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José Guerrero Cámara: “En Melilla hemos tenido jefes superiores malos y peores”

José Guerrero Cámara (18 de febrero de 1951) es el alma de la Unión Federal de Policía (UFP) en Melilla. Sindicalista de la vieja escuela, pasó años en la clandestinidad sindical durante la década de los setenta.

Tras una vida dedicada a defender los derechos de los agentes del Cuerpo Nacional, atrás quedan los sinsabores de haber sido expulsado del Sindicato Unificado de Policía (SUP) entre 1989 y 1990 o de pasar seis meses suspendido de empleo y sueldo tras unas declaraciones hechas a la prensa. Entonces estaba casado y tenía cuatro hijos. Su familia, comenta, es la que le anima a seguir peleándose con todo el mundo.
El próximo 17 de este mes, Cámara, como le llaman sus compañeros, se jubila. Pero él no es de los que saca la mano por la ventanilla del coche y dice: “Ahí os quedáis”. Durante un tiempo, el secretario de Organización de la UFP seguirá arrimando el hombro en la sede del polígono del Sepes hasta que venda la casa en la que ha vivido todos estos años en Melilla y se instale definitivamente en Málaga con su segunda esposa y su pequeño de dos años. Entonces habrá cerrado esta etapa de su vida.
–¿Cómo vino a dar a Melilla?
–Fue entre 1999 y el 2000. Había pasado cuatro años de número dos de la UFP a nivel nacional y decidí dejarlo y empezar como un afiliado más. También tenía problemas con mi matrimonio en Málaga, y Melilla me daba un respiro. Aquí me pidieron que echara una mano. Cuando llegué había 70 afiliados y ahora somos  más de 240. Esta organización es la única que sigue creciendo año tras año. Empezamos en el año 1989-1990 y ahora somos 17.000 en toda España. En Melilla somos mayoritarios entre los policías de a pie. En la escala ejecutiva nos ganan los otros  sindicatos.
–Contado así, parece fácil. ¿Fue llegar y besar el santo?
–No. Cuando yo llegué a Melilla noté que a pesar de que había compañeros con mucha experiencia, la gente tenía recelo. Me pidieron que fuera delegado de frontera y acepté. Estuve cinco años en los puestos fronterizos. La frontera ha cambiado mucho en estos años.
Cuando yo empecé no había puertas. He visto gente con el agua hasta la cintura cuando llovía. Ha mejorado muchísimo la limpieza. Entonces se trabajaba en condiciones infrahumanas.
–UFP es el sindicato que más ‘caña’ da con la frontera.
–Es un problema que no se ha podido solucionar. Es verdad que está más limpia y que hay más control. Ha mejorado, pero se le ha echado mucho dinero encima para que hubiera mejorado aún más. El gran problema de la frontera es que Marruecos no reconoce a Melilla y Ceuta. Si lo hiciera, podríamos llegar a acuerdos.
Los policías nacionales seguimos sin tener directrices concretas para saber quién entra y quién no. Con un ciudadano sirio tenemos claro que debemos dejarlo pasar a pedir asilo, pero si viene alguien de Fez o de Rabat, no sabemos. Ahora no hay norma alguna.
Seguimos con el problema de los menores que se cuelan por la frontera y con la escasez de personal. Este año tenemos 476 policías nacionales. Son menos que el año pasado, cuando éramos 505.
–Lo de las directrices concretas ¿cómo se arregla?
–Tendría que haber un jefe que mandara en la frontera y no cuatro o cinco inspectores. Un jefe único podría dar directrices concretas.
–Después de tantos años en la Policía Nacional habrá visto en Melilla jefes superiores malos, menos malos, buenos y peores.
–¿Jefes superiores en Melilla? Los ha habido malos y peores. Se han acomodado al cargo y no han resuelto los problemas que tenían que resolver en frontera y con el personal, sobre todo.
Sólo he conocido a un comisario con criterio propio y fue cesado por Cotino (Juan Cotino, ex director general de la Policía Nacional entre 1996 y 2002). (El comisario) Venía de ser el jefe provincial de la Policía de Alicante, un hombre con criterio propio. Le hicieron el planteamiento de hacer una determinada distribución de personal y él dijo que con lo que tenía en Melilla no podía hacerlo. Cotino le dijo que no se preocupara, que le mandaría para Melilla lo que necesitaba. A la semana lo cesó. No recuerdo su nombre.
A partir de ahí, comisarios como ése, ninguno. Los que han venido a Melilla nos dicen que ellos piden y no piden nada porque mientras menos piden, más cómodos son para los jefes.
–Y de los políticos, ¿hay alguno que merezca la pena recordar, algún Gobierno que haya hecho algo por la Policía Nacional?
