Opinión

Intolerantes al tráfico fluido en la frontera de Melilla

Un lector de El Faro nos pide que no permitamos que se 'duerma' el tema de la frontera. Él defiende que las cosas no han mejorado en Melilla y nos afea que ya no hablemos de las colas, ni de los decomisos, ni de la insatisfacción de quienes este fin de semana no podrán cruzar a Marruecos para celebrar la fiesta grande de la comunidad musulmana porque no han podido tener a tiempo su documentación pese a que por ejemplo, este miércoles, la Jefatura Superior sacó 2.000 nuevas citas extra para el pasaporte.

No descubro el agua tibia si digo que somos muchos los que no estamos contentos con la reapertura de la frontera. Sabíamos que iba a ser gradual, porque nos lo advirtió el presidente Pedro Sánchez, pero una vuelta a la normalidad paulatina no implica que también tenga que ser restrictiva.

Ya vimos que esas limitaciones, que en la práctica frenan la entrada de pescado fresco a la ciudad, terminaron con un enfrentamiento subidísimo de tono entre CpM y PSOE que llegó a Madrid y solo entonces las aguas volvieron a su cauce.

Hace poco un melillense que iba a cruzar a Marruecos con una niña que requiere cuidados muy especiales, me comentó que le daba miedo que le quitaran en la frontera muchas de las cosas que necesita para que la pequeña haga una vida lo más normal posible. Pues no. Cruzó y no le quitaron ninguno de los alimentos específicos que llevaba. Le bastó con mostrar la menor al aduanero y explicarle que necesitaba todo lo que se llevaba de Melilla. No tuvo problemas. Ninguno.

En cambio me envían la documentación del decomiso del coche de un melillense por "sospechas" en el número del chasis. Le han entregado un papel en la frontera que dice que  el vehículo ha sido "requisado gracias a la pericia del agente" que lo inspeccionó y le dan un margen de 45 días para reclamarlo. Si no, lo pierde. La pregunta es de cajón: ¿cómo lo reclama? ¿A quién? ¿Cómo demuestra que ese es su coche y que le están tomando el pelo?

Por supuesto, el melillense niega la mayor. Él dice que su coche no está tuneado y que se lo han quitado "por la cara".

Yo no soy experta en mecánica para saber si el coche tenía o tiene alguna irregularidad en el chasis, pero la anécdota me sirve para ilustrar lo puntillosas que son las autoridades marroquíes en los registros en la frontera de Melilla. De ahí, las colas. Las larguísimas colas que no invitan a salir a Marruecos.

No les basta con que los melillenses crucen a gastarse su dinero en Nador. Quieren más y eso ha provocado que muchos de los que antes salían, no hayan salido todavía y, lo que es peor, no tengan ganas de salir.

Eso me lo explicaba un científico cubano que dirige un importante centro de investigación en la lucha contra el cáncer en Madrid. Le pregunté por qué nunca había regresado a Cuba a ver a su familia si no tenía prohibida la entrada (ahora me temo que sí se lo han prohibido) y en aquel momento me dijo que no le gustaba que le manosearan sus cosas.

Porque eso es lo que pasa en las fronteras tercermundistas: te abren la maleta y con las manos untadas de vaya a saber usted qué fluidos, te lo toquetean todo.

Creo que los dos ejemplos, tanto el del padre que no tuvo problemas para acceder con comida a Marruecos como el del conductor que probablemente perderá su coche en la frontera demuestran que ahora mismo no hay normas claras sino una arbitrariedad inexplicable en la frontera entre Melilla y Marruecos. Es como si fuéramos intolerables al tránsito fluido de personas y mercancías.

En estos momentos, Rabat nos necesita. No a nosotros sino al gas que compra en los mercados internacionales y que le llega desde España a través del  gasoducto Magreb-Europa. Con esa carta tan potente en las manos deberíamos ser capaces de conseguir que ondee la bandera blanca en el tránsito fronterizo. Por mucho motivos pero, sobre todo, porque es bueno para las dos partes.

Pero desde Madrid solo nos llega el famoso "todo-va-bien" que no se cree ni quien lo dice. No señor, las cosas en la frontera van bien por días y a determinadas horas. Pero no hablamos de eso. Hablamos de que nos urge normalizar el intercambio comercial con el país vecino y para eso es imprescindible que reabra la aduana comercial.

¿A qué están esperando? ¿Qué impide a las autoridades españolas conseguir la reapertura? ¿Qué frena a las autoridades marroquíes para reabrir lo que nunca debieron cerrar?

Y en esas estamos. Un mes y medio después de la histórica apertura de la frontera de Melilla el debate sigue estando donde estaba. Ha habido comisiones de trabajo en Madrid que han terminado con discursos de satisfacción y cero resultados. Y en política importan los resultados. De momento, el único tangible, es que las familias han vuelto a abrazarse, pero nuestra economía sigue tan hundida, tal y como estaba antes del 17 de mayo; la piscifactoría de Chafarinas está donde estaba y seguimos teniendo saltos a la valla. Avanzar hemos avanzado poco. No hay motivos para mostrar satisfacción. No podemos seguir haciendo el ridículo.

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