Nadie que desee el bien de los melillenses por encima de cualquier otro anhelo puede estar satisfecho con el anuncio de que los billetes del barco no se abaratarán tanto como estaba previsto en el contrato de navegación marítima que finalmente quedó desierto. El portavoz del Gobierno, Daniel Conesa, informó el pasado viernes de que la Ciudad y el Ministerio de Fomento se han decantado por esta posibilidad para mejorar las condiciones económicas con el objetivo de hacer el servicio atractivo a las navieras. Dijo que aumentar la cuantía que aporta el Ejecutivo central supondría iniciar un engorroso trámite que haría necesario modificar los Presupuestos Generales del Estado. Y la otra posibilidad, que la Ciudad incremente la suma que aporta para mejorar la calidad de los viajes en barco, ni siquiera se puso sobre la mesa. Al menos, el portavoz del Gobierno hizo especial hincapié en ella.
La conclusión final es que los melillenses y los visitantes que lleguen a nuestra ciudad tendrán que pagar algo más de lo previsto en el nuevo contrato y menos que lo que se paga ahora con el que está actualmente en vigor y que se prorrogará hasta que se produzca la adjudicación del que saldrá a licitación próximamente.
Como era de esperar, la decisión de la que informó el portavoz del Gobierno no fue recibida con aplausos. Ayer, el presidente de la Asociación de Hosteleros, Amaruch Hassan, también mostró su disgusto con la medida. Considera que cuanto más baratos sean los billetes, más turistas llegarán a la ciudad y en mayor medida se verán beneficiados los bares, restaurantes y comercios. La argumentación es válida, pero no explica en su totalidad la problemática del turismo en nuestra ciudad. Hay que tener en cuenta que el primer y más importante elemento para que los visitantes vengan a nuestra ciudad es la motivación. Los billetes caros pueden suponer un freno, pero su abaratamiento no garantiza la llegada de barcos llenos de turistas. Cuando ciudadano decide visitar un lugar por placer, lo hace porque le han generado una serie de expectativas que le resultan atractivas y que considera interesante satisfacer. En este sentido, los melillenses debemos plantearnos qué ofrecemos a nuestros compatriotas de la península. ¿Mejores playas que las de la costa malagueña, granadina o almeriense? ¿Mayor oferta de ocio, teatro o cine? ¿Más variedad de locales comerciales y mejores precios? ¿Establecimientos gastronómicos de renombre? ¿Colecciones pictóricas únicas? ¿Unas envidiables infraestructuras hoteleras?
Los precios de los billetes del barco o el avión son un problema importante. Los melillenses sabemos perfectamente que son el principal motivo por el que muchos turistas que desean conocer Melilla no pueden viajar a nuestra ciudad. Ahora sólo nos falta descubrir cuál es el motivo por el que otros muchos turistas nunca se han planteado visitar nuestra ciudad. Sólo así podremos ofrecer un atractivo que busca todo aquél que viaja por placer.
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