–Hubo un Gobierno socialista de Felipe González que, con Barrionuevo, aprobó una gran subida salarial para la Policía Nacional. Con Aznar hubo otra subida, pero nunca se colmaron las aspiraciones de los policías de ser compensados como lo que son: una Policía con competencias nacionales.
Uno de los temas que más nos afectan son las jubilaciones. Yo, ahora mismo me voy el 17 de este mes y empezaré a cobrar el 70 o el 80% del sueldo de la península (1.700 euros), sin el plus de residencia en Melilla, claro.
En la Policía Nacional necesitaríamos lo mismo que han hecho en Policía Local, que tienen un sueldo en condiciones cuando se jubilan. A nosotros nos dan menos. Tengo un Plan de Pensiones en el que el Gobierno lleva desde 2011 sin meter un duro. Eso es peor que los políticos que han robado en los ayuntamientos. Ahora cuando vas a cobrar un Plan de Pensiones te dan 1.100 euros después de una vida en la Policía Nacional.
–Los agentes de la Guardia Civil dicen que están peor...
–La Guardia Civil está más o menos como nosotros. Ellos tienen beneficios que nosotros no tenemos como la vivienda gratis y los descuentos para viajar en barco. Desgraciadamente policías nacionales y guardias civiles podemos exigir de la mano. Si hubiéramos ido a grandes movilizaciones, 160.000 funcionarios unidos, se podría haber hecho algo. Pero no ha habido quien guiara a esos 160.000 funcionarios para cambiar la situación.
En 1972 y a inicios de los 80 hubo una gran manifestación en Madrid y llegaron incluso a pegarle a un general. De ahí pasamos a tener Seguridad Social, porque hasta entonces, cuando enfermábamos, íbamos a los hospitales militares como si fuéramos soldados. Pero conseguir la Seguridad Social le costó el puesto a más de 500 compañeros que fueron expulsados y que no sé si nos han perdonado a estas alturas. Yo se lo digo mucho a los compañeros: “Si quieres algo, te cuesta y te cuesta en sanciones”.
No tiene sentido que un policía autonómico cobre más que un policía nacional. La equiparación es una asignatura pendiente que no sé si se conseguirá.
–Algo habrá mejorado la cosa con los años ¿no?
–Yo entré a la Policía Nacional y ganaba 6.000 pesetas. Con eso tenía que pagar piso, mantener a mi familia y comer. Me tiré un puñado de años trabajando en la calle.
Hoy es verdad que la Policía está mejor, pero si conseguimos vivir con 1.700 euros es porque la mayoría de las parejas de los policías trabajan y llevan otro sueldo a casa. Eso ha hecho que tengamos un nivel de vida estable.
–¿Cómo ha conseguido que los problemas no le asfixien en una ciudad pequeña como Melilla?
–Yo cuando llegué a Melilla no tenía la sensación de cárcel de la que habla la gente. Yo no venía separado, pero casi. Melilla era un respiro para mí. Aquí había mucho ambiente. Pero a medida que pasa el tiempo te vas asfixiando un poco.
Yo soy una persona de grandes espacios. Soy libre. Trabajo doce horas para el sindicato y no me pesan. No me importa el horario, siempre que tenga libertad. Con el tiempo te vas agobiando un poco. Pero encontré un rincón en Marruecos adonde me escapo los fines de semana. Allí tengo una higuera, limoneros, naranjos, mis cebollas. Con eso desconecto. El problema es la frontera...
–Ahora los policías nacionales se enfrentan al fenómeno del  yihadismo. ¿Cree que será como el ébola, algo pasajero?
–Esto va para largo. Recuerdo que hace años un compañero me dijo que quería estudiar algún idioma. Yo le dije que estudiara inglés, pero él quería algo distinto y le sugerí el árabe porque es un idioma que en España va a tener futuro.
Pero en esto hay que tener en cuenta los radicalismos, porque hay mucha gente que confunde religión con reivindicación.
Creo que Europa es responsable del islamismo radical. Todos hemos transigido. El presidente de Australia dijo: “Éste es un país católico, se puede profesar otra religión, pero no con el dinero del Estado”. Otra cosa es que prohíban a la gente practicar su religión. En la costa mediterránea hay mezquitas y 20.000 chalets en los que supuestamente la gente reza.
Yo he visto DNI de mujeres con pañuelo. Eso ahora no se puede, pero no debió permitirse nunca. A mí en la frontera me ha llegado alguna mujer con el velo integral diciéndome que la identifique por las huellas dactilares. Cuando estás en un control fronterizo por el que pasan miles y miles de personas, no puedes hacerlo.
–¿Los policías nacionales están preparados para hacer frente al yihadismo?
