Iván Grande Merino ha dirigido el Aeropuerto de Melilla desde el 2018 pero este año emprenderá un nuevo reto, irá al Aeropuerto de Bilbao. Miguel Palomares lo sustituirá en Melilla. En una entrevista concedida a El Faro habla sobre su vinculación con la ciudad, cómo se trastocó el trabajo durante el 2020 debido a la pandemia y la importancia del aeropuerto en la gestión de la crisis sanitaria.
No deja de lado los logros alcanzados en este tiempo, el reconocimiento a su equipo de trabajo y algún consejo que deja a su sucesor en la ciudad.
–¿Cuál fue el aeropuerto que encontró cuando llegó a la ciudad y cuál es que el deja?
–Mi relación con el aeropuerto y su ciudad comienza antes de dirigir la infraestructura, en febrero de 2018. En 2013 cuando aterricé proveniente de Ibiza en el aeropuerto para encargarme de la sección técnico-operativa, sólo operaba una compañía aérea y las rutas conectaban con Madrid, Málaga, Almería y Granada. El aeropuerto venía de varias remodelaciones y ampliaciones en los años 2003 a 2008 y ya necesitaba un nuevo impulso dinamizador en cuanto a mejora de servicios y modernización de instalaciones.
Durante estos años, en los que también estuvo al frente Joaquín Rodríguez, se han realizado diversas obras de mejora, se ha alcanzado el máximo histórico de pasajeros en 2019 con 434.000 pasajeros, muy cerca del medio millón, operan dos compañías y las rutas llegaron a ser 9 justo antes de la pandemia. En 2018 y 2019, el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) ha otorgado dos premios ACI consecutivos como mejor aeropuerto en el servicio prestado a los pasajeros en su categoría y se han sentado las bases para un futuro esperanzador del aeropuerto, implementando una nueva aproximación VOR, certificando el aeropuerto con normas españolas y europeas y lanzando el proceso de cambio de categoría a 3C.
–¿Cómo valora que el Ministerio de Transportes se comprometa a estudiar la ampliación de la pista del aeropuerto, la instalación de un sistema de aproximación por satélite y la aprobación de la categoría C?
–La implicación del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y todos los avances que pudieran derivarse en un futuro son buenas noticias. Los organismos e instituciones implicadas trabajamos de forma conjunta siempre pensado en la mejora de infraestructuras y el servicio público al ciudadano.
–¿Qué beneficios cree puede traer a Melilla la ampliación de la pista?
–Con la pista actual, la operativa logra ceñirse al territorio nacional con un alto nivel de exigencia tanto a la operación de las aeronaves como a la destreza de los pilotos. La ampliación de la pista es un tema complejo. Un aumento de la longitud de pista implicaría necesariamente un nuevo diseño de las trayectorias de aproximación y ascenso al despegue, con parte de las mismas desarrollándose sobre territorio del Reino de Marruecos. Y supondría, por tanto, la modificación de las superficies limitadoras de obstáculos (SLO) y servidumbres aeronáuticas por el hecho del incremento de su longitud.
–Durante el 2020 y debido a la crisis sanitaria por el coronavirus se paralizaron todos los vuelos comerciales y de pasajeros ¿Qué tan dura fue la gestión en el aeropuerto durante este tiempo y cómo fue el proceso para adaptar los espacios al inicio de la nueva normalidad?
–Fue muy dura para todos. Tuvimos que adaptarnos a la situación de una forma extraordinariamente rápida para salvaguardar la salud de los empleados del aeropuerto y al mismo tiempo hacer funcionar una infraestructura vital para el control de la pandemia mediante la facilitación de las operaciones de traslado de enfermos y muestras PCR.
Debido a la pandemia y a la drástica caída del tráfico por las restricciones a la movilidad propias del estado de alarma, la infraestructura se centró en operaciones esenciales de servicio público, facilitando vuelos ambulancias y de carga con material sanitario y reorganizó las instalaciones para adaptarse a la situación, frenar la propagación del Covid-19 y preservar la salud de los trabajadores. El valor del Aeropuerto de Melilla se multiplicó en tiempos de pandemia pues facilitaba cada día y en cualquier horario la evacuación de urgencia de enfermos y el traslado de muestras de Covid-19 para su análisis. El Aeropuerto de Melilla gestionó más de un centenar de vuelos sanitarios hasta el 30 de abril, además de vuelos militares, algunos de ellos con material sanitario.
