Categorías: Editorial

Intento de jaque

El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, se mostró ayer satisfecho tras conocer el auto del Tribunal Supremo que sobresee y archiva las actuaciones contra él por descartar que haya cometido delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos al firmar contratos de publicidad con medios de comunicación locales.

Además de Imbroda, la prensa de Melilla es la gran damnificada del empecinamiento del ex diputado de PPL Julio Liarte en demostrar, desde marzo de 2013, que los periodistas de aquí somos de lo ­peor que hay en la profesión.
El presidente apuntó ayer que la Administración local debe 775.000 euros a empresas de comunicación de la ciudad. Los que hemos aguantado hasta que se ha hecho público el auto del Supremo, sabemos lo mucho que ha costado hacer este camino.
Atrás hemos dejado a compañeros de profesión en el paro.Que no se nos olvide que en plena crisis económica no todos pudieron aguantar el impago de servicios prestados: El Telegrama no tuvo más remedio que cerrar.  
Hoy Julio Liarte no está en la política, pero el daño que ha hecho a los medios de comunicación de Melilla es irreparable. No porque no lo pueda reparar, sino porque nos intentó asfixiar en un momento en que la crisis nos tenía a todos cogidos por el cuello.
El ex diputado de PPL no reconocía en la prensa local nuestra vocación de servicio público. Nos miraba y sólo veía palmeros del Gobierno, súbditos del poder o meapilas de pueblo. Todos en el mismo saco y sin distinciones.
Ayer el presidente Imbroda anunció que se querellará contra Liarte. Dice que estaba deseando que llegara este momento (el del fallo del Tribunal Supremo) para que el ex diputado le explique en un juzgado dónde están los servicios no prestados.
Según Liarte, el Gobierno de Melilla le daba dinero a los medios de comunicación a cambio de nada. Así, por la cara.
Ahora que se ha pronunciado el Supremo, todo esto nos suena descabellado. ¿A quién se le ocurre? Da la impresión de que la publicidad institucional se descubrió en Melilla; que ninguna otra empresa de comunicación de España publica anuncios de la Administración.
No hemos inventado el agua tibia. Aguantamos estos años durísimos como buenamente hemos podido, intentando hacer un periodismo responsable, pegado a la calle y con nombres propios.
Queremos informar. Ése ha sido nuestro pecado. Y lo hemos pagado caro. Ahora, como mínimo, nos merecemos unas disculpas.
Sería un acto de responsabilidad que los dos o tres políticos de Melilla a los que durante años se les ha llenado la boca de improperios al hablar de los medios de comunicación se miren en el espejo de Liarte y, como buenos jugadores de ajedrez, antes de mover pieza, sopesen las consecuencias de la judicialización de la política. No somos peones. Somos el sacrificio en un intento de jaque.

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