En dos o tres meses, dice la Ciudad Autónoma, tendremos ese macro toro negro zaíno en las alturas de Cabrerizas. Bien.
Pero ya hay toros Osborne en Melilla y no precisamente de chapa negra sino de pelo natural, uno ‘ensabanao’ y medio cárdeno y otro castaño, disecados, claro. ¿Qué dónde? En ‘La Cantina’, el establecimiento de los hermanos García, Juan y Salvador, cercano a la calle de don Carlos Ramírez de Arellano que endulza la vida a los melillenses con ricos caldos y mejores viandas.
Son toros pasados a estoque por don Juan Muriel, torero de tronío, sevillano y hoy dedicado a, precisamente, criar toros de lidia. No están solos porque le acompañan la testa de un novillo de Tomás Prieto de la Cal, precioso, también ‘ensabanao’, y el toro que hace años presidía Casa Bartolo, calle de don Luis de Sotomayor, cuyo hijo, del Jorge sienta hoy sus reales en ‘El Paraíso’, en el Tesorillo, calle del General Pintos. Este último tiene hechuras de Miura pero no me atrevería a afirmarlo. Llegó con los hocicos en muy mal estado y un ojo menos pero se pudo conservar. Es un magnífico ejemplar, propio de la cabaña brava española.
Pero, cuidado, que van a llegar más cabezas de toros a ‘La Cantina’, porque según confirma Salva García, hay algunas congeladas a la espera de poder ser disecadas y mostradas al público del establecimiento. Es una cantina taurina cien por cien. Están casi todos los carteles de la Feria de Melilla y muchos más. Hay una galería fotográfica hermosa en la que, por ejemplo, podemos ver a Julián López ‘El Juli’ junto al callejón de la Mezquita del Toreo saludando al respetable. Era un niño, hoy es, junto a José Tomás, la figura emergente del toreo mundial.
Toros aparte, Juan, Salvador y sus familiares ofrecen calidad en términos de sencillez. Quiere decirse que no se han creído el éxito de ‘La Cantina’, que saben que lo apropiado y recomendable es seguir rompiéndose el espinazo todos los días –menos los lunes, que cierran para descansar– y seguir trabajando con humor, camaradería y humildad. Han tenido un buen maestro, don Salvador García quien les enseñó desde niños en el extinto Club de Pescadores Virgen del Carmen.
Es variopinta la clientela de ‘La Cantina’. Están los currantes de los alrededores, las primeras autoridades, los funcionarios de al lado y hasta los periodistas taurinos nos pegamos, cuando se puede, una vuelta por la casa de los García. Y como nos gusta el ambiente y las personas, pues nos encontramos en la gloria. Pero, que quede claro, hay dos Osbornes en Melilla, al margen del que llegará en unos meses.
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