El Melilla no pudo conseguir los puntos en la visita a Pamplona tras caer ante el Grupo Iruña por 83-75. Se trata de un feudo que solo trae malos recuerdos a los melillenses. Ya dijo García de Vitoria que el Grupo Iruña es uno de los equipos más en forma. No le faltaba razón. Una de las claves para salir airosos de una de las canchas más complicadas de la Adecco Oro era estar seguros en defensa. A pesar de mostrar un buen nivel a lo largo del partido, estas desaplicaciones defensivas volvieron a aparecer en el último cuarto, lo que decantó la balanza hacía el equipo local.
El cuadro melillense enlaza su segunda derrota consecutiva fuera de casa y ha perdido tres de los últimos cuatro partidos. La derrota es especialmente dolorosa, puesto que llega ante un rival directo en la lucha por los play off con el objetivo de dar continuidad a la victoria conseguida la pasada jornada ante el C. B. Granada. El Melilla no tuvo excesivos problemas para doblegar al conjunto navarro y venció por un contundente 95-78 en el encuentro de ida. No obstante, los de Ángel Jareño han ido de menos a más en la competición y suman trece en sus últimos dieciséis partidos disputados.
El choque comenzó con un Melilla con un claro objetivo: mostrar seriedad y ser contundentes en defensa para frenar las embestiduras navarras, y en especial a Ondrej Starosta, su torre más alta. A pesar de la buena intención, el conjunto azul cometió una serie de fallos propios de infantiles, que llevaron a que el equipo tuviera que ir a rebufo del Grupo Iruña en los primeros minutos. La fluidez en ataque tampoco era la deseada en estos primeros compases. Muchas jugadas fructificaron únicamente a base de impulsos. Pero puntos al fin y al cabo. Sin embargo, la efectividad desde fuera del área, que tanto está ayudando este año, ayudó a que la niebla de cara al aro se disipara. Estos aciertos dieron confianza al Melilla, que logró darle la vuelta al partido cuando el luminoso señalaba los seis minutos de partido. A partir de ahí, el primer cuarto fue un toma y daca, una sucesión de fallos y aciertos en ambos equipos. Así se llegó al final con un 15-16 favorable a los de la ciudad autónoma. Arco, el alero melillense, con 9 puntos había sido el hombre clave en estos diez primeros minutos.
El segundo cuarto tuvo nombre y apellidos: Iñaki Narros, que con 14 puntos, se echó al Grupo Iruña a sus espadas, siendo fundamental para darle la vuelta al partido. Tampoco colaboró el juego en defensa del Melilla, que volvió a mostrar los desajustes defensivos que tantos quebraderos de cabezas han causado en Gonzalo de Gracia a lo largo d esta temporada. A pesar de las pobres sensaciones en defensa el resultado seguía siendo recortable (40-37 al final del cuarto). Y eso que el cuarto comenzó de cara para los del Javier Imbroda. Ridge Mc Keither que no estuvo muy participativo en el primer cuarto, sería clave al comienzo del segundo cuarto. Mostró mucha movilidad y estuvo fino en el tiro. También estuvo bien el pivot Odiakosa que logró gracias a su fuerte físico aumentar la ventaja para un Melilla, con muchas ganas de enterrar los fantasmas que aparecen cada vez que juegan aquí. El Melilla avanzaba rápido, quizá demasiado. Este ritmo de partido no hizo más que beneficiarles. Bajo este ritmo comenzaron a sentirse cómodos y a elaborar jugadas en equipo de mérito. La distancia de 5 puntos, punto arriba o abajo, marcó todo el segundo cuarto. Pero este ritmo fue una rémora a largo plaza. A falta de unos minutos para llegar al descanso irrumpió la figura de Narros que con diez puntos seguidos, le dio él solo la vuelta al partido, tras tres triples. En el Melilla quizá se echaba de menos un juego más razonado, así como la eficacia de De Vries, el máximo anotador de la competición.
La orden en el descanso era clara. Había que darle la vuelta al partido. Y para ello sacaron su mejor arsenal: los triples que tantas alegrías están dando este año. A través de estos, De Vries y Arco consiguieron darle la vuelta al partido. Parecía más sencillo hacerlo desde fuera que dentro del área. El poco acierto de De Vries en la primera parte, fue solo un espejismo. Volvió a mostrar quién es y que cuando está en el parqué manda él. Fueron clave sus X puntos en este parcial. Sin embargo, en frente seguía estando un pletórico Narros, que seguía echándose a su equipo a las espaldas. El duelo tan igualado entre De Vries y Narros, no era más que un ejemplo de lo igualado que estaba el partido. Tan igualado estaba el partido, que ningún equipo fue capaz de abrir brecha. Así, se mantuvo la distancia, y se llegó con un 62-60 al final del tercer cuarto.
Cualquier equipo se podía llevar los puntos. Los jugadores lo sabían. Y eso generó mucha intensidad y nervios. Esto se tradujo en un cúmulo de errores por parte de ambos equipos. Pero el Grupo Iruña, espoleados por su afición y mostrando un mayor físico, supo aprovecharse de la situación y salió victorioso ante esta tesitura. Cuatro minutos estuvo el Melilla sin anotar ni un solo punto. Aunque tras un buen minuto, De Vries volvió a poner a los suyos a un solo punto, las sensaciones no eran buenas, pues eran múltiples las pérdidas de balones e imprecisiones a la hora de elaborar el ataque. Estos fallos serían luego letales, y llevaron a que el Grupo Iruña consiguiera ampliar la ventaja como no había hecho en todo el encuentro. Los de Gonzalo Gracia bajaran los brazos, por lo que la diferencia aumentó de manera injusta hasta llegar al definitivo 83-73.
Así pues, derrota en Pamplona, un lugar que no hace más que traer malos recuerdos. Siempre que ha jugado en esta ciudad se ha perdido. Fue aquí también donde el jugador norteamericano Bud Eley dijo adiós a la temporada, tras una gravísima lesión al romperse el tendón de Aquiles. También donde se rompió Markos Suka el año pasado, y donde Curtis Withers conoció su injusta sanción por una supuesta duplicidad de su contrato. Habrá que seguir intentándolo.
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