La infraestructura de Aena en la Ciudad Autónoma se convirtió en instalación básica para controlar la pandemia y salvar vidas, un valor excepcional derivado de las excepciones del estado de alarma hasta el punto de convertirse en un cordón umbilical con la península que salva vida a diario cuando estaba sometida a las restricciones derivadas de la orden ministerial que cerraba los territorios para controlar la pandemia.
En Melilla, su aeropuerto fue la llave para controlar la evolución de la pandemia en todo el territorio ya que se trataba de la puerta de salida diaria de las muestras de covid-19 para su análisis en Madrid. Si la infraestructura no facilitara la rápida salida y llegada cada día de la semana de la avioneta del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) con las muestras, no se conocería con la premura necesaria la evolución de la pandemia y, en consecuencia, se dificultaría su control.
En paralelo a esta labor, desde el comienzo de la crisis sanitaria, Aena ha trabajado en la identificación de procesos aeroportuarios seguros y coordinados para que todos los aeropuertos de su red pudiesen retomar la operatividad de una manera segura y que genere confianza a los pasajeros. Las medidas identificadas en el Plan de Recuperación Operativa de Aena que se implantaron desde abril en los aeropuertos españoles, también en Melilla, siguen las indicaciones de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) y del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), para retomar la operatividad en los aeropuertos europeos de manera segura, una vez eliminadas las restricciones a la movilidad.
Entre las medidas, totalmente implantadas, destacan el refuerzo de la limpieza y de la desinfección de las instalaciones, la adquisición de los medios de protección para los trabajadores, la implantación de la distancia de seguridad de 1,5 metros en todos los procesos aeroportuarios, mediante señalización, cartelería y mensajes por megafonía y en las pantallas de información al público, se reforzó la comunicación a los pasajeros, la adaptación de los procesos aeroportuarios (facturación, embarque…) y de la infraestructura a la situación, con geles hidroalcohólicos, mamparas protectoras, marcas y huellas de distanciamiento, la obligatoriedad de llevar mascarilla por parte los pasajeros y la limitación de acceso a las instalaciones a personas que no vayan a viajar, como pueden ser los acompañantes.
Me he permitido extenderme más en esta explicación porque, sin duda, estamos muy orgullosos del trabajo realizado y del servicio prestado a la ciudadanía de Melilla.
–¿Qué cree le quedó por hacer en el aeropuerto de la ciudad?
–Se ha dado un gran paso modernizando instalaciones y mejorando los servicios ofertados al pasajero en el terminal y se ha encarado un futuro muy ilusionante tramitando el cambio de categoría del aeropuerto a 3C, lo que posibilitará la operación de aeronaves a reacción lo que dará mucha más versatilidad al aeropuerto.
–¿Qué se lleva de Melilla en su experiencia como director del aeropuerto de la ciudad a Bilbao para dirigir el Loiu, un aeropuerto internacional?
–Personalmente, me llevo una gran cantidad de amigos y un hijo nacido en Melilla, por lo que siempre estaré ligado a esta maravillosa ciudad. Me llevo la maleta llena de muy buenos momentos y siempre seré embajador de Melilla fuera de esta tierra.
Profesionalmente, orgulloso de haber trabajado junto con el equipo del aeropuerto con todo el cariño para hacer una infraestructura mejor y de esto me llevo también muchas enseñanzas. La idiosincrasia del Aeropuerto de Melilla permite adquirir una visión muy completa, que trasciende de la gestión puramente aeroportuaria. La infraestructura está destinada a vertebrar el territorio y, en el caso de Melilla, por su particularidad geográfica, une y contribuye a hacer país, lo que aconseja, aún más, trabajar conjuntamente con instituciones y organismos de la ciudad. Su gestión requiere mantener y alimentar las relaciones con compañías aéreas, organismos turísticos e instituciones públicas para consolidar la fortaleza del servicio público. Esos requerimientos en la forma de trabajar y la experiencia que me han reportado y enriquecido me llevo como bagaje personal.
–¿Qué mensaje y consejo le deja a su sucesor en el aeropuerto de la ciudad, Miguel Palomares?
–Miguel tiene cualidades y capacidad de trabajo más que demostradas. Estoy convencido de que su trabajo será extraordinario y podréis ver el resultado. Trabajar por y para el aeropuerto, con el cariño como si fuese un melillense más, a mí me ha dado buenos resultados y ha sido muy satisfactorio en todos los sentidos.
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