La vivienda de alquier en la que vive ha sido una de las desalojadas tras el terremoto de ayer
Ismael Chaoui sentía que el techo se les venía encima. Cogió a su esposa y sus tres hijos e intentaron salir de su casa. Pero no pudieron. La viga estaba cediendo y movió el dintel de la puerta de su hogar. Estaba atrancada. No podían escapar y el techo se les caía encima. Los gritos y lloros de los niños se mezclaron con los estruendos de las paredes y los muebles. “La puerta no se abría porque las vigas cedieron y acabé arrancando el picaporte”, aseguró ayer a El Faro.
Esta familia es una de las once a las que los técnicos de Fomento ha aconsejado desalojar sus hogares. Tienen su casa en el número 10 de la calle San José en el barrio del Tesorillo.
El miedo hizo que Ismael sacara fuerzas de donde no tenía. Tiró con todas sus ganas del picaporte de la puerta y lo arrancó, pero consiguió abrir. Sacó a su familia a la calle y les intentó calmar.
Las réplicas continuadas impidieron que la familia volviera al interior durante un tiempo y se quedaron en la calle, apuntó, junto a otros vecinos.
Armarios, espejos, muebles y utensilios de cocina estaban por todos lados cuando volvieron a entrar en esta casita de alquiler en la que viven los cinco.
Daños importantes
Ismael es peón de la construcción y cuando observó el estado de los techos, las vigas y las paredes, comprendió que en la casa no podían dormir. Avisaron al 112 y un equipo de Bomberos y técnicos de la Ciudad les certificaron que tenían que evacuar su hogar y pasar la noche en otras instalaciones.
Ayer, sobre las 17:00 horas, aún estaban en esa casa sin saber muy bien qué hacer. Dudaban entre esperar a que alguien de la Ciudad les buscara o ir directamente a la sede de Bienestar Social, situada en Carlos Ramírez de Arrellano, para pedir que les buscaran un sitio para dormir. Finalmente, hicieron las maletas y se marcharon de esa casa, que presentaba daños importantes, como afirmó Ismael.
Este padre de familia, que tiene dos hijas de 6 y 13 años y otro hijo de 10 años, afirmó que se llevaron un buen susto durante el terremoto. Durante unos segundos pensó que no podrían salir y que su hogar se les vendría encima en cualquier momento. Fueron momentos de muchos nervios que se vieron acrecentados por las constantes réplicas que se sucedieron a primera hora de la mañana.
Ismael no tenía muy claro qué hacer con su familia y dónde iban a pasar la noche y el día de hoy. Pero no tenía ninguna duda sobre qué harán con la casa. Se tendrán que buscar otro hogar porque no pueden vivir viendo esas grandes grietas sobre sus cabezas.