Melilla es una ciudad con lugares de esparcimiento muy concretos y limitados, donde en ocasiones, como ocurre con el Parque Juan Carlos I –antigua Granja Agrícola- está prohibida la entrada de mascotas, caso concreto de los perros. Sin duda, un signo de civilización y de hermanamiento con la naturaleza pasa por el buen trato a los canes, reconocidos como los mejores amigos del hombre y animales absolutamente dependientes de sus amos.
El consejero de Medio Ambiente, Ramón Gavilán, lleva años comprometiéndose a acotar una zona de la playa donde sea posible llevar a los perros tanto en verano como en invierno. Los propietarios de canes siguen esperando que se cumpla el compromiso. El calor lo sufrimos todos y nuestras mascotas también.