Entre que el barco rápido no sale cada vez que arrecia fuerte viento o el mar se encrespa un poco más, lo cierto es que en cuestión de transportes vivimos en un impasse que no acaba de encontrar soluciones.
En esto, como en todo, predomina el enfrentamiento político, pero lo innegable es que estamos ya finalizando Mayo y no hay ni por asomo un atisbo de solución en el marco de esa Comisión de Transportes creada por el ministro Blanco, conforme a su compromiso en Melilla, y que supuestamente tendría que haber concluido sus propuestas antes de las pasadas navidades.
Ahora, con el bofetón final que nos ha pegado esa crisis que no se quería ver, no parecen buenos tiempos para que el Estado aporte más dinero con el fin de mejorar nuestros transportes y abaratar el coste de los pasajes en nuestros enlaces aéreos.
Un nuevo motivo promete más dilación si cabe frente a un problema que, en medio de tantos problemas como tenemos, puede quedar diluido pero no rebaja ni un ápice su negativo impacto en el conjunto de Melilla.
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