Francisco y Rocío viven a 300 metros del colegio de sus tres hijos más pequeños y es por ello que suelen ir a clase andando. Se podría pensar que es cómodo porque no les afectan los atascos o no tienen que buscar un sitio para aparcar, pero nada más alejado de la realidad. En los apenas 10 minutos que dura el trayecto, tienen que sortear obras mal señalizadas, vehículos mal aparcados y pasar por aceras estrechas y eso a pesar de que la Ciudad Autónoma invirtiera más de 200.000 euros en el camino escolar que conduce al colegio Reyes Católicos en 2018.
Tanto Rocío como Francisco tienen claro cómo define el trayecto: peligroso. Ella señala además que es muy incómodo e inseguro y es por ello que se han aprendido un camino de memoria para evitar tener que ir sorteando obstáculos. Y es que hay incluso puntos en los que se ven obligados a salir a la carretera al estar la acera ocupada por obras en algunos casos.
Los dos hijos más pequeños que tiene el matrimonio son mellizos y cuando eran más pequeños y tenían que llevarlos en un carrito gemelar a la Divina Infantita, circular por las aceras era incluso más difícil, ya que estas son estrechas y en algunas no había suficiente espacio para el carrito de los mellizos, por lo que en ocasiones se bajaba de la acera para poder caminar con los pequeños. “Parecía más seguro ir en coche que andando, cuando la lógica te dice que estando cerca tu casa del colegio, lo normal es ir a pie”, dijo.
Incluso habiendo llegado al punto de destino, tienen problemas para moverse en torno a la puerta del colegio porque hay padres que, a la hora de salida o de entrada, aparcan en coche en doble fila o en el mismo paso de peatones.
Francisco llegó hasta el punto de denunciar a una mujer que había ocupado prácticamente todo el paso de peatones, dejando tan solo un pequeño espacio para que todos los alumnos y padres pasasen, lo que hizo un efecto embudo. Francisco cuenta como le llamo la atención a la conductora y esta le ignoró por completo. Entonces, Francisco anotó la matrícula del vehículo Creen que en las horas puntas de entrada y salida del centro educativo, se podría cerrar la calle por donde se acude al centro. Francisco resaltó que cuando ha recriminado algo a alguien, le responden que ‘dónde van a aparcar si no’ y él mismo, cuando ha tenido que coger el coche porque hacía mal tiempo, ha podido aparcar sin problemas en la calle Carlos V. Sin embargo, apuntó a que muchos conductores quieren aparcar en la misma puerta del colegio.
Desde MelillaConBici, Javier Bocanegra, explicó que hay caminos escolares que están bien ideados, pero que otros no están en condiciones óptimas. Cree que estos caminos son un valor de ciudad y que son una necesidad vital , no solo a nivel medio ambiental, sino también por el desarrollo personal y humano que ofrece el conocer el espacio público del entorno y la experiencia de ir a pie hasta clase. “Son vivencias que hemos tenido todos y parece que en la Melilla actual hay que luchar por ellas y defenderlas”, dijo.
En primer lugar, piensa que hay que cumplir la ley de tráfico y raíz de allí se podría hablar sobre la lay de accesibilidad y recuperar espacio público para los peatones y más ahora que se recomienda la distancia social por la pandemia del coronavirus, cre ando una bolsa sin humo. Señaló que hay un abuso del vehículo en Melilla y habría que trabajar en ello desde distintas áreas del Ejecutivo para solucionarlo.
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