, tanto en el prólogo, aquí llamados preludios, y el epílogo, aquí llamada coda, en homenaje al lenguaje musical. En esta novela colaboran ocho. dos de ellos, para la edición catalana: Lluís Llach, que hace el preludio, y Paco Muñoz, que escribe la coda. Para la edición en castellano he contado con tres autores para los preludios: Pablo Guerrero, Adolfo Celdrán o Katia Cardela. Las codas corren a cargo de Luis Gómez Escolar, Gerardo Pablo y Manuelcha Prado. Después como guinda del pastel, tanto en la edición en catalán como en castellano Miguel Aute, hijo de Luis Eduardo Aute, me cedió un par de lienzos de su padre para ser las portadas del libro. La de la versión en castellano se titula ‘Autorreflexión’ donde aparece incluso Aute pintando un autorretrato dentro un ojo, y otro que se denomina ‘Pasión 9’ para la edición en catalán. Puedo decir, en cierta medida, con orgullo que gracias a su hijo puedo hacer una especie de suerte de homenaje a su padre.
–¿Cómo se enfrenta un escritor al folio en blanco?
-Primero hay que reciclar muchos folios antes. He escrito muchas cosas que después he guardado y no creo que esos escritos los vaya a publicar nunca. Me gusta escribir y tengo la necesidad de escribir para lograr ese ansiado vacío interior. La creación es desnudarse, en cierta manera, y alejarse de todo aquello a lo que estamos habituados y sobre todo de aquello que realizamos, incluso de forma mecánica porque el momento, en el que la creación se convierte en algo mecánico, un escritor se convierte en un escritor sistémico y no queremos ser escritores sistémicos. Este consejo me lo daba mi buen amigo Juan Manuel de Prada.
–¿Ha pensado en escribir novela negra?
–No. Nunca voy a escribir una novela policíaca, ni una novela negra, ni nada por el estilo. Seguiré escribiendo aquello que me sale y sobre todo escribo sobre lo cotidiano porque creo que lo que realmente importa son los acontecimientos del día a día.
–¿De dónde saca tiempo para escribir?
–Este libro lo escribí en un año, pero antes hay una gran trabajo de documentación detrás. Siempre digo lo mismo. No tengo televisión, ni redes sociales entonces ese tiempo que otros pueden emplear en bucear en Instagram, por ejemplo, yo lo dedico a la lectura y a encender mi antiguo tocadiscos.
–¿El cine también podría ser un buen hilo conductor de la historia?
–El cine me apasiona, pero es cierto que me encanta la Nouvelle Vague, el cine clásico, pero este tipo de películas las veo en filmotecas. El cine es un reflejo de la sociedad y nos proporciona unos testimonios maravillosos acerca de lo que sucedía en cada momento con películas como, por ejemplo, ‘La gran familia’, de la década de los sesenta. Ahí vemos cómo era la sociedad española de la época, las relaciones interpersonales.
–El próximo martes se celebra el Día del Libro, ¿Se presenta con una agenda muy llena?
–Oficialmente lo presenté hace unos días, pero ahora empieza la ronda de presentaciones. Aprovechando la Feria del Libro de Sant Jordi estaré allí, también me han invitado a la Feria del Libro de Elche, después firmaré libros e intervendré en una mesa con Benjamín Prado el domingo. El próximo lunes estaré en el Liceo de Barcelona, en otra ponencia, y después en la Feria del Libro, firmando ejemplares en Las Ramblas. A partir de ahí, tengo varias presentaciones previstas en Madrid, Granada, Córdoba, Sevilla, Tarragona y espero recalar en Melilla algún día.
Hablar con el magistrado y escritor, escritor y magistrado José María Asenscio es un verdadero placer y su novela ‘Entre acordes y cadenas’ un viaje por la historia con la música como banda sonora. Un libro que pone de manifiesto que sin conocer nuestro pasado, no podemos conocer el presente.
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