–Tenemos compañeros que hablan y escriben en árabe. El mero hecho de estar en Melilla y Ceuta te ayuda a bregar. Día a día estamos desarticulando células yihadistas. Estamos preparados aunque nosotros entendemos que hacen falta 70-80 policías más en la frontera.
–Con los menores extranjeros no acompañados (menas) hay un problema porque se cuelan por la frontera.
–El Estado español tiene la obligación de asistir a los menores sin familia. Lo que pasa es que la mayoría de los menas que están en Melilla tienen padres y madres que los echan para acá. La mayoría de esos niños va para delincuentes, pero los hay que logran llegar a la península, se colocan y luego mandan dinero a sus familias. Tenemos menores que no son huérfanos y están tutelados por nuestro país.
La solución pasa por llegar a acuerdos con Marruecos. Tenemos acuerdos para que ellos pasen toneladas de tomate por la frontera o pescado, pues no les dejamos hasta que cojan a los menas. Y si no se puede, se los ponemos en Bruselas a la Unión Europea.
Marruecos es socio preferente de la UE y sin embargo sigue teniendo problemas con Melilla y Ceuta.
–Usted se jubila en un momento difícil para la política española. ¿Cree que habrá que volver a las urnas para elegir un presidente del Gobierno?
–Si lo hacemos nos vamos a gastar 130 millones de euros, pero yo creo que el pueblo tiene que decidir otra vez. Me sorprenden los partidos populistas que piden un puesto en lugar de acordar la modificación de la Constitución o la eliminación de los aforamientos. Deberían pedir cambios y a partir de ahí, repartir los cargos. Primero deberíamos saber qué quieren.
En este país seguiremos teniendo corrupción mientras los votantes no podamos elegir con listas abiertas. Sólo así la gente empezará a castigar la corrupción. Mi voto lo doy yo a un partido. Yo no voto a éste, para que luego haga coaliciones.
–También ha habido casos de corrupción dentro del Cuerpo Nacional de Policía.
–He visto corrupción en el Cuerpo y también he visto que se ha corregido. En la Policía Nacional, el que la hace, normalmente la paga.
Si he cometido un delito, que me juzgue un juez, lo que no puede ser es que antes de pasar por el juzgado, ya te han juzgado en el Cuerpo con la suspensión de empleo y sueldo. Habría que distinguir entre delitos. No todos merecen que los juzguen dos veces.
–Los empresarios de la frontera (Acsemel) creen que el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, ha sido el peor de la historia de Melilla. ¿Como lo ve?
–El Barkani no es ni mejor ni peor que los que le han precedido en el cargo. Lo que pasa es que, al ser musulmán, creó muchas expectativas que no se han cumplido. Pensábamos que iba a dar más juego. La UFP es el único sindicato policial de Melilla que no le ha dado jabón: le hemos dado lejía.
El Barkani quitó la mercancía de Beni Enzar, pero los empresarios se le echaron encima y no supo aguantarles el pulso.
–UFP también ha tenido sus rifirrafes con Acsemel.
–No estamos en contra de que los empresarios pasen mercancía por la frontera. Lo que pasa es que en este tema los policías estamos desprotegidos. Cuando un porteador agrede a un agente, Acsemel no tiene que volver a darle trabajo.
Nosotros defendemos que pasen toda la mercancía que quieran. Ellos dicen que eso trae dinero para Melilla, pero yo no lo veo. Nosotros queremos orden en la frontera.
–¿Y las aspiraciones marroquíes para con Melilla, no le dan un poco de miedo?
–Marruecos no me da miedo. Yo he estado algo más de tres años en la Embajada (española) de Rabat, entre 2003 y 2007. Ahí conocí lo que es Marruecos. Estuve cuatro años en el Sahara cuando tenía 17 años hasta los 21. Conozco las etnias. El árabe y el saharaui son nobles. El rifeño, algo menos.
–¿Qué le aconseja a los sindicalistas que le sucederán?
–Aquí hay que plantarse. Con los jefes hay que plantarse, con respeto, pero con firmeza. Hay que criticar, pero también hay que proponer y hacerlo con seriedad. Hay que defender los intereses de los funcionarios de la Policía. Lo que me preocupa de un jefe es que no tenga la razón, no que sea inspector.
–Yo creo que sí hay personas imprescindibles y que muchas cosas no vuelven a ser lo que eran en su ausencia...
–Yo soy de los que digo: “Las personas no son imprescindibles cuando no se les hace imprescindibles”. Si me voy y nadie hace nada, entonces soy imprescindible.
Al frente de la UFP se queda Antonio (García Guillén), el actual secretario general. También hay otros compañeros que están colaborando. Esta semana me voy a Algeciras a una asamblea. A partir del 17 firmaré como colaborador. Mientras no venda mi casa, seguiré en la sede del sindicato con los compañeros.

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