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Jabalíes norteafricanos

Huertas y jabalíes

En ningún lugar como en las huertas de la península de Tres Forcas se aprecia el perjuicio que los jabalíes (Sus scrofa) pueden suponer para una comunidad rural ya de por sí castigada por la sequía y la dura competencia con la agricultura intensiva que se desarrolla no muy lejos de aquí.

La actual abundancia de estos animales en los campos de la Guelaya está poniendo a prueba la paciencia de los agricultores de la zona, que apenas cuentan con recursos para defender sus cosechas de tamaña fuerza de la naturaleza, y las monterías esporádicas destinadas más al recreo de cierta clase pudiente de Marruecos que al control de la especie no representa una solución viable en el tiempo.

El lobo dorado

El jabalí de esta zona del norte de África pertenece a la subespecie algira (Sus scrofa ssp. algira); es un animal con diferencias tanto morfológicas como biológicas importantes con respecto a las subespecies que habitan la península.

Estas diferencias están propiciadas, cómo no, por la selección natural, que ha moldeado a través del tiempo un animal un poco más pequeño que el peninsular, más austero y con las defensas bucales, los colmillos, más grandes, amén de otras diferencias menos apreciables. Un territorio con determinadas características determina las características de la fauna que lo habita, es una ley natural.

Su depredador más importante en nuestra zona siempre ha sido el lobo dorado norteafricano (Canis anthus ssp. algeriensis), el que hasta hace muy poco conocíamos por “chacal dorado” y que por los últimos estudios de ADN de la especie se sabe que es más cercano genéticamente al lobo gris e incluso al coyote que a los chacales dorados euroasiáticos, por lo que los expertos han determinado su cambio de denominación de chacal dorado norteafricano a lobo dorado norteafricano.

Precisamente parece que el exterminio de la casi totalidad de estos cánidos en la Guelaya y en la mayoría de las zonas rurales de Marruecos es la causa principal de que la población de jabalí se haya multiplicado hasta alcanzar casi la condición de plaga en algunas localidades.

Los lobos dorados depredaban especialmente sobre las crías de los jabalíes, ejerciendo un control sobre sus poblaciones que contrarrestaba la alta natalidad de esta especie, capaz de criar hasta dos veces al año camadas que van desde dos hasta ocho crías.

La fortaleza de los adultos de jabalí casi imposibilitaba depredar sobre ellos, a no ser sobre ejemplares enfermos o ancianos.

Alimentación

Por otra parte, el jabalí tiene una dieta omnívora, lo que hace que encuentre alimento donde otras especies no lo hacen, y es uno de los secretos de la gran explosión demográfica de este animal una vez que han desaparecido sus depredadores naturales.

Tiene un gran olfato que le permite detectar bajo tierra raíces y hongos, pero también orugas y lombrices; depreda sobre todo tipo de fauna que se le ponga al alcance, como escorpiones y culebras, a los que localiza levantando las piedras que les sirven de refugio sin importar mucho el tamaño, pues entre su gran fuerza y la dureza de su testa son capaces de levantar hasta los muros de piedra que separan las huertas.

También caza conejos, sobre todo los gazapos, a los que localiza en sus huras y las destruye hasta tener acceso a ellos.

Sobrepoblación y control natural

Es un prodigio de adaptación natural que sin embargo una vez que sus poblaciones han superado el número de ejemplares que una determinada zona puede soportar manteniendo el equilibrio ecológico, se convierten en un peligro para la biodiversidad y los recursos naturales de esa zona.

Se han convertido en asiduos visitantes de los vertederos, entrando de forma frecuente en los cascos urbanos, y acrecentando aún más el conflicto con esta especie.

La situación no es muy diferente en la España peninsular, aunque allí la confrontación con las poblaciones rurales es menor, por haber desaparecido casi la agricultura de subsistencia.

Tanto en un lado del Estrecho como en el otro, el jabalí se ha convertido en todo un ejemplo de lo urgente que es recuperar el equilibrio ecológico de nuestros campos, y del importante papel que juegan los depredadores en el mantenimiento de este equilibrio